sábado, 26 de septiembre de 2009

EL SECRETO DE SUS OJOS

He seguido durante estos días las noticias sobre el Festival de Cine de San Sebastián, que además mostraban imágenes de esa preciosa ciudad tan grata para mí, y he leído las crónicas de Carlos Boyero, con quien suelo coincidir. Se habrá disgustado, como yo, al saber que El Secreto de sus Ojos, que ha tenido una magnífica acogida de público y crítica, se va de vacío, y es una gran injusticia, os lo aseguro. Claro que tampoco es la primera vez, ni será la última, en la que metan la pata los componentes de un jurado, por mucho que sepan de cine (o eso se supone al menos). La vi ayer, y qué dos horas largas pasé difrutando de cada imagen, de cada detalle, de los muchos matices que ofrece Campanella. Es una película magistral, cine de verdad, con un guión impecable y unas actuaciones memorables, con un inmenso Ricardo Darín al frente. Interpreta a un empleado de un Juzgado Penal, Benjamín Espósito, en la convulsa Argentina de 1974 que, ya jubilado, decide escribir una novela, y para ello no recurre a la imaginación, sino a su propia experiencia. En aquel año tuvo que investigar el atroz asesinato y violación de una hermosa joven recién casada. La búsqueda del culpable tropezó con el Poder imperante y el caso se cerró en falso. Benjamín ha vivido durante veinticinco años atormentado por ese recuerdo y cree que ya es hora de terminarlo. Al mismo tiempo, su historia personal se ve lastrada por un amor nunca cumplido ni confesado.
Según cuenta Campanella, el director, la imagen de un viejo comiendo solo fue lo que le hizo volver a la novela de Eduardo Sacheri que le sirvió de base. ¿Cómo se llega a esa situación? Uno puede negarlo, tratar de olvidarlo, pero el pasado siempre vuelve. Y eso es el tema de la película: la memoria, acompañada de violencia, intriga, dolor, venganza, amor, lealtad, amistad... Hay que ser un verdadero maestro para hilvanar todos esos hilos sin fisuras, sin tropiezos, consiguiendo que todas las piezas encajen sin aristas y logrando que la historia fluya del pasado al presente con total naturalidad, sin sobresaltos ni trampas. El ritmo es pausado pero firme, intenso y subyugante. Una mirada es la clave de la historia, pero hay otras, expresivas y poderosas, la del propio Ricardo Darín y la de Soledad Villamil, unos ojos que llenan la pantalla. Los sentimientos contenidos se reflejan en los rostros y marcan sus vidas. Qué hermoso guión, cómo me gustaría leerlo, tan pleno de humor y amargura a la vez. La inquietud no decrece con el tiempo, la necesidad de cerrar capítulos que quedaron atrás es más fuerte que el tiempo. La historia va in crescendo, lenta pero inexorablemente. Detalles en apariencia nimios son claves en la historia y es que, al fin y al cabo, la vida es una sucesión de detalles y un suceso sin aparente importancia puede decidir el rumbo de toda una existencia.
Según Campanella, "hay que cerrar las heridas, porque el pasado tiende a volver. No es bueno no mirar atrás." La mezcla de comedia y drama con tintes policiacos y de suspense le ha salido redonda. El poder lleva con frecuencia a la corrupción y a la injusticia. No faltan las críticas al sistema judicial (será que es un mal endémico en todos los países), pero al parecer la gente que trabaja en los tribunales argentinos está contenta con la película.
Me encanta quedarme en la sala hasta que se queda vacía y se encienden las luces. Leo los títulos de crédito y si me voy con la sensación de felicidad de ayer creo que no hay mejor manera de olvidar los problemas y afanes de la semana. El secreto de sus ojos es sobria y lírica, verosímil y dura, emotiva y poderosa. Conmueve e inquieta por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Resucitan los horrores, los viejos enigmas siguen produciendo desasosiego. Tras largos años, ¿qué queda? ¿Cómo los ha vivido ese hombre tan prematura y trágicamente viudo? ¿Cómo se llena el vacío y se atenúa el dolor? ¿Cómo se olvida la injusticia? ¿Cómo se afrontan el miedo, el deseo, la duda, la rabia de la impotencia?
No importa que no haya recibido un merecido premio esta vez, estoy segura de que va a tener el éxito que merece. Ya lo está teniendo en Argentina y espero que aquí sea igual. El buen cine reina en las personas sensibles que saben apreciar una bella obra.
Feliz semana a todos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

MALDITOS BASTARDOS

Cuando decido ver una película muy promocionada siempre voy con cierta cautela. Fama no quiere decir calidad, ni siquiera buenos actores y grandes directores garantizan un resultado apreciable. Llevaba meses leyendo y oyendo noticias sobre Malditos Bastardos y tenía ganas de verla, pero con cierta prevención. Quentin Tarantino tiene un público incondicional que aplaude cuanto hace y es todo un icono del cine actual sin haber rodado muchas películas. Yo no soy seguidora suya especialmente, pero aprecio su talento. Me gustó Pulp Fiction pese a sus excesos pero no las dos de Kill Bill. Malditos Bastardos me ha encantado. No es una película bonita, desde luego, pero es una gran película. Es irónica, cruel, intrigante, magnética. Sus imágenes tienen una gran fuerza y los diálogos, muy trabajados, son magistrales. Algunos críticos han destripado elementos fundamentales que deben sorprender sin estar sobre aviso, así que cuidado con lo que leéis. Lo básico sí se puede contar: ocho judíos americanos al mando del teniente Aldo Raine (estupendo Brad Pitt, aquí incluso afeado pero siempre buen actor) tienen como misión en la Francia ocupada matar a cuantos nazis encuentren y arrancar sus cabelleras, arranque que recuerda a la mítica Doce del patíbulo. La escena inicial, sin embargo, es de antología. En ella se presenta al coronel Landa, un nazi inteligente, políglota y cruel magistralmente interpretado por Christoph Waltz, que recibió con total merecimiento el premio al mejor actor en Cannes, si mal no recuerdo. Cuando aparece en pantalla la llena por completo, es el auténtico protagonista. Resulta irresistiblemente atractivo con sus suaves modales, aunque sabes que es un implacable cazador de judíos.
Hay otros rostros conocidos: Diane Kruger (Troya), Daniel Brühl (Good Bye, Lenin), entre otros que resultan familiares sin saber sus nombres. Todos son estupendos y cumplen perfectamente con su papel.
Tarantino sabe crear tensión con aparente naturalidad. Sabes que va a pasar algo grande, pero no sabes qué ni cuándo. La violencia estalla de repente, es el sello de la casa. Hay largas escenas de final imprevisible llenas de emoción. Evidentemente, en una película de guerra ha de haber violencia, sangre y muerte, pero Malditos Bastardos no es una película de guerra al uso ni una película histórica, todo lo contrario, aunque sí contiene escenas desagradables (inevitables en Tarantino ). Tiene elementos reales, por supuesto, pero es la visión y la fantasía de Tarantino sobre la Segunda Guerra Mundial, no un libro de historia. Ojalá hubiera sido así, y no os cuento más.
Tarantino hace un homenaje al cine en toda regla. Ignoro si ésta es la versión que quería fuera definitiva, pues al parecer las prisas por llegar a Cannes influyeron negativamente en el resultado. No quise perderme detalle de la película, me sigue maravillando el arte de convertir en imágenes una historia, el poder de expresar en un primer plano todo un caudal de emociones. Los giros inesperados son lo mejor de la historia. Me gustó de principio a fin y por lo que oí a mi alrededor (el cine estaba prácticamente lleno, salvo las primeras filas) era la opinión general. Creo que no va a dejar indiferente a nadie, es una película intensa y dramática llena de detalles memorables. Tiene momentos paródicos y otros francamente excesivos, pero todo invita a la reflexión. Ya se ha escrito mucho sobre Hitler, el nazismo, la guerra, la persecución de los judíos y sus consecuencias y, sin embargo, quizá no sea suficiente. Ciertos episodios de la Historia no deben ser olvidados, aunque sea tergiversando la verdad en una manifestación artística.
Tarantino sabe elegir a los actores y, según cuentan, sus rodajes son todo lo contrario al aburrimiento. No sé si alguno le llama "genio", pero creo que no le importa en absoluto. Todavía recuerdo el último episodio de una temporada de CSI Las Vegas dirigido por él, sencillamente fantástico. Es un creador con un estilo muy personal, algo nada frecuente en una época en la que manda el mercado y se supone que hay que dar al público lo que le gusta o lo que demanda, aunque a veces los resultados en taquilla demuestran lo contrario. Creo que Malditos Bastardos tendrá bastante éxito. Se lo merece.
Si os gusta, os recomiendo el número de este mes de Cinemanía. Contiene un largo reportaje sobre la película lleno de jugosos detalles.
Supongo que no por casualidad emitieron anoche en Telemadrid Banderas de nuestros padres, la visión de Clint Eastwood sobre el famoso episodio de la bandera izada en Iwo Jima, desmitificadora y dura, nada complaciente con el patrioterismo al que nos tienen acostumbrados los americanos. Me gustó más aún Cartas desde Iwo Jima, que mostraba el lado humano de los japoneses y era todo un alegato contra la guerra. Clint Eastwood no tiene nada que ver con Tarantino : éste es rompedor, aquél más clásico, pero ambos saben demostrar su amor al cine. Respeto a cuantos saben poner en pie una buena historia y agradezco que me hagan pensar y disfrutar no sólo durante la proyección, sino también transcurrido el tiempo, señal de que su obra es perdurable y merece la pena.
Feliz semana a todos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

GORDOS

Me gusta ver cine español, a pesar de las malas críticas que suele cosechar. Siempre está en crisis, muchos arremeten contra sus actores, directores o productores por ser unos pedigüeños y, salvo excepciones, parece un cine de segunda o tercera, siempre a la sombra de las grandes producciones (no necesariamente mejores) que acaparan las salas gracias a unos grandes presupuestos y unas promociones que ya quisiéramos por estos pagos. Es cierto que no todas las películas españolas son buenas, ni siquiera estimables. De las rodadas en un año, apenas se estrenan una pequeña parte. ¿Qué pasa con el resto? ¿Por qué no se concentran en unas cuantas todos los recursos? Es una utopía, lo sé. Alguien dirá que los creadores tienen derecho a llevar a cabo sus proyectos, es cierto, pero los resultados son con frecuencia lamentables. En España hay muy buenos actores y grandes directores. ¿Por qué no hay más buenas películas? No sé si es problema de guionistas, de egos desmesurados o de productores miedosos y rácanos. Hablo como espectadora, ignorante de lo que supone rodar una película. Y como espectadora puedo juzgar si es buena o no, o, al menos, si me interesa, me conmueve o me divierte. Soy un tanto exigente, por supuesto. El cine no es barato y no me gusta que me tomen el pelo. Sin embargo, quizá por mi predisposición inicial, suelo salir satisfecha de la sala. Sé de antemano más o menos lo que voy a ver y lo que puedo esperar, por eso no me llevo grandes desilusiones. Agradezco un producto bien hecho en cuanto a la factura técnica al menos, digno, medianamente creíble, entretenido y capaz de provocarme ideas y pensamientos.
Gordos es una película estimable, aunque no redonda. Cuenta la historia de unas personas que acuden a un grupo de terapia para afrontar su gordura, no necesariamente para adelgazar. Cada uno tiene una motivación y una vida muy particulares. Al ser una historia coral toca varios temas sin profundizar demasiado en ninguno, pero me gustó bastante. Cuenta lo bastante de cada uno para interesar y deja libre al espectador para sacar sus conclusiones. Este tipo de películas son testimoniales, un mosaico multicolor y polimorfo para mostrar matices muy diferentes de un msimo tema. La obesidad esconde frustraciones, miedos, inseguridades, pero al mismo tiempo esas personas tienen sueños, ideales, valores, capacidades y deseos oscurecidos o tapados por su gordura. Unos adelgazan y otros no, pero eso es lo de menos. Hay sexo, religión, inteligencia, dudas, certezas, incomprensión, ternura, engaños, sinceridad... Quizá demasiado para algunos, según he leído. A mí me gusta esa variedad, pasar de una historia a otra con naturalidad. Cada uno es un mundo. Hay quien no soporta el exceso de kilos en sí mismo ni en los demás, o quien lo utiliza para fines casi inconfesables, o quien lo soporta con dolor porque supone rechazo social. Se ha hablado tanto de la importancia de la imagen en el mundo actual que no merece la pena ahondar en el tema. Es un problema para muchos, real o imaginario. Los kilos importan según nuestra apreciación particular, independientemente de su relación con la salud. No me gusta la gente obsesionada por su aspecto exterior, por evitar a toda costa ganar unos kilos o perder su aspecto juvenil, los adictos al ejercicio físico hasta extremos casi enfermizos. Suelen arrastrar grandes conflictos internos, complejos, inseguridades, tiranías más o menos ocultas y una gran superficialidad.
En la película hay una adolescente que debe soportar las bromas de sus compañeros por su obesidad. Es un problema muy frecuente, como bien sabemos los docentes, como lo es el alarmante crecimiento de la obesidad entre los jóvenes. La chica es muy inteligente, pero gorda, y su propio hermano la zahiere constantemente por ello.
Una pareja está metida en un grupo religioso cuya doctrina mediatiza su relación, especialmente la sexual. Otro es un homosexual quizá demasiado exagerado, interpretado por Antonio de la Torre, que debió engordar más de treinta kilos para adelgazarlos después por exigencias de guión (esta vez es cierto). El propio terapeuta tiene una vida de pareja conflictiva, no sabe aplicarse sus popias teorías (caso frecuente, como bien sabemos). En fin, historias variadas, tragicómicas, realistas. Algunos habrían preferido no mezclar el drama y la comedia (el director dice que es una "dramedia"), pero yo creo que así resulta más natural. Según él, "lo que les engorda de verdad son todas las cosas que les pasan y que no saben cómo digerir. La obesidad sólo es una metáfora para hablar de esas cosas que nos tragamos día tras día, que van creciendo en nuestro interior y que tanto nos cuesta expresar, atender o incluso asumir." "Creamos un carácter que nos ayuda a sobrevivir y que en la mayoría de los casos va en contra de nuestra propia libertad". "Estamos acostumbrados a actuar todo el día". Dice que quiere contar las historias a su modo, historias que perduren en el espectador más allá de lo que dura la película. En mi caso lo ha conseguido. Yo también tengo problemas con los kilos de más, es un asunto más estético que de salud sin llegar a ser preocupante. En fin, no merece la pena dedicarles mucho espacio aquí.
Me gustó Gordos, me hizo reír, pensar, disfrutar. Los actores son estupendos (seña de identidad de nuestro cine, menos mal). Es una buena historia mezcla de otras, original y bien rodada. Os la recomiendo, a sabiendas de que no a todo el mundo le va a gustar.
Feliz semana a todos (para muchos, la primera del nuevo curso). Valor, y al toro.

sábado, 5 de septiembre de 2009

VUELTA AL COLE

El Peine de los Vientos, en el extremo de la playa de San Sebastián, sigue ahí, soportando impávido las galernas y los embates del mar. Es un foco de atracción imprescindible para cuantos visitan tan preciosa ciudad. Simboliza la resistencia frente al viento. Ha sido uno de los escenarios de mis vacaciones. Agosto ha supuesto mañanas de playa soleadas y agradables pero sin calor sofocante, nieblas pertinaces algunos días, largos paseos, buena comida, mucha lectura, siestas relajadas, salidas con familia o amigos, deleite de la vista ante paisajes siempre verdes y mercados rebosantes de productos de primera calidad, pueblos encantadores, el inmenso Cantábrico profundamente azul ... en suma, descanso y placer, lo que debería ser el objetivo de cualquier periodo vacacional que se precie. Yo he tenido la suerte de disfrutarlo, como otros años. Lo necesitaba, estaba deseando hacerlo. Resulta tópico hablar de un cambio de aires siempre recomendable, pero es así.
El 1 de septiembre marca el inicio del curso escolar, el final de las vacaciones, la vuelta a eso que solemos llamar rutina, aunque no sea del todo cierto. Es ahora cuando empieza realmente el año y no el 1 de enero. Aún guarda nuestra piel el bronceado conseguido en la playa, nuestros ojos añoran ya los paisajes contemplados en largos paseos por otras tierras y el cuerpo echa de menos el descanso de las horas largas y plácidas, sin prisa, sin apenas horarios, sin agobios. Ahora toca cambiar de tercio, volver a ver a los compañeros, conocer otros nuevos, colocar las clases (un verdadero agobio, al menos para mí), sacar papeles y libros, preparar las programaciones y las actividades, celebrar reuniones más o menos interesantes o tediosas, empezar, en fin, un nuevo curso con todo lo que ello supone. En mi caso tendré alumnos nuevos porque nos llega una avalancha procedente de la privada y concertada y nos abren varias aulas. Pero, ay, se jubiló mi colega del alma y todo va a ser más difícil sin él, sin su experiencia, su temple, su seguridad. Me siento un tanto desvalida a pesar de la buena gente que me rodea. No soy novata en absoluto, pero sigo teniendo dudas y vacilaciones y siento que me equivoco más de lo esperado. Un maestro siempre está expuesto a miradas críticas y cualquier error se puede magnificar hasta extremos insospechados. Me temo, sin embargo, que el primero y más terrible crítico es uno mismo. Estamos acostumbrados a tratar con todo tipo de personas, nuestra labor va mucho más allá de la mera transmisión de conocimientos porque formamos seres humanos, ahí es nada.
Hace dos días recibí una llamada inesperada que me llenó de contento. Era de una colega de hace muchos años, en Majadahonda. Se jubiló en junio y una madre agradecida mandó al periódico El País una carta sumamente emotiva, que yo leí, por fortuna. Tras ella vino una entrevista en "La Ventana", que no escuché, y, lo más sorprendente y atractivo, la oferta de una editorial para publicar sus memorias como maestra durante treinta y nueve años, pues decían no tener apenas testimonios de docentes de los últimos años. Así que en ello está mi amiga Julia, recopilando datos y recuerdos de tantos alumnos, compañeros y colegios. Cómo la envidio, poder dedicarse ahora a ordenar sus imágenes, sensaciones y experiencias para verlas plasmadas en un libro. Ahora que tiene tiempo, muchas ganas de vivir y fuerza suficiente puede dar testimonio de lo que es el trabajo entusiasta y entregado de un maestro. Me parece una noticia sensacional para empezar el curso con ganas y energías renovadas.
He vuelto a mi sesión de cine semanal. Tenía muchas ganas de ver "Enemigos Públicos", y no me decepcionó. Es una película intensa, dramática, muy bien filmada y con diálogos profundos. La banda sonora es un magnífico fondo. Está hecha con mimo y cuidado en la ambientación, los detalles, los personajes. Por lo que he leído sobre la vida de John Dillinger, es bastante fiel a lo que ocurrió en realidad. No ensalza la figura del ladrón, pero tampoco lo condena en exceso, es bastante objetiva. Podría haber sido mejor, es lo que más se le critica, pero el resultado es más que digno. Tiene el sabor de las viejas películas de gángsteres. Johnny Depp está genial, el papel le va como un guante. No faltan las críticas al poder y a ciertos métodos policiales. El cine no tiene por qué ser documental, pero sí debe estar documentado y ser creíble.
En julio vi una obra maestra, "Up". Qué bonita, qué emotiva, qué pequeña joya para chicos y grandes. Los niños se reían porque tiene golpes muy divertidos y ocurrentes, pero en realidad es una historia para adultos, la historia de un amor inolvidable y maravilloso que impulsa a un viejo cascarrabias (con la cara de Spencer Tracy) a realizar el sueño de su mujer ya fallecida. Está llena de ternura y de detalles. Va mucho más allá de las películas de animación al uso, aunque últimamente este género ha ofrecido grandes obras. Ya quisieran muchas obras "serias" ser tan profundas y bellas sin caer en la ñoñería, porque cuando se trata de sentimientos la línea entre lo emocionante y lo cursi es muy delgada. Os la recomiendo muy de veras.
Feliz curso a todos.