sábado, 18 de octubre de 2008

Fin de semana

Ayer fui al cine, como cada viernes. El viernes es además el día que solemos salir a comer los colegas para alejarnos un poco del cole, aunque llevamos muy mal lo de dar clase por la tarde, da mucha pereza volver. En cualquier caso el "finde" siempre se recibe con alborozo. Me fui hasta Las Rozas para ver La conspiración del pánico, aunque mi intención era ver Corredor de fondo, pero no llegué a tiempo. Con la tarjeta de Cinesa la entrada cuesta 5 euros, pero la palomitas y el agua me costaron nada menos que 7, qué ladrones. En Majadahonda la entrada ya vale 7,50, y luego dirán que hay que ir más al cine, qué morro tienen. Para una familia se pone en un pico considerable, no me extraña que la gente se baje pelis a mansalva de internet y se monte una sesión privada en el salón de su casa.
La película no está mal, aunque resulta bastante increíble, o no tanto si supiéramos de verdad con qué medios cuenta el poder para controlarnos. El argumento no es nuevo ni algunas situaciones tampoco: un chico normal y currante, pero indisciplinado y algo anárquico que se lleva mal con su padre se ve envuelto en un lío considerable sin saber cómo ni por qué. En eso se parece a Enemigo público, o, mejor aún, a Con la muerte en los talones, aunque a ésta no le llega ni a los ídem, y eso que copia con bastante descaro una de las escenas. Aparece un superordenador que recuerda al Hal de 2001: Una odisea del espacio, voz incluida. ¿Hasta qué punto es lícito entrometerse en la vida privada de las personas para salvaguardar la seguridad nacional? ¿Por qué algunos países se creen con derecho a invadir otros y causar miles de muertos? ¿Estamos realmente a salvo de los que dicen salvarnos? Hay cámaras por todas partes, quién sabe hasta dónde nos vigilan y de lo que son capaces con tal de seguir haciéndonos creer que todo lo hacen por nuestro bien. ¿Nuestro bien? ¿Qué derecho tiene nadie a saber adónde voy y con quién, o qué hago en mi tiempo libre, o lo que compro en el supermercado? Vamos por la vida sintiéndonos seguramente a salvo, pero no lo estamos. Cierto que a veces esos métodos sirven para atrapar a algún delincuente real, pero otras no son sino abuso de poder. Nos pueden encontrar en cualquier sitio, con cualquier motivo. No estamos a cubierto de virus (y no precisamente el de la gripe), de hackers y del Poder. A más supuesto desarrollo, mayor riesgo para la privacidad. En fin, el cine siempre ofrece historias espectaculares, esperemos que no todas se hagan realidad algún día.
No me apetece nada ver Camino, aunque confieso que me pica la curiosidad, pero la idea de ver en la pantalla el sufrimiento de una niña utilizado con fines propagandísticos me revuelve por dentro. Ya sé de lo que son capaces la Iglesia y el Opus. Conozco de sobra sus ideas sobre el sufrimiento glorificador, te dicen continuamente que es bueno sufrir en esta vida porque tendrás tu recompensa en la próxima. Joder, yo quiero ser feliz aquí y ahora, no cuando no pueda disfrutarlo, porque la existencia del Paraíso está por demostrar. Rompí con la Iglesia hace tiempo por motivos largos de explicar, y día tras día me demuestran que no se merecen mi atención ni mi dinero, que reciben a pesar de todo.
Ya estoy acabando Los hombres que no amaban a las mujeres. Ya tengo El documento Saldaña, que tiene buena pinta, y Un asesinato piadoso, de J.M. Guelbenzu. En verano leí Mil soles espléndidos, que es una preciosidad a pesar de su dureza, y Retrato en sepia, con bastante retraso con respecto a su publicación, pero bueno, ahí estaba, esperándome. Como siempre me ha encantado leer y me gasto una pasta en libros intento que mis alumnos también se enganchen a la lectura, pero es difícil. Les gusta mucho leer en voz alta, eso sí, y animo a los padres para que lo hagan, pero rara vez lo consigo. Hoy hay muchísmas publicaciones para cualquier edad, pero yo me hice lectora con Verne, Stevenson, Salgari, la colección Historias de la editorial Bruguera, el Capitán Trueno, el Coyote (mi ídolo de juventud), Frank G. Slaughter, Sven Hassel (los libros que tenía mi padre) y tantos otros. Durante años fui ferviente seguidora de Antonio Gala, pero sus últimas novelas me defraudaron mucho. A quien admiro de veras es a Almudena Grandes, pero la de las últimas novelas, porque no pude con Malena es un nombre de tango o Las edades de Lulú. En cambio me encantaron Los aires difíciles (la adaptación al cine fue muy digna), Modelos de mujer, Atlas de geografía humana y, sobre todo, El corazón helado, un novelón. También estoy a la espera de lo próximo de Lorenzo Silva, que siempre consigue engancharme, tanto en las novelas policiacas como en las dirigidas al público juvenil.
Otro día, más. Buen fin de semana a todos.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Ayer por la noche vi Camino. Iba con prevención y escasa ilusión, pero no teníamos mucho donde elegir. La película de Javier Fresser es magnífica. Me dejó conmocionado. No creo que sea una película que guste demasiado al OPUS DEI, no pienso que sea una película propagandística sino más bien muy crítica. El doble juego de historias que se cruzan es sorprendente y el final es fortísimo. Lo que a primera vista parece desgarrador se convierte casi en cómico y tierno, maravillosamente preadolescente en esa escena en que Camino.... Bueno no te la cuento, es mejor que la veas. No es lo que te piensas. Un cordial saludo.

Pedro de Paz dijo...

Estimada Yolanda:

Deseo de corazón que disfrutes con la lectura de El documento Saldaña. Me encantaría conocer tu opinión sobre el libro una vez hayas concluido su lectura.

Recibe un cordial saludo,
Pedro de Paz