sábado, 26 de diciembre de 2009

NOTAS NAVIDEÑAS



Sigue el frío, y la lluvia, y mi catarro, tan bien cuidado que no quiere abandonarme. Hoy es el primer día que no he salido a la calle, a ver si estando quieta, calentita y callada me quito de encima este incordio, porque no pienso pasarme todas las vacaciones tosiendo y sin separarme del pañuelo.
Ya han pasado las dos primeras fiestas señaladas, Nochebuena y Navidad. Han sido tranquilas, en familia, como debe ser, aunque ya sabéis lo que dicen algunos: "¿Qué tal lo has pasado? ¿Bien... o en familia?" Si la familia es un nido acogedor te sientes acompañado y querido, pero no faltan todos los años por estas fechas algunas que acaban en urgencias o en la comisaría. La obligación de juntarse no siempre acaba bien, pero nos sentimos comprometidos y luego pasa lo que pasa.
Desde que murió mi madre, hace ya cuatro años, mis cinco hermanos y yo no nos vemos con demasiada frecuencia, aunque estamos en contacto. Las distancias marcan los encuentros. Mis suegros viven cerca y sí nos juntamos estos días, en su casa o en la mía. La Nochebuena fue aquí. Entre mi marido y yo preparamos la cena: buenos entrantes, crema senegalesa (nunca he sabido por qué se llama así, pero está buenísima, a base de manzana, puerro, apio, manzana y caldo de pollo, bien calentita), volovanes rellenos de besamel de marisco, perdices escabechadas y mango natural de postre, para desengrasar. Muchas veces pienso que nos complicamos demasiado estos días en la cocina cuando un buen cocido sería recibido con gran alborozo. Pero no, nos armamos de paciencia (y de dinero) y vamos al mercado a estudiar precios y calidades en los puestos, que ofrecen primorosos productos especialmente preparados para estas fechas. Aparecen embutidos insólitos, patés exquisitos, mariscos enormes, lubinas salvajes (yo le digo al pescadero que me las dé ya domadas, que de salvajes ya estoy un poco cansada), cochinillos blanquísimos, corderos recién sacrificados, almendras, cardos enormes, piñas prietas cargadas de vitaminas... Me encantan los mercados, pero no soporto los grandes centros comerciales con todos los productos ya envasados y envueltos en plástico, no me fío de ellos. Me gustan los tenderos de toda la vida, los que atienden incluso a última hora con la misma sonrisa y la misma amabilidad, los que comentan cualquier detalle de la actualidad y ofrecen alternativas y recetas para cada ocasión. Cada vez tienen más difícil la supervivencia, pero si dejamos que se pierdan perderemos también una parte importante de nuestras vidas. Hace poco estuve en el recientemente remodelado mercado de San Miguel, en Madrid, y qué desilusión... Lo han convertido en un centro pijo y caro, sin ningún encanto.
Como me gusta cocinar, me gusta también comprar comida, y he de reconocer que soy una exagerada. Siempre tengo provisiones como para soportar un asedio. Cuando tengo tiempo no me importa dedicar un buen rato a la elaboración de un plato, aunque prefiero los más rápidos y menos complicados. Creo que una comida preparada y ofrecida con amor es el mejor de los regalos. Cómo echo de menos (y mis colegas y alumnos) mi taller de cocina, perdido ya en el limbo del bilingüismo...
Mi hijo come que da gusto verle, así que nunca he tenido problemas a la hora de preparar algo nuevo. Ayer llevé natillas para la comida de Navidad en casa de mi hermano. A mi padre le encantaban. Y cuando llegan estas fechas suelo preparar cardo con almendras, como lo hacía mi madre, aunque es un engorro limpiarlo (el congelado no es lo mismo, digan lo que digan), así como borraja o lombarda. Esos sabores que recuerdo de la casa de mis padres son imperecederos. Por eso estos días son tan traicioneros, en cualquier momento puede asomar la lágrima ante un olor, un sabor, un recuerdo... Cuando ya vamos teniendo huecos en el corazón los villancicos y los turrones tienen otro significado. Las Navidades de cuando éramos niños no se olvidan nunca. Ya no repito algunos de esos ritos, los regalos, el árbol, el belén... Cuando mi hijo era pequeño lo montaba sobre una mesa con arena y piedrecitas, y él enseguida hacía caminitos para hacer rodar los cochecitos, que le encantaban, así que era un belén motorizado. Esos recuerdos son los que quedan, los que perduran.
Ahora van llegando los resúmenes de las noticias del año, los hechos más reseñables según los encargados de prepararlos en los distintos medios. Otro día pensaré en mi propio resumen. Hoy quiero recordar a Mario Benedetti, una de esas personas que nunca deberían morir. Mueren, pero no desaparecen porque sus palabras permanecen. Con él os dejo.

ESTADOS DE ÁNIMO

Unas veces me siento

como pobre colina,

y otras como montaña

de cumbres repetidas,

unas veces me siento

como un acantilado,

y en otras como un cielo

azul pero lejano,

a veces uno es

manantial entre rocas,

y otras veces un árbol

con las últimas hojas,

pero hoy me siento apenas

como laguna insomne,

con un embarcadero

ya sin embarcaciones,

una laguna verde

inmóvil y paciente

conforme con sus algas

sus musgos y sus peces,

sereno en mi confianza

confiando en que una tarde,

te acerques y te mires,

te mires al mirarme.


13 comentarios:

Joselu dijo...

En Cataluña no se come borraja ni cardo, pero nosotros los comemos con frecuencia. Mi infancia aragonesa me hace evocar los sabores de la niñez. Y el cardo con almendras es una exquisitez, y las borrajas con patatas son sencillas y delicadas. A veces las preparamos con un lecho de acelgas, las borrajas y crema de gambas y están de rechupete. Como aparecía en la novela Como agua para chocolate, la cocina es un auténtico arte con el que se pueden transmitir emociones y sentimientos. Veo que te gusta, a mí también. Nos has traído de nuevo a Benedetti que se nos fue este año. Recuerdo este poema porque aparecía en el homenaje que le hicimos. Un cordial saludo. Feliz fin de año.

Yolanda dijo...

Joselu, la comida es una fuente de placer desde la preparación hasta el consumo. Yo la disfruto de principio a fin, aunque, evidentemente, no todos los días tengo las mismas ganas de cocinar, pero siempre aprecio un buen plato. No soporto la comida-basura ni las guarrerías. Fíjate, en la reunión para el viaje de fin de curso dijimos que vigilaran los padres lo que llevan los chavales, porque llenan la maleta de chuches, patatas y refrescos, y nuestro propósito es que coman bien en el comedor, y una madre contestó que "no vamos a negarles que sean felices". Sin comentarios.
Voy a aprovechar estos días para releer a Benedetti y otros. Necesito sentir esa belleza para reponerme del todo.
Un abrazo, colega.

María dijo...

A mí, en cambio, no me gusta nada cocinar.

Te deseo una feliz salida y entrada de año nuevo, lleno de sonrisas y mucho amor.

Un beso.

amalia dijo...

Hola wapa.....te deseo lo mejor para este nuevo año que empezamos!!! Siempre esperamos que sea mejor que el anterior....qué ilusos somos a veces!!!aunque la esperanza no llega a perderse , muchas veces es mejor bajar a la realidad.
Estoy totalmente de acuerdo con tu escrito....dónde estén los sabores de antaño y los recuerdos de cómo eran las navidades a nuestras edades....que se quiten éstas tan masificadas y tan artificiales.
Un besazo guapetona!!!!

Yolanda dijo...

María, qué pena que no te guste cocinar, mucha gente no lo aprecia porque supone mucho esfuerzo para un deleite muy corto, pero dar a los demás algo rico y hecho con cariño y ver sus caras de satisfacción es la mejor recompensa.
Yo también te deseo lo mejor para el próximo año. ¡Seguiremos leyéndonos y comunicándonos!
Un beso.

Yolanda dijo...

¡Amalia, colega, qué gusto verte por aquí! Las Navidades de antaño no se pueden recuperar, pero sí se pueden vivir con los niños de un modo menos materialista. ¡Ejerce de abuela a la antigua!
Lo de desear lo mejor para uno mismo y para los demás quizá es una ilusión, lo importante es trabajar para que la vida sea un poco más agradable, y eso está al alcance de cualquiera.
¡A ver si nos vemos! Un fuerte abrazo y muchos besos.

Novicia Dalila dijo...

Tenía pendiente venir a verte desde hace mucho, pero siempre voy tan pillada, Yolanda....
Mis fiestas también son tranquilas. En mi casa son bastante solemnes, no son super dicharacheros como otra gente, así que la Nochebuena y Navidad las pasamos tranquilos en casa de mis padres.
Nochevieja recibo yo a todos. Nos juntamos 12, creo. Me encanta cocinar para ellos, aunque casi siempre hago lo mismo, para no complicarme demasiado...
Me ha llamado la atención y me parece que tiene que estar riquísima la sopa senegalesa, así que, si no es mucha molestia, te agradecería me mandaras la receta por si me animo a hacerla un día que venga mi amiga Glory, que es una gran gourmet amante de las cosas exquisitas, y sorprenderla por una vez, que siempre es ella en su casa la que nos pone cositas buenas y diferentes.
Cuando puedas, no corre prisa, y si te va bien, por favor, mándame la receta a mi correo:

noviciadalila@gmail. com

Y nada más.

Un beso y feliz año para ti y los tuyos.

Miguel dijo...

A mí la cocina se me da tan mal tan mal que me considero nulo para los menesteres gastronómicos. Es la gracia que el cielo no me quiso dar que diría el gran Cervantes. Y cuando oigo a las personas hablar con ese amor de los alimentos cocinados, me entra una especie de envidia (sana) que me hace replantearme mi total ignorancia por cocinar. Y más de una vez he estado tentado de apuntarme a algún cursillo, pero soy bastante torpe para la cocina. A veces, mi mujer (que es una estupendísima cocinera, aunque ella siempre que se lo digo me dice que no le gusta cocinar) me ha llamado a la cocina para que le ayude, pero es tal mi torpeza que últimamente casi nunca me llama, dice que le atraso la comida. Pero en fin, basta de lamanetos. Voy a felicitarte por tus conocimentos de cocina. Me encanta oir hablar a las personas que saben cocinar. Las admiro. Y estoy seguro que os quedarían unos platos sabrosísimos, y que pasasteis una feliz nochebuena. Pues que siga, y que paséis un feliz fin de año.

Un abrazo.

Yolanda dijo...

Novicia Dalila: me he pasado el día en Madrid con una amiga, nos hemos mojado bastante pero hemos conseguido ver la exposición "Lágrimas de Eros" en el Thyssen, te la recomiendo, aunque para mi gusto se queda bastante escasa. Supongo que cualquier tema es inagotable y más éste, pero me ha sabido a poco, la verdad.
Mañana mismo te mando la receta que me pides, y la de la crema de almendras también, si te apetece, aunque es más fácil de encontrar.
Disfruta de la familia estos días. La vida tranquila es lo mejor.
Un abrazo.

Yolanda dijo...

Miguel, no se puede ser bueno en todo, la cocina es un don y hay que aprovecharlo pero no forzarlo. Yo empecé a cocinar desde muy joven porque soy la mayor de seis hermanos y tuve que encargarme de las comidas siendo apenas una niña. Luego he seguido aprendiendo y difrutando, pero no creas que hago cosas excepcionales, me gustan los platos sabrosos pero sencillos, bien elaborados pero sin complicaciones. Mi marido sí que es un artista, es capaz de pasarse horas en la cocina preparando exquisiteces, pero muy de vez en cuando, claro, salvo en vacaciones, que lo hace todo él.
¿Sabes cómo llaman a la cocina moderna? Cocina sexual. ¿Por qué? Porque cuando te ponen el plato delante preguntas: ¿Qué c.. es esto? (con perdón) Y es que algunos de esos gurús de las ollas se las traen, no me digas...
Seguro que tienes otras virtudes maravillosas, ¡no quieras acapararlas todas!
Feliz Nochevieja y sigue escribiendo en el 2010, eso sí lo haces de lujo.
Un fuerte abrazo.

amalia dijo...

Placer el mio Yolanda.....el poder leerte siempre es eso....placer.
Un besazo y feliz año!!!!

Yolanda dijo...

RMC, gracias por tu visita. Yo también te deseo felicidad para el año próximo a estrenar. Lo recibiremos con esperanza y con los ritos necesarios para atraer la fortuna. Si no la conseguimos, al menos nos reiremos un rato.
Un saludo.

Lola dijo...

Todo lo que limpiar y hacer camas y todo eso me horroriza, la cocina me encanta y siempre estoy dispuesta a hacer alguna comidita buena y... ¡como no! en Navidad me he esmerado pues esta vez he tenido a mis cuatro hijos conmigo y eso es un lujazo.
Te deseo un 2010 de película! Un beso Lola