domingo, 22 de noviembre de 2009

TODOS ESTAMOS TOCADOS

El viernes tocaba teatro. Conseguimos ponernos de acuerdo un grupo de excelentes colegas y amigos y fuimos a ver Toc, Toc, una desternillante sátira sobre los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC en el lenguaje psiquiátrico). La oferta teatral madrileña es abundante y variada y permite elegir aquello que más te guste o te apetezca. Esta vez elegimos una obra divertida porque a estas alturas de trimestre necesitamos reírnos y relajarnos y no estamos para dramas. Conseguimos nuestro objetivo con creces. Toc, Toc , del francés Laurent Baffie, asegura casi dos horas de risas continuas, con siete actores estupendos que encarnan a pacientes con distintas patologías que acuden a la consulta de un afamado doctor que garantiza la mejoría de su mal en una sola sesión. El doctor no aparece y ellos montan su propia terapia de grupo. Hay un afectado por el síndrome de Tourette (ST) que involuntariamente insulta y vocifera a quienes le rodean, un taxista obsesiondo por el cálculo (se llama Camilo y en su camiseta pone "K 1.000 O"), genial, ocurrente y bastante tocapelotas (con perdón), una hipocondriaca fanática de la limpieza que cree ver en todas partes microbios y posibles contagios, una joven que repite dos veces cuanto dice y oye, una mujer mayor que se persigna continuamente y cree haber olvidado las llaves, o haber dejado abiertos el gas y los grifos, entre otras obsesiones, y un joven para quien la simetría y el orden lo son todo, junto a su incapacidad enfermiza para pisar las rayas del suelo, lo mismo que le ocurría a Jack Nicholson en Mejor, Imposible , una de las mejores comedias de los últimos años. Los seis conforman un grupo variopinto y curioso que establece unas relaciones muy especiales. Todos están allí porque ningún especialista hasta la fecha ha conseguido encontrar alivio para su TOC, lo que les impide llevar una vida digamos normal. El taxiste dice que ha ido allí por su mujer, que tras veinticinco años no soporta su manía calculadora, porque él, la verdad, no siente que tenga realmente un problema. Primera fase de una enfermedad: la negación. "Yo no tengo un problema, son los demás quienes lo tienen. ¿Cómo pueden vivir con este desorden?", por ejemplo. ¿Cuándo un defecto, o una manía, o una obsesión, llegan a convertirse en una enfermedad? Mi abuelo paterno era hipocondriaco y nunca fue tratado por un psicólogo. Sus obsesiones eran el pan nuestro de cada día. Tomaba treinta y tantas pastillas al día, aparte de jarabes e inyecciones. Si alguien le contaba que tomaba tal medicamento para el hígado, él se lo compraba de inmediato por prevención. Se ponía voluntariamente dolorosas inyecciones de hígado o hierro y la vacuna contra el tétanos cada dos por tres porque temía morir si se pinchaba accidentalmente con un clavo algo oxidado. Dos veces tuvieron que ingresarlo en un hospital porque estaba convencido de que se había infectado. "No tiene nada, pero si no le tratamos como si lo tuviera se muere de verdad", dijo el médico. Gastaba cantidades ingentes en medicamentos, por supuesto, y hacía el pedido por teléfono a la farmacia como si fuera el Hipercor. Todas las noches comprobaba una y mil veces puertas, ventanas, grifos y llaves de paso. Y, sin embargo, nadie consideró que mereciera atención psicológica.
Pasa el tiempo y el doctor sigue sin aparecer. La enfermera explica que viene en avión desde Londres y que la niebla primero y el tráfico después le están retrasando. Así que los seis pacientes empiezan una partida de Monopoly curiosa y esclarecedora. El ritmo de la obra va subiendo y se suceden las situaciones hilarantes, los diálogos ingeniosos (gran mérito del autor de la versión española, Julián Quintanilla) y los toques humorísticos y humanos a un tiempo. Al fin y al cabo, son enfermos que necesitan ayuda. Y se les ocurre montar una peculiar terapia de grupo: por orden de llegada, cada uno tiene tres minutos para intentar controlar su problema apoyado por los demás. El éxito parece desigual e incluso nulo: no tienen remedio. Pero alguien cae en la cuenta de lo que realmente ha pasado: por un momento, todos han conseguido controlarse y olvidarse de lo suyo. ¿Cuándo? Cuando se han olvidado de "su" problema y se han volcado en el otro: el joven pisa las rayas sin pensar cuando va en busca de un vaso de agua, la fanática de la limpieza se olvida de ello cuando toca al otro... Dejar de mirarse al ombligo es el paso imprescindible para curarse, eso es lo que aprenden sin la ayuda de ningún médico, simplemente hablando entre ellos, comprendiéndose, apoyándose mutuamente. Y una frase: "La amistad no ensucia". Gran verdad, desde luego. Así que después de tanta risa además hemos aprendido algo: todos los problemas tienen solución, o al menos mejoría, con ayuda de los demás. Encerrrarse en uno mismo agrava cualquier contratiempo, por duro que sea. Y, por el contrario, darse generosamente a los otros es altamente beneficioso para el propio equilibrio emocional. No se trata de ir dando la brasa a todo el que nos rodea, sino de buscar (y ofrecer) comprensión y complicidad. Los maestros lo sabemos muy bien. El intercambio de información y materiales y la aparentemente simple concesión de unos minutos de atenta escucha obran milagros, más, mucho más que tantas reuniones largas, tediosas e inútiles que no llevan a ninguna conclusión válida. Hay quien dice que si acudiéramos más a los amigos no tendríamos que ir tanto al psiquiatra, y no es ninguna tontería. Hay casos en los que resulta necesario, claro, pero si descargáramos más las tensiones riéndonos y charlando con los amigos nos iría mucho mejor. Es la mejor terapia. Yo acudí a varios grupos así hace años y aprendí muchísimo. Lo que vi, escuché y aporté en las muchas sesiones me ayudaron a sacar y conjurar mis demonios, ésos que me hacían tanto daño. Es una experiencia muy recomendable.
Tras la risa, bocata de calamares, algo tan castizo y tan nuestro. Madrid era un hervidero variopinto, curioso y alborotado. Muchos hacían largas colas para comprar el décimo que supone en muy pocos casos la solución a sus problemas. Es la tradición de cada Navidad, un rito ineludible. Y acabamos con un chocolate con churros que nos dejó un dulce sabor de boca. "Di que es el valor del chocolate", me insistía Miguel, el alma de nuestras salidas. Y es que lo tomamos en el establecimiento de Valor, el buen chocolate que tan bien conocen los habitantes de Villajoyosa, por ejemplo. Así que fue una noche perfecta, unas horas que nos sirvieron para olvidarnos de la larga y ajetreada semana laboral entre amigos entrañables, valores seguros que nunca fallan y siempre están ahí, para lo bueno y para lo aciago, como hemos demostrado en no pocas ocasiones. La amistad es un sentimiento impagable, enriquecedor y sólido como pocos. No hay que dejar crecer la hierba en su camino, según el sabio proverbio. Seguiremos caminando, pues, día tras día, por aulas, patios y pasillos, y otras veces cambiaremos el espacio de nuestros pasos. No importa el lugar, nunca estaremos solos.
Cambiando de tercio, una breve reseña cinematográfica. Fui a ver "2012" porque tenía invitaciones, pero no la recomiendo. Os la resumo: efectos especiales, 10; historia, 0,5. Es increíble de principio a fin. Los guionistas han hecho un corta y pega con otras películas catastrofistas del tipo de Titanic, La aventura del Poseidón, El día de mañana y otras por el estilo, así que los actores están porque tiene que haber personas, pero nada más. Tal como vamos, no hará falta un meteorito ni una invasión extraterrestre ni unas extrañas erupciones solares para acabar con nuestra vieja Tierra, nosotros solitos vamos a destruirla a no mucho tardar. Hay suficientes armas nucleares como para cargársela y el cambio climático lo está haciendo inexorablemente porque no somos capaces de modificar nuestra manera de obtener bienestar. Y nadie parece capaz de cambiar este rumbo...
Feliz semana a todos.

10 comentarios:

zim dijo...

¡Qué interesante! Me hubiera gustado verla. Pienso que si nos analizásemos en profundidad, quien más quien menos hallaría en su comportamiento síntomas de manías y de fobias. Yo desde luego las tengo, y más de una (creo que daría para una entrada de blog, jajaja), lo que ocurre es que me permiten convivir con ellas de manera pacífica, no me complican la existencia hasta el punto de tener que consultar un psicólogo para pedir ayuda (aunque nunca se sabe cómo van a evolucionar...)
Por otro lado, tienes toda la razón en el poder de la amistad. Yo diría el poder del verbo 'compartir': cualquier cosa, buena o aciaga, se vive mejor si tenemos con quién reir o con quién llorar. A veces quien escucha puede ser un extraño, no necesariamente amigo, y el efecto balsámico se percibe igualmente... ¿no es eso lo que hacemos en los blogs, al menos en parte?.
Un saludo y gracias por tu análisis.

Joselu dijo...

¡Qué suerte la de poder ver teatro de calidad en castellano! Por aquí es prácticamente imposible, como ya he comentado en alguna otra ocasión. Y eso que tendría muchísimo público potencial. La obra que reseñas es divertida y me hubiera gustado verla. En cuanto a esas terapias de grupo, ¿quién no necesitaría alguna para poder sacar lo que queda dentro? Todos tenemos como dice Zim, fobias, miedos, manías, aprensiones, y muchas veces algo más que merecería ser hablado. La conversación es la mejor terapia que existe, y el intercambio de situaciones con otros también afectados.

En cuanto a 2012, he de decir que no la he visto. Este fin de semana fuimos a ver Julia, Julie, que nos aburrió soberanamente. No sé si hubiera preferido ver la película catastrofista que criticas. En cuanto a efectos especiales debe ser formidable, aunque su contenido sea mínimo. No hemos tenido mucha suerte este fin de semana con el cine, aunque hay que decir que los multicines que tenemos cerca de Cornellá hay muy poca oferta. Para ver algo más relevante hay que desplazarse a Barcelona y eso un sábado por la noche se hace cuesta arriba. Envidio esas noches tuyas de teatro. ¡Qué maravilla! Hace tanto tiempo que no voy al teatro...

Lola dijo...

Bueno Yolanda! es un placer leerte, de verdad. He disfrutado un montón leyendo tu post. Aparte de la crítica, es la manera de contarlo lo que contagia tu estusiasmo o tu repulsa.
Ire a Madrid a ver la obra pues no sabes las ganas que tengo de reirme de verdad.
Me alegro de tu fin de semana con amigos de verdad, eso ya vale un mundo entero.... el estar con amigos ya es una terapia de por sí.
Un abrazo de verdad Lola

Sarashina dijo...

Con lo que me has dicho en este estupendo post, en cuanto vaya a Madrid, que será para enero, me saco las entradas, si es que sigue en cartel, que espero que sí. Y de 2012, ni hablamos, que tú ya lo has dicho todo. Gracias por tanta y tan aguda información.

Sarashina dijo...

Por cierto, las manías son algo muy propio de mi familia. Mi bisabuelo, que era abogado, por la mañana, ya vestido para irse a la Audiencia, si oía pasar a un vendedor ambulante pregonando su mercancía, se tenía que cambiar de ropa por completo, hasta los calzoncillos, porque si no lo hacía, estaba seguro de que todo le saldría mal.

Yolanda dijo...

Zim, efectivamente "compartir" es la clave de todo, gracias por recordármelo. Compartimos espacios, ideas, actividades... Escribimos para comunicarnos y para recibir respuesta, la necesitamos. Todos tenemos particularidades, pequeñas o grandes manías, costumbres un tanto exóticas... y no por ello necesitamos un psicólogo. Creo que se abusa demasiado de ellos. Como cualquier especialidad médica, tienen su función y su utilidad. Cuando los padres no pueden con sus retoños lo llevan al psicólogo, y en muchos casos no es necesario. Pero bueno, ése es otro tema. En cualquier caso, saber hacer humor con unos personajes así tiene mucho mérito.
Gracias por leerme, Un saludo.

Yolanda dijo...

Joselu, es en verdad una lástima que no puedas ver teatro en castellano. Este año estoy yendo mucho, por suerte. El día 12 he conseguido una entrada para ver "Fugadas", con María Galiana y Rosario Pardo, que me apetece mucho, en Villaviciosa de Odón, pero tengo que ir sola, no quedaba nada más. Ya te contaré.
Yo no sabía nada de cómo funciona una terapia de grupo cuando me la aconsejó la psicóloga, pero me fue de fábula. Lástima que debamos tener un problema para ir. Yo tengo muchas ganas de asistir a alguna sesión de libro-fórum en la Biblioteca cercana a mi colegio, no es lo mismo pero la charla en torno a un libro siempre es interesante y salen temas curiosos.
He leído críticas sobre "2012" de todo tipo, incluyendo alguna sátira muy divertida. Es una película cien por cien palomitera, puro entretenimiento sin pizca de credibilidad. Puestos así, también nos tragamos las de Supermán, Indiana Jones o Batman sin cuestionarlas, sabes a lo que vas, por lo que lo único que les pides es que estén bien hechas. "Julie y Julia" no me atrae, creo que es bastante tontorrona y me fío de tu opinión. Alguna vez tenía que patinar Meryl Streep...
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Lola, gracias por leerme. Celebro que te gusten mis crónicas. Si puedes, ve a ver la obra, pasarás un rato muy divertido.
Tengo la suerte de tener unos amigos estupendos. Trabajamos y nos reímos juntos, una combinación fabulosa. Hay que aprovechar las ocasiones para escapar de la rutina y relajarse en buena compañía.
Un saludo.

Yolanda dijo...

Clares, no sé cuánto tiempo estará la obra en cartel. Si quieres, estaré al tanto y te lo diré. Normalmente van de gira cuando acaban en Madrid, lo malo es que vayan a otras provincias que no te pillan bien. Cuando actúan en alguna localidad cercana sólo están un día y a veces es difícil pillar entradas. Ya me pasó con "El método Gronholm", al final sólo pude ver la película.
Deberíamos hacer un catálogo con las manías que conocemos, sería mejor que la "Antología del disparate".
Un saludo.

Miguel dijo...

Como siempre, estupendo post. Muy interesante lo que nos cuentas respecto a las manías de las personas, y a nuestra necesidad de acudir a alguien para solucionarlas. Todos tenemos alguna, aunque sea pequeñita. Y una de las mejores maneras de tratarlas es compartiendo la manía con gente de confianza. Las manías no siempre son explícitas, algunas veces permanecen enmascaradas y el que las sufre, tiene muchas dificultades en aceptar que las tiene. Por eso es importante que las personas nos rodeemos de gente que nos quiera y que en un momento determinado nos pueda abrir los ojos.

Un abrazo.