sábado, 6 de junio de 2009

SUEÑOS DE JUVENTUD

Sueños de juventud es una película sencilla, tierna, emotiva. No la mencionan en Cinemanía ni en el periódico (al menos yo no he encontrado la reseña) pero me apetecía ver algo muy diferente a la última entrega de Terminator, que es quien manda esta semana en las carteleras.
Cuenta la historia de Josef, un profesor de literatura en un instituto de Praga que al darse cuenta de que ya no aguanta a sus maleducados alumnos adolescentes (una colega mía los llama "aborrescentes") decide dejar su trabajo. Uno de sus últimos actos como profesor consiste en escurrir una esponja sobre un alumno gallito, lo que le supone una denuncia. No se lo piensa mucho y se va. Su mujer, con la que lleva casado más de treinta años, soporta mal su continua presencia en casa, y él, aún activo y vital a sus sesenta y cinco años (¿a qué edad se jubilan los checos?) decide buscar otro trabajo porque no quiere ser un viejo aburrido y cansado dedicado sólo a matar el tiempo paseando, como sus amigos. Se convierte en el mensajero de más edad de Praga sobre una bici, pero un accidente le aparta de esta tarea. Entonces encuentra un empleo como reponedor de botellas en un supermercado y así ve pasar por la ventanilla a los clientes habituales, para quienes siempre tiene palabras amables y con los que entabla unas relaciones muy especiales. Es un hombre educado, tranquilo, observador y siempre dispuesto a ayudar, lo que le ocasiona algún problema.
La película esá llena de pequeños detalles que me llamaron la atención. Por ejemplo, el trabajo de reponedor de botellas: el protagonista comparte con otro viejo la tarea de recoger las botellas usadas y pagar al cliente que las entrega. ¿Cuánto hace que hacíamos eso en España? Hoy todas las botellas son "no retornables", pero, eso sí, nos hemos vuelto unos expertos en contenedores de varios colorines. A Josef se le acaba el trabajo cuando instalan una máquina automática que hace la misma labor. Yo recuerdo la que había en el PRYCA.
Josef está intrigado por las marcas que lleva en un lado del vientre una de las clientas. ¿Serán recordatorios de orgasmos, como las muescas en un revólver? Casualmente lo descubre: la chica es camarera y señala así, con una rayita, los vodkas que sirve.
Lleva la compra a domicilio a una anciana que vive sola y busca pareja a su hija abandonada por su marido, quien a pesar de ello le sigue llamando "papá" porque le tiene mucho cariño. Es un hombre afable del que quedas prendido sin remedio, encantador y lleno de vida. No se dedica a los bailes de salón, ni a las clases de inglés, ni a ir a Benidorm en enero. Supongo que la vida de jubilado difiere mucho de un país a otro. Él prefiere relacionarse con sus semejantes, seguir aprendiendo porque la vida está también fuera de los libros y ayudar a quien lo necesite. Se siente vivo y quiere seguir siendo útil. La escena final, un viaje en globo solo con su mujer por un incidente, es preciosa. Toda la película destila ternura, tranquilidad, felicidad sin estridencias. Creo que ha recibido varios premios y ha sido la película checa más taquillera, aunque aquí, previsiblemente, tendrá poca difusión y poca taquilla. Es la última de una trilogía autobiográfica del director, Jan Sverák. Me gustaría ver las otras dos. Este tipo de películas levantan el ánimo y te hacen salir del cine con una sonrisa y sintiéndote en paz con el mundo.
Qué distintos somos... Nada que ver el ambiente de Praga con el de Suecia tal como aparece en Déjame entrar o Los hombres que no amaban a las mujeres, o el de España actualmente. Quizá se parezca al nuestro de hace unos cuantos años, o al de algún barrio o ciudad de provincias, como se decía antes. Lo que sí es común es el número creciente de jubilados. Llenan calles y plazas y forman una nueva clase social. Mis colegas jubilados están felices con su nueva situación. Tienen una buena pensión y están ocupados con sus aficiones, sus nietos, sus viajes... Yo aún no pienso en la jubilación, ni siquiera la deseo. Algún compañero mío lo está deseando, sin tener la edad todavía, porque se siente muy a disgusto. Otro lo pasó muy mal cuando tuvo que dejar de trabajar por razones de salud. En cambio otra va regularmente al colegio a leer cuentos a los pequeños. Cada uno es un caso diferente. Yo creo que me apuntaré a alguna ONG, o iré a los hospitales a leer a los enfermos y hacerles compañía, o me dedicaré a alfabetizar a inmigrantes o algo así. Los días se hacen muy largos sin un objetivo que cumplir. Pienso en mi padre, por ejemplo, que pasó a la reserva siendo relativamente joven y no supo sacar partido a su situación. Me da miedo el vacío, la inactividad, la falta de horizontes. Tampoco creo que haya que estar todo el día en danza, pero sí buscar una ocupación satisfactoria. Hay quien hace de modo gratuito lo que mejor sabe hacer, llevar una contabilidad, por ejemplo. Yo necesito hacer algo, cuanto menos hago menos deseo hacer. Necesito escribir más cuando estoy muy ocupada y me asaltan mil ideas, en vacaciones me faltan estímulos. Gano en tranquilidad, desde luego, pero se ralentiza mi ritmo interior. Ah, la vida... Dice Antonio Gala que quiere que su epitafio diga: "Murió vivo". Hay que seguir vivo hasta el final, desde luego. Hoy pueden pasar muchos años desde la jubilación hasta la muerte y hay que saber qué hacer con ese tiempo. Paradójicamente, es otro de los problemas de nuestra época: cómo ocupar el ocio creciente. Lo deseamos pero acaso lo aprovechemos mal.
Feliz semana a todos. Y feliz ocio, desde luego.

6 comentarios:

Joselu dijo...

Entiendo a Josef. Uno puede haber amado profundamente la profesión de profesor y llegar un día en que no se puede aguantar más. Si la edad de jubilación está cercana el problema es menor, pero si todavía quedan muchos años puede llegar a ser muy cruel para ese profesor y sus alumnos. Creo que cabría tener la posibilidad de cambiar de profesión en la vida. Coincido contigo en que mejor tener algo en que ocuparse. Yo estudiaría fotografía, cine, teatro, escribiría, colaboraría, como sugieres tú, con alguna ONG... Ideas no me faltarían. Parece interesante esta película. Yo vi hace dos semanas una en Zaragoza titulada Lejos de la tierra quemada, que me gustó mucho. La versión del libro de Stieg Larsson no está mal. Tus crónicas cinematográficas y tus reflexiones me resultan muy sugerentes. Un abrazo, colega.

Miguel dijo...

La jubilación debe de ser un tiempo mágico. Un nuevo tiempo. La imaginación, en estos años debe jugar un papel importante, porque a muchos jubilados lo que les falta es precisamente eso, imaginación. Porque se pueden hacer tantas cosas... a mí me pasa como a ti. La lluvia de ideas cae sobre mí cuando más ocupado estoy. Si alguna vez estoy ocioso, sin nada que hacer, me cuesta más decantarme por algo. Y es que no sé estar sin hacer nada. Tendré que alimentar y cultivar mi imaginación para estos años que seguramente serán, como decía, mágicos.

Un abrazo colega. ¿Ya estás redactando la memoria fin de curso? Yo, aún no.

Sarashina dijo...

Precioso comentario, Yolanda. Me han dado muchas ganas de ver la película. Parece eu el cine checo es así de tierno y humano. Hace poco vimos "Mi dulce pueblecito" y nos encantó por su humor, su ternura y su humanidad. Voy a buscar esta, que seguro que me gusta. Respecto a la jubilación, a mí aún me queda un poco, pero estoy segura de que será un tiempo muy bueno para mí si llego con salud, que con ánimo, ganas de vivir y entusiasmo seguro que sí. Yo, como Joselu, entiendo al profesor cansado. Cuando dije que a los sesenta me jubilliaría, hubo compañeros que me dijeron que no debería hacerlo, que podría seguir un poco más, porque lo hago bien y estaría joven aún. Considero que a esa edad, habré cerrado una etapa de mi vida, y tengo otras cosas que me gustaría hacer en ese tiempo. Muchas gracias por la recomendación.

Yolanda dijo...

Joselu, en verdad es terrible tener que dar clase después de perder el interés por la enseñanza. Yo sufro las consecuencias de ello y no me parece justo que los alumnos paguen por una situación personal con pocas salidas airosas. No sé por qué los maestros tenemos que serlo de por vida si a mitad de camino nos sentimos cansados. Mi marido ha cambiado varias veces de actividad y siempre le ha salido bien, pero reconozco que tiene unas cualidades poco comunes.
También es verdad que no es fácil renunciar a un trabajo fijo con un sueldo regular y unas vacaciones envidiadas por todos, pero creo que la satisfacción personal debe estar por encima de eso. En la misma situación no todos están igual, por eso cada uno debe buscar sus motivaciones y sus recompensas.
Quise ver "Lejos de la tierra quemada", pero duró poco y se me pasó. Esperaré al vídeo.
Celebro que mis recomendaciones te sirvan, es una satisfacción más después de disfrutar de una obra bien hecha.
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Miguel, anteayer celebramos la jubilación de mi querido colega José, que me deja después de veintitrés años de estrecha colaboración. Lloré mucho, me siento un poco viuda, me faltará mi media naranja profesional a partir de septiembre y no sé quién va a acompañarme en este nuevo tramo. Para mí será un gran cambio que a ratos se me antoja terrible. Además, tendré que dar las matemáticas que él ha dado hasta ahora, lo que supone un nuevo reto. No es una buena solución, pero es la mejor, visto el panorama con el dichoso bilingüismo. Él está feliz, desde luego, aunque echará de menos todo lo que deja atrás. Ya sabe cómo llenar su tiempo, cosa que yo ahora no sabría hacer. Necesito estímulos para moverme, para escribir, para actuar.
Ya he terminado la memoria y hemos elegido los nuevos libros de texto, pero nos esperan días muy ajetreados aún. Paciencia...
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Clares, yo no quiero pensar en la jubilación porque creo que no voy a saber qué hacer sin trabajar. Además se rumorea que se acaba lo de la jubilación a los 60, así que lo siento por los que están deseando que llegue ese día. Eso sí, tampoco me parece justo obligar a nadie a seguir en algo que ya no le gusta, pero es un compromiso que hay que asumir hasta el final. Hay quien quiere dejarlo pero sin renunciar a la pensión, y eso ya es otro cantar.
Ve a ver la película si puedes, te gustará. Estas obras "menores" suelen ser encantadoras.
Un abrazo, colega.