sábado, 28 de noviembre de 2009

PIENSO Y SIENTO ... (LUEGO EXISTO)


Acaba la semana con frío y lluvia, como debe ser a estas alturas de noviembre. Ya ha durado demasiado el otoño inusualmente cálido que alarma, y con razón, a los preocupados por la evolución del clima de nuestro planeta. El trimestre pesa, ya estamos todos cansados y necesitados de un respiro. Dentro de unos días disfrutaremos de un puente que algunos aprovecharán para hacer un viaje o darse algún capricho. Y el día de la lotería nos despediremos de las aulas hasta el próximo enero. Demasiados días, dicen algunos; una necesidad, pensamos otros que soportamos día a día tensiones y trabajos de todo tipo.

Yo he tenido una semana muy ajetreada. Se aproxima la primera evaluación y hay que afinar mucho para poner las notas. Siempre hay descontentos, pero nadie piensa en lo que supone para lo maestros dar vueltas y más vueltas a las calificaciones, por claros que estén los criterios de evaluación. Intentamos ser justos y buscar el bien de nuestros alumnos, a veces somos demasiado generosos y les damos una oportunidad (yo los llamo "aprobados terapéuticos") y otras es necesaria una llamada de atención. A estas alturas ya está todo dicho: el esfuerzo personal suele brillar por su ausencia, los contenidos cada vez son más penosos, las sucesivas reformas no hacen sino agravar el problema, el alarmante aumento del fracaso escolar no parece tener solución... Pero ahí seguimos, al pie del cañón. He estado viendo en la página www.leer.es algunas actividades para el dichoso Informe PISA y es de llorar. Sé lo que trabajo con mis alumnos y me desanimo cuando veo que no son capaces de entender esos textos ni de solucionar los problemas que les proponen. Lo mismo podría decirse de las Pruebas CDI de la Comunidad de Madrid. Están mal planteadas, contienen preguntas que no se ajustan al currículo actual y nadie sabe cómo se puntúan. Cada año hacemos constar razonadamente en la Memoria nuestras quejas, y no sirve de nada. Ganas nos dan de tirar la toalla, sentimos una terrible impotencia cuando vemos el abismo entre nuestro esfuerzo y nuestros logros. Da igual que protestemos, reneguemos, propongamos o preparemos algo más acorde con nuestras metas:al final hay que hacer lo que nos mandan, presentar unas programaciones inútiles y unas competencias que aún no sabemos para qué sirven, llevar a cabo actividades que consumen un tiempo precioso en las clases, rellenar papeles y más papeles... En mi caso particular de esta semana, he tenido que adelantar 120 euros con mi tarjeta de crédito para reservar una visita al museo de El Prado en marzo, he dedicado casi una hora de la tarde del viernes al acabar mi jornada a un padre angustiado por su situación de separado, he pasado largas horas en mi casa preparando clases y controles... pero todo eso no cuenta absolutamente nada si no entrego a tiempo las malditas competencias o no puedo justificar una ausencia en la hora de exclusiva. Me parece demencial.

Así es la enseñanza, un continuo ajetreo, mil situaciones distintas cada día, ratos agradables, otros no tanto, mucha paciencia, mucho trabajo... Y, sin embargo, entro en las clases a gusto, veo las caritas de mis alumnos sonrientes, intento ser amena sin perder el rigor, atiendo sus demandas a veces un tanto insólitas ("Se me ha atascado la cremallera de la mochila", "Necesito una tirita porque me he cortado", "Fulanito no quiere sentarse conmigo porque en el partido le he sacado tarjeta roja"...), nada importante pero todo vivo, urgente y necesario para ellos. Si consigo el clima adecuado me siento satisfecha: leen a gusto, trabajan concentrados, intervienen levantando la mano... Los resultados, lamentablemente, no son siempre los deseados. ¿Por qué? No lo sé, ojalá lo supiera. Echo un vistazo a los textos de hace años y veo que contenían lecturas del Lazarillo, Cela, Borges, Mark Twain... Hoy la literatura infantil es mucho más abundante pero, salvo excepciones, su lenguaje es paupérrimo y las historias, simples y ramplonas. Les gustan, evidentemente, pero tienen que leer (y entender) textos científicos, divulgativos o simplemente curiosos. El mayor problema de los alumnos actuales, diga lo que diga no sé qué "experto" que ha estado en nuestro país días atrás, es la comprensión lectora. No saben interpretar un texto. Si las preguntas no tienen una respuesta literal y muy sencilla no saben contestarla. En un control de Matemáticas no sabían qué era "producto" y "diferencia". Cielo santo, ¿qué está pasando? ¿Son más torpes que los alumnos de hace años? No lo creo. Tienen más problemas personales (la separación de sus padres es un trauma terrible), están sobrecargados de actividades extraescolares, sufren las consecuencias del desarraigo por traslados que no llegan a asimilar o entender, acusan la prisa del mundo actual, reciben modelos vergonzosos del cine y sobre todo de la televisión (dan ganas de mandar a la hoguera a ciertos personajes que llenan horas de programas sonrojantes)... Y nosotros intentamos suavizar todo eso, aislarles del caos que a veces nos rodea, ayudarles en su camino por la vida recién estrenada. Demasiada tarea, y demasiado dura, con muy pocos apoyos eficaces. A veces, eso sí, vienen madres agradecidas por lo que hemos hecho con sus hijos. Han notado una gran diferencia con respecto a centros anteriores y lamentan tener que irse, pero las circunstancias mandan.

Así que acabé ayer por la tarde con "saturación mental" y me fui a ver Adventureland, una historia de adolescentes afortunadamente fuera de lo común, nada de sandeces ni humor basto y grosero, un relato sencillo e inteligente sobre lo que supone entrar de golpe en el mundo adulto. Un joven recién graduado debe renunciar a su proyectado viaje por Europa porque sus padres atraviesan un bache económico y tiene que pasarse el verano trabajando por un sueldo mísero en un parque de atracciones local donde descubre el amor y otras verdades. Es una película que pasará casi desapercibida, pero es digna y está bien interpretada. Mi hijo lleva varios años trabajando en Caprabo y ahora también en Carrefour, a la espera de poder empezar a ejercer como maestro, y la verdad es que la experiencia laboral en esos sitios es dura, pero provechosa. Ha aprendido mucho sobre el valor del dinero y el trato con jefes y compañeros de todo tipo, que no es poco. Yo recomiendo a todos los chavales que pasen por alguna experiencia similar, pero no todos están dispuestos a "rebajarse" haciendo cierto tipo de trabajos. Peor para ellos.

Joaquín Sabina me acompaña con su último disco. Sólo lo he escuchado una vez. Me parece más tranquilo que en otros anteriores, con letras muy trabajadas, serias y reflexivas. Será que se está haciendo mayor... Me encanta como poeta, aunque sea un juerguista impenitente. Ha empezado una nueva gira y ya están todas las entradas vendidas. Suerte para él.

Feliz semana a todos.

17 comentarios:

Joselu dijo...

Me han encantado tus reflexiones sobre las dificultades de tus alumnos sobre las pruebas de comprensión lectora. Yo lo observo asimismo en alumnos mayores de quince años. No entienden los enunciados por sencillos que sean, siempre que les supongo un esfuerzo de pensamiento. A todo lo que has dicho añado una desgana enorme por el dichoso ejercicio de pensar en algo más que lo que es pura imagen. Nuestros alumnos están formados en la era de la imagen que no exige en absoluto el ejercicio del pensamiento. Un texto requiere interpretación, reflexión, elaboración, predisposición a llegar mas allá y sobre todo mucha atención. Fallan en todo, especialmente en la atención. Su cerebro se ha especializado en recibir mensajes directos a través de imágenes, que no requieren interpretación, facilones, y en cuanto han de descifrar algo que está sobrentendido, pues no están dispuestos. Dicen no entiendo. No sé qué solución tiene, porque la particularidad de la inmensa mayoría de los chavales a los que trato es la gandulería. Hay algunos que se esfuerzan pero son una minoría. Hay que leer el texto, releerlo y extraer conclusiones, pero eso es algo a lo que nuestro modo de vida no les ha preparado, y a ello se une su desgana, su propensión a la vida muelle, a pasar sin esfuerzo. Feliz semana colega.

zim dijo...

¡Qué identificada me siento en este comentario tuyo! No sé qué, pero es cierto que algo está fallando cuando los alumnos de Primaria salen sin ser capaces de entender enunciados mínimamente complejos, no digamos textos. ¡Y qué decir de sus dificultades para expresarse, para relatar con coherencia y exactitud cualquiera de sus experiencias! Me deprime ponerles de tarea redacciones porque en sus trabajos siempre aflora no sólo su incompetencia lingüística, sino su desgana y su falta de interés hacia una herramienta de la que dependerán en su vida muchas más cosas de las que se figuran. ¡Cómo me gustaría saberles transmitir la importancia de conocer su propio idioma, el placer de descubrir nuevos términos con los que dar nombre a muchos de sus pensamientos y sentimientos!
Un saludo cordial.

Yolanda dijo...

Joselu, es alarmante y lamentable que todos los docentes coincidamos en nuestros diagnósticos y que observemos los mismos problemas en todas las etapas educativas, y encontrarnos de frente con estupideces como Planes de mejora de la comprensión lectora, elaboración de competencias y otros papeleos inútiles. ¿Es que nadie con poder de decisión sabe hallar la fórmula para enmendar esto? ¿Nadie puede escucharnos y atendernos? Nosotros estamos en las aulas, trabajamos con los alumnos, hacemos todo lo posible, y nada parece suficiente. Los de arriba miran para otro lado, no les interesa, van a lo suyo. Ahora mismo en Madrid el buque insignia es el bilingüismo, pues hala, todos a hablar inglés, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. ¿Merece la pena? Para quienes le sacan rendimiento político, desde luego; para los demás, en absoluto.
Y es cierto lo que apuntas sobre el poder de la imagen, también lo constatamos a diario. Nuestros alumnos viven rodeados de ellas, cada vez más manipuladoras y simples, y ciertas mentes "pensantes" quieren que las introduzcamos a toda costa en la enseñanza, por eso quienes opinamos que las pizarras digitales y otros métodos son cuando menos discutibles somos vistos con desconfianza por sus partidarios. Utilizar las nuevas tecnologías tiene muchas ventajas, evidentemente, pero hay que preparar las actividades al milímetro, empezando por convencer a los alumnos de que es una clase y no un juego. Y tarde o temprano tienen que entender palabras, textos, preguntas, en la pantalla o en un libro. Y encima nos topamos con la falta de esfuerzo, como bien apuntas. "No lo entiendo" es lo que dicen tras la primera lectura (rápida, por supuesto) de un problema o un texto. Qué podemos esperar si están acostumbrados a que se lo den todo hecho: no tienen que pensar ni decidir nada, las canciones que escuchan son de juzgado de guardia, las imágenes lo dicen todo, creen que poniendo un emoticono ya está todo dicho... Esto no va por buen camino. Menos mal que alguien se da cuenta, pero para lo que nos sirve...
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Zim, te digo lo mismo que a Joselu. La mayoría de los alumnos no entienden lo que leen si han de realizar un mínimo esfuerzo para ello, y tampoco saben contar lo más elemental, ni siquiera lo relacionado con su vida. Yo les mando redacciones sobre sus mascotas, lo deportes que prefieren, cómo pasan el fin de semana y cosas así, y a muchos les cuesta escribir más de cuatro o cinco líneas. En algunos cursos les ponen como tarea de fin de semana escribir un cuento del que les dan el comienzo, al principio les cuesta pero poco a poco se acostumbran a imaginar historias y a contarlas con coherencia. Es muy difícil interesarles en la lectura y en la corrección lingüística. Mi cuñada recibe muchas reclamaciones (trabaja en RENFE) escritas por universitarios y dice que es imposible entender la mayoría de ellas: no saben contar lo que ha ocurrido ni saben expresar lo que reclaman. Claro que oyendo cómo se expresan ciertos personajes que cobran millonadas no es de extrañar. A este paso no sé si volveremos a las duras épocas de altas tasas de analfabetismo, pero sí que habrá una mayoría casi totalmente iletrada y una minoría que sepa dominar la palabra y con ella el poder. Y si no, al tiempo.
Un abrazo.

Javier S. Sánchez dijo...

Hola, Yolanda;
Enhorabuena por tu diagnóstico tan certero de la situación actual. ¡Claro que nos identificamos muchos docentes con tu comentario! Y, sí, es triste que sabiendo cuáles son los males, no se ponga remedio mientras seguimos rellenando papeles y más papeles que dormirán el sueño de los justos.
Me gusta lo de "aprobados terapéuticos", ajjaj...

Un saludo.
Javier

Yolanda dijo...

Javier, es triste saber que tenemos razón y que nadie nos haga caso. Todos hacemos lo que podemos, pero la marea en contra es mucho más fuerte. Cuando relleno tantos papeles absurdos me cabreo pensando que ese tiempo podría, y debería, dedicarlo a trabajar por y para mis alumnos, que son quienes lo necesitan de verdad. Yo no necesito escribir ningún plan para saber lo que tengo que hacer, pero hay que seguir haciendo el paripé. Qué lástima y qué vergüenza...
Lo de los "aprobados terapéuticos" es porque a veces es más conveniente para nuestra salud e integridad aprobar que suspender si ello conlleva discusiones, peleas y eternas demostraciones sobre lo que hacemos. Ya les supenderá la vida, como dice una colega mía. ¿Alguien ha reclamado alguna vez por un aprobado injusto? Pues eso, hay que cuidar la propia salud antes que la ajena.
Un saludo.

Aquiles dijo...

Estimada Yolanda:

Certero su diagnóstico, con el que coincido en casi todo. A medida que el tiempo pasa me voy dando cuenta de que en realidad la sociedad influye poco en el rendimiento de los alumnos. Me explico: con esto no quiero decir que un mal ambiente en casa o una atmósfera poco proclive al estudio no sean causas de ciertos fracasos; me refiero a que en la mayoría de las ocasiones no hay causas tan evidentes. Entoces, cuando no las vemos, comenzamos a tirar del hilo y culpamos a la cultura de la imagen, a los medios de comunicación, a los valores sociales del éxito fácil... Y es aquí donde disiento, porque ¿acaso en Finlandia o Hong Kong no tienen televisión basura, cines, videojuegos u ordenadores?

Desde mi humilde punto de vista, lo que más ha influido en la decadencia de la enseñanza española ha sido la ley. Pensamos que las leyes no afectan en el devenir social, pero sí que lo hacen, y mucho, porque acostumbran a la gente a afrontar la realidad de una manera muy determinada. El famoso espíritu de la LOGSE y todos sus epígonos ha ido acabando con la cultura del esfuerzo y con lo que usted tan bien describe en su texto.

Un saludo.

David López Sandoval

P.S.: La (decente) propuesta que le he hecho en DESEDUCATIVOS sigue en pie, no lo olvide.

Yolanda dijo...

Aquiles, es cierto todo lo que decimos. Todo influye en el éxito de los alumnos, desde la sociedad hasta el ambiente familiar pasando, desde luego, por las leyes. La LOGSE tenía algunos aspectos positivos, pero nunca tuvo la financiación adecuada. Pecaba de idealista, había que dar salida y solución a tantos alumnos descolgados, pero se equivocó al querer que todos alcanzaran los mismos objetivos mínimos, que forzosamente tenían que ser eso, mínimos. Los niveles bajaron de modo alarmante y no se han recuperado. Y cometieron el terrible error de eliminar la repetición en casos de suspensos escandalosos. Nunca hubo apoyos suficientes, el cambio era demasiado drástico y muchos docentes no quisieron o no supieron afrontarlo. Se explicó mal y se aplicó peor. Algunos echan la culpa del fracaso de la ley a esos docentes, pero no tienen razón. Es lo más fácil, cargar sobre nuestros hombros toda la responsabilidad en vez de pensar en los medios que nos dan, siempre por debajo de las necesidades reales, las que nosotros vemos.
Ya me contará en qué quiere que consista mi colaboración, como le digo en mi correo.
Un saludo.

Sarashina dijo...

Como a Joselu, me han parecido preciosas tus reflexiones y tus valoraciones de nuestro trabajo diario. Es cierto que nos come la burocracia y la cantidad de normas estúpidas que hay que seguir para cualquier cosa, y es cierto que la enseñanza depende mucho del voluntarismo de la gente con conciencia profesional, lo que no tendría que ser así, sino fruto de una buena organización de personal y de recursos. También te digo que todo forma parte de un plan de desvalorización de la escuela pública y que en la comunidad de Madrid, como en la de Murcia, el problema se acentúa.
Gracias por la información de la película; por el título, nunca habría ido a verla, pero tu explicación me ha convencido. Totalmente de acuerdo en que cualquier joven debería pasar por el trabajo asalariado en la empresa privada, por puestos modestos y de trabajo físico, porque eso les daría la dimensión de la vida mucho mejor que cualquier master o enseñanza superior. Me acuerdo que de estudiantes trabajábamos de cualquier cosa para ganar un dinero o para aprender idiomas, o como simple experiencia personal, pero ahora no parece que nuestros mimados jóvenes estén dispuestos a renunciar a sus diversiones y a las facilidades que encuentran en casa de mamá y papá para enfrentarse a la vida pura y dura. Aunque haya excepciones, como tu hijo y otros que conozco.

Miguel dijo...

Querida Yolanda, ya sé que eres una maestra feliz. Y esto, aunque a veces se te olvida, te salva de los desamparos a los que te podría llevar la situación de la educación en nuestro país, per aun así, has acertado en tus preocupaciones. Y digo que has acertado porque aquí en el levante pasa lo mismo. Leyéndote parece que estemos en la misma escuela. Los mismos problemas, el mismo sistema educativo.
Yo creo que la escuela es el reflejo de la sociedad. Eso es lo que hay. No podemos aislar a nuestros alumnos del influjo del exterior. Y ahí afuera lo que hay es eso: una cultura de la inmediatez donde el esfuerzo brilla por su ausencia. Yo, que, fíjate, pese a todo también soy un maestro o profesor feliz, casi me contento con ver felices a mis pupilos. Y la felicidad se alcanza estando satisfecho del trabajo realizado. Tanto por parte de alumnos como de profesores. Por lo tanto, voy a pasar de burocracias e informes raros y voy a ver las caritas de mis alumnos cuando les cuento cosas, cuando les oigo sus pequeñas historias, cuando les digo ¡muy bien, así se hace! y me quedo con eso. Lo demás, querida Yolanda, es un tema para olvidar.
Por cierto, cambiando de tema, me parece muy bien lo que está haciendo tu hijo. Es una manera de forjarse en la vida.

Un abrazo.

María dijo...

Muchas gracias por las reflexiones que haces en tu post, desde tu visión, tú como maestra, me han encantado, y que los padres lo vemos desde otro punto de vista.

Hay tantos factores que influyen en nuestros hijos, y tú los has definido muy bien, y cuánta razón tienes.

La verdad es que tiene que ser dificil y duro calificar a los alumnos, a veces, me pongo en vuestro lugar y es cuando realmente me doy cuenta de ello.

Un beso.

J.Miguel dijo...

Siempre dando en la diana.

Estoy totalmente de acuerdo con todo el comentario.
Quizás nos falte una palabra para
arreglar muchas de las cosas que planteáis : Austeridad.

Yolanda
Gracias por tu luz

Yolanda dijo...

Clares, no sabes cuánto me gustaría estar equivocada. Cada día me doy de bruces contra la realidad que enturbia mi entusiasmo por mi trabajo. Primero he tenido que explicar un comentario que hice a un alumno (nos pasamos la vida justificándonos, manda narices), y luego he terminado indignada por la impresentable nota que me ha mandado una madre disculpando a su niña y poniendo en entredicho mi labor, la nota de algunos controles y otros detalles, así que otra vez lo mismo: reunión con la susodicha señora (ya la conozco de años atrás), demostración de pruebas, intentar probar que la niña miente... en fin, lo de tantas veces.
Por eso me pregunto qué demonios estamos haciendo mal.¿Tanta gente torpe hay por el mundo? ¿Tan difícil es entender lo que hacemos y por qué lo hacemos? ¿De qué tienen tanto miedo los padres? Unas compañeras de 5º decían ayer que hay varios padres en sus clases que reconocen que no pueden con sus hijos, cielo santo, si tienen diez años, ¿qué será cuando tenga quince? Y lo peor es que también lo dicen padres de niños de tres años. ¿Nos hemos vuelto todos locos? Y todo esto sólo cabe en un anecdotario personal, en un desahogo entre colegas, porque las autoridades no quieren saber nada de esto, no entienden que por cosas así nos suba la tensión, perdamos las ganas o entremos en clase con cara larga. La frustración pasa una factura muy cara.
En cambio, me alegro de animarte a ver una película modesta pero interesante. Y confieso, una vez más, lo orgullosa que estoy de mi hijo, que es una gran persona y por ello será un estupendo maestro.
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Miguel, como le he contado a Clares, hoy ha sido un día nublado para mí, y mira que me duele, por no decir algo más contundente. Me siento tan mal pagada a veces, no en sentido material, desde luego, sino en el puramente personal. ¿Cómo es posible que algunos mastuerzos no entiendan nuestro esfuerzo e interés? Se quedan con la cáscara, y si no es pulida y dorada no la aprecian. Todo el trabajo que está detrás pasa desapercibido y el más mínimo error (porque los cometemos, claro) se convierte en arma arrojadiza con fuerza huracanada. Voy cada día a clase con ganas, pero a veces salgo con el alma en los pies. Sé que la mayoría aprecian mi (nuestro) esfuerzo y que a los niños no se les puede engañar, ellos captan el cariño sin necesidad de pruebas. ¿Qué más podemos hacer? Pues no lo sé, la verdad. Seguir trabajando procurando no meter la pata, intentar paliar las muchas lagunas de nuestras absurdas leyes y soportar estoicamente las puñaladas traperas que nos asestan por uno y otro lado.
Mañana será otro día. Iremos a la Biblioteca Municipal y luego quizá leamos el cuento "Los chicos", de Ana Mª Matute. Es diferente a lo que suelen leer, no especialmente duro pero con una moraleja interesante. Ya ves, estaba en un libro de 6º de hace años y ahora quizá no lo lean ni en Bachillerato.
Gracias por el comentario sobre mi hijo, no es la situación ideal pero al menos no está perdiendo el tiempo y está aprendiendo mucho.
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

María, no sabes cómo agradezco tus palabras por venir de alguien ajeno a la profesión, pero implicado en la educación por ser madre. Hay gente interesada en enfrentarnos, no sé con qué fin. Yo siempre he pensado que debemos remar juntos porque al fin y al cabo perseguimos el mismo objetivo. Los padres podéis ser un gran apoyo para los profesores. Debéis aprovechar cualquier ocasión para mostrarles buenos ejemplos, leer con ellos, visitar lugares de interés, aprender a identificar buenas y malas conductas... Y, sobre todo, no cuestionar nuestra labor. Hay muchas maneras de solucionar un problema, pero la principal es hablar directamente de él.
Ojalá todas las madres sintieran las mismas inquietudes que tú.
Un beso.

Yolanda dijo...

Miguel, colega, qué sería de mí sin tu presencia diaria, aunque sea breve. Qué te voy a contar a estas alturas... No sé de qué sirve hacer un diagnóstico si no nos dejan aplicar el remedio, pero estamos en ello. Ahí estamos, siempre en la brecha, siempre en primera línea.
Hasta mañana. Un abrazo.

Lola dijo...

Muy bueno tu post y muy signicativo. De acuerdo contigo y con los comentarios que le siguen. Es una pena de las grandes esa pereza para sacar el jugo a un texto. El primer dia que lo lean bien y lo entiendan seguro que será el principio de algo mejor. Pero.... llegará ese dia?
Un abrazo. Lola