lunes, 1 de marzo de 2010

¡ESA LENGUA...!

Los que nos dedicamos al noble oficio de enseñar al que no sabe tenemos una especial preocupación por todo lo relacionado con la lengua que utilizamos, sea cual sea nuestra especialidad docente. No conozco a ningún maestro que permanezca indiferente ante las muchas patadas al diccionario propinadas a diario a nuestro alrededor, especialmente en los medios de comunicación, acusados, y con razón, de maltratar nuestra lengua y dar ejemplos continuos de lo que no se debe decir, en vez de ser modelos dignos de ser imitados. Desaparecido Lázaro Carreter, pocas voces quedan que hayan recogido su testigo. A menos que uno sea ciego y sordo tropieza continuamente con auténticas barbaridades. Personajes y personajillos de todo tipo sueltan por su boca improperios, insultos y vulgaridades sin ningún pudor ni recato. A nadie parece preocuparle el griterío de programas de bastante audiencia, más bien al contrario: cuanto más gritan, más aparecerán después en otros espacios, por lo que la espiral crece y crece sin parar.
Últimamente el grado de insultos y signos de mala educación ha aumentado de forma considerable. Si nos esforzamos un poco, cada día podemos encontrar nuevos ejemplos de lo que no se debe hacer o decir, al menos las personas que hemos recibido lo que antes se llamaba buena educación o buenos modales, sin necesidad de ir a colegios de pago, como se decía antes. Esa educación la aprendíamos en casa. Cuando íbamos al colegio sabíamos llamar a la puerta antes de entrar, decir Buenos días, pedir las cosas por favor, dar las gracias, sentarnos correctamente a la mesa, manejar los cubiertos, comer con la boca cerrada, en fin, todo ese conjunto de correcciones formales que hacen que la vida en sociedad sea agradable y no un cúmulo de groserías que hacen torcer el gesto y mirar hacia otro lado. Los buenos modales se aprenden, indudablemente, como se aprende a pronunciar correctamente, a escribir sin faltas, a expresarse coherentemente y a tantas otras cosas indispensables para relacionarnos con los demás.

En contra de lo que algunos ignorantes defienden, urbanidad (palabra en lamentable desuso) y dinero no van siempre de la mano. Casi me atrevería a decir que en no pocas ocasiones sufren un llamativo desencuentro. Me llama la atención, por ejemplo, que los inmigrantes procedentes de Sudamérica, que suelen vivir en condiciones penosas y tienen un nivel académico muy bajo, hacen gala de unos modales que para nosotros quisiéramos en muchos casos. Salvo excepciones, son humildes y respetuosos. Me emociona que me llamen maestra y de usted, que hablen con mesura, que empleen términos tan precisos para nombrar lo más cotidiano y que utilicen un acento dulce y nada estridente. Hablo de mis alumnos de Primaria y de sus padres, ya sé que en otros ámbitos no es así.


Estas personas se han visto obligadas a viajar miles de kilómetros para buscar una vida mejor, no lo han hecho por gusto. Por contra, hay quien ha viajado más que ellos y ha frecuentado la compañía de personas muy poderosas, cultas y famosas, se ha alojado en lujosos hoteles y palacios, ha pronunciado y escuchado discursos importantes y no parece haber aprendido nada de todo ello porque en un momento de adversidad, ante un auditorio nada complaciente, haciendo gala de una chulería impresentable, ha hecho un soez gesto que le ha valido aparecer en todos los medios de comunicación. Sí, ése en el que estáis pensando, el mismo que viste y calza (con alzas artificiales, según las malas lenguas). Entenderéis que no escriba su nombre, ¿verdad? Ese prohombre que nos representó a lo largo y ancho del mundo acaba de pasar a la posteridad por su dedo, un dedo levantado sin perder la sonrisa lobuna que siempre le ha acompañado. Tanto esfuerzo para llegar a esto, lo que hay que ver...
Lo peor no ha sido el gesto en sí, ya suficientemente grosero y vulgar, sino las declaraciones de sus partidarios y simpatizantes: tenía toda la razón, se habían metido con él, fue un desahogo lógico, le hicieron perder la paciencia... No perdió la paciencia, sino la buena educación que se le suponía. Claro que en ocasiones anteriores ya había demostrado ser zafio y petulante, señorito de los de antaño y resentido contumaz. No le dolieron prendas para faltar al respeto a personas muy dignas de él ni para mentir cuando le convino. Sigue soltando sapos y culebras contra quien le ha sucedido en el cargo a sabiendas de que muchos le escuchan y le siguen. Nunca nos libraremos de ellos, pero no nos callarán.



Más ejemplos: un político valenciano, de la misma cuerda que el anterior, se permite el lujo de interpelar a una contrincante política sobre su origen, porque a lo mejor no sabe quién es su padre. Y se quedó tan fresco. Casi peor fue su excusa posterior. Genio y figura. A estos señores es a quienes pagamos generosamente con nuestros impuestos, ésos que nos quitan supuestamente para gestionar el bien común. Ganas dan de declararse en rebeldía... si pudiéramos.

Todos sabemos que Eurovisión ya es sólo un... ¿qué es? Ni se sabe. Un reducto de cantantes desconocidos, una farsa inútil, un despilfarro sin sentido... Antaño tuvo su fama y su público, fueron años gloriosos de la televisión, ahora tan desprestigiada. Covocan un concurso para elegir a nuestro representante en Oslo y ¿qué vemos? Lo que ha pasado a la posteridad han sido los minutos de gloria que nos brindó un individuo agresivo, vulgar y grosero hasta decir basta. Sus insultos y gestos obscenos se han paseado por todas las emisoras. Eso sí, nadie le ha justificado, sólo faltaría, pero han criticado mucho, y con razón, un sistema de selección que permite a fulanos así llegar a ocupar un rato de máxima audiencia.


Estamos rodeados, pues, de no pocos ejemplos de zafiedad. Más cercanos, dos vividos por una colega en mi colegio la semana pasada. Una madre le dijo, muy enfadada, que para qué coño (perdón, es cita literal) le servía a su hija aprenderse una poesía, semejante tontería, vaya pérdida de tiempo... Y un padre de la misma clase no se cortó un pelo al decir que se la suda lo que manden a su hijo, tal cual, oye, y se quedó tan fresco. Mi colega les respondió con toda la firmeza que pudo, lejos de achantarse, menuda es, pero los susodichos se fueron rezongando y sin pedir disculpas, por supuesto. En este caso a la mala educación hay que sumar la osadía de quienes se creen con derecho a opinar sobre nuestro trabajo, a cuestionar las leyes y los programas o los sistemas de evaluación y a criticar cuanto suponga un mínimo esfuerzo de comprensión, tolerancia y esfuerzo. Luego nos extrañamos del lenguaje de nuestros alumnos y nos quejamos de su falta de respeto, qué otra cosa cabe esperar con estos ejemplos... Una amiga mía, que no se corta por nada ni por nadie, cuando alguna mari, como ella dice, le va con inconveniencias así, le pregunta, por ejemplo: "¿Cómo haces las lentejas?" o: "¿Cuándo cambias las sábanas?" Ante la mirada de estupor de la otra, le aclara: "Si yo no te digo qué tienes que hacer en tu casa, no vengas a decirme cómo tengo que hacer yo mi trabajo. Estoy sobradamente preparada para desempeñarlo."


Pero lo que más me ha molestado a este respecto estos últimos días, y mira que he puesto ejemplos, ha sido el estúpido debate que escuché por casualidad en un programa famoso por la inmundicia en la que se maneja con soltura entrevistando (previo pago) a famosos y famosetes de todo tipo y condición. El debate en cuestión enfrentaba a tres pijos bastante reaccionarios con tres supuestos representantes del pueblo llano, el ex marido de una nieta del dictador y dos jovenzuelas de suelta lengua. Éstos defendían (es un decir) el lenguaje claro y sin adornos para decir la verdad sin tapujos, con abundantes ejemplos verbales y gestuales. Para ellos todo vale: los tacos, las palabras malsonantes, los insultos... Los del lado contrario de la mesa, muy correctos ellos, muy creídos de su status de personas educadas y cultas, se horrorizaban de tales argumentos. Unos se identificaban con la tendencia política de izquierdas y los otros con la de derechas, y ahí fue cuando casi salté del sofá. Pero bueno, ¿aún seguimos así? ¿Aún identificamos corrección lingüística y buenos modales con la derecha política? ¿Todavía pensamos que la gente de izquierdas huele a sudor y es manifiestamente grosera y maleducada? ¿Alguien cree de verdad a estas alturas de siglo que la cultura es patrimonio exclusivo de cierta ideología conservadora y que los demás somos incultos y medio analfabetos porque no participamos de esa elite ancestral? Flaco favor hicieron los unos y los otros a sus respectivas causas. Recordé, como contraste, la precisa crónica hecha esa misma mañana desde Chile en la SER por Víctor García de la Concha, improvisado corresponsal que narraba con exactitud y total claridad el reciente terremoto. Benditos sean él y cuantos saben utilizar el lenguaje con propiedad y amor tanto en el fondo como en la forma, con educación y con sabiduría, siguiendo el sensato consejo de Cervantes: "Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala".

Podría seguir, pero ya me he extendido demasiado. Seguro que vuestros comentarios serán jugosos y atinados porque me he dejado mucho en el tintero.
Feliz semana a todos.






19 comentarios:

Cabopá dijo...

Hola maestra, eres de las mías.Subscribo todo lo que dices en esta crónica de la "mala educación" en la que está inmersa nuestra sociedad actual.
No sabes como me alegra,como has tratado los tres temas: "el que no nombras" (yo tampoco) "el de su misma cuerda" y miembro de la "obra" y bueno ya con lo de Eurovisión,es para echarse a temblar. Yo no lo ví, apenas si veo TV. pero lo escuché en la SER igual a De la Concha. Y estoy contigo totalmente de acuerdo en que hay algunos padres que ni educan ni enseñan, además de ponerse en evidencia de lo que son ante sus propios hijos que serán como ellos en el futuro. Porque lo que aprenden en la escuela, lo que les enseña la maestra/o en su casa no tiene validez ni continuidad....
Es una pena como tu dices sin ir a escuela de pago nos formamos y educamos de forma sencilla y con muchas ganas de practicarlo después.Tengo un hijo de 31 y una hija de 28. con ellos he hecho lo que hicieron conmigo y un poco más porque hemos podido nuestros padres apenas podían,pero jamás desautorizaron a ningún profesor....En fin me estoy haciendo un poco larga en el comentario. Pero estos temas han sido durante el fin de semana muy comentados en todos los medios,espero que algo de poso habrán dejado.
Besicos para una maestra feliz.

Sarashina dijo...

Mira, Yolanda, yo creo que gentuza ha habido siempre, y siento usar tal palabra para designar a seres humanos, pero es que no encuentro otra. El problema es que ahora tiene notoriedad y sus cinco minutos de gloria, algunos, como el del dedo, por desgracia, más de cinco minutos. El cuidado exquisito en el hablar y en el obrar no debería responder a normas externas, sino a una sensibilidad interior que se manifestara en la delicadeza de trato. A veces digo que a mí no me importa que mis alumnos conozcan a Garcilaso, que podría ser otro poeta, incluso otras cosas que no fueran poesía, porque no enseño a Garcilaso en sí, sino otra cosa. Garcilaso me sirve para que les moleste un portazo o un mal gesto.
Estamos sumidos en una sociedad en la que lo ordinario y lo vulgar adquiere protagonismo. Si en los medios están esos espantos de personas, ¿qué queremos de la gente común con la que tratamos todos los días? Yo, particularmente, me he retirado a vivir en mi isla.

Joselu dijo...

Fui dos años alumno de Víctor García de la Concha en la universidad de Zaragoza. Sus clases eran un prodigio. Conocía espléndidamente el tema de la novela picaresca y la mística, así como las corrientes poéticas de la posguerra. Creo que había sido monje, y no se cortaba en cantarnos en clase alguna canción tradicional o copla a lo divino. Lo hacía con estilo y espléndida entonación. Sin embargo, no logramos entendernos en cuanto a los trabajo que yo planteaba sobre literatura. Con el tiempo he llegado a pensar que era él quien tenía razón y que yo era un joven con ideas esquemáticas y elementalmente progresistas. También tengo que decir que era bastante pagado de sí mismo. Me ha alegrado seguir su carrera y que haya llegado donde está.

En cuanto a los buenos modales, hay que considerar que la horizontalidad de las relaciones humanas, sin atender a jerarquías ni a niveles ha propiciado un lenguaje llano, sin matices, con tendencia a la vulgaridad, considerada como ejemplo de naturalidad y espontaneidad. Mis alumnos son muestra de esa habla empobrecida y malsonante, y es muy difícil hacerles ver que hay otros registros más rico y expresivos. Pero todo les suena a artificial y relamido, demasiado culto. Y la televisión desde luego no es un buen ejemplo de buen uso de la lengua.

Feliz semana.

Un abrazo, colega.

Fernando Manero dijo...

Dice el gran Emilio Lledó que nuestra principal herramienta es el lenguaje. Somos personas en tanto en cuanto nos comunicamos mediante la palabra, que revela conocimientos, sensibilidad y educación. Cuando el lenguaje se deteriora, es el síntoma revelador de que algo falla en la sociedad, en quienes la forman y en quienes la gobiernan. Por eso, cuando los políticos se proyectan al público con palabras soeces, insultos y vulgaridades, el efecto es demoledor. Siempre ha sido así, como dice Fuensanta, pero el hecho de que hoy la resonancia sea mayor agrava la magnitud del problema. Me gusta tu reflñexión, tan certera y oportuna como siempre.

Yolanda dijo...

Cabopá, esto es el pan nuestro de cada día. ¿Te has fijado cómo conducen y aparcan los padres a la puerta de los colegios, por ejemplo? Muestran una ausencia de civismo y educación tales que dan vergüenza ajena. Y cómo se cuelan en las clases a cualquier hora con la excusa de "es sólo un momento". O cómo no responden a las notas o a las llamadas, nosotros haciendo horas extras por sus hijos y ellos desaparecidos en combate. Qué pena de criaturas, se merecen mejores padres.
Y del resto... mejor no hablar. Esta mañana les he preguntado en clase cuántos ven programas del tipo de "Sálvame" y otros y apenas se salvan unos cuantos. Con esa bazofia en el cerebro, ¿qué espacio les queda para lo que nosotros les damos? En fin...
Un abrazo.

Yolanda dijo...

Clares, es verdad que siempre ha habido gentuza, pero nunca como ahora ha tenido tanta notoriedad. En lugar de ocultarlos se les da cancha para animar el cotarro, será que sin broncas no podemos vivir. La sensibilidad es un valor en desuso, lo que se lleva es la grosería. Es inaudito que los que la practican presuman encima de ser sinceros y pertenecer al pueblo llano. ¿Habráse visto mayor insulto para la buena gente? Haces bien en retirarte a tu isla, tendremos que seguir tu ejemplo. Supongo que allí te sentirás a gusto con Garcilaso y otros grandes, disfrútalos.
Un abrazo.

Yolanda dijo...

Joselu, a pesar de "lo que se lleva" en la televisión y en la calle creo que los alumnos entienden y aprecian el lenguaje correcto que solemos emplear los maestros y el tono amable con que nos dirigimos a ellos. Saben diferenciar lo que está bien de lo que está mal, aunque no siempre lo practiquen. Al menos les servimos de referencia, y aunque los ejemplos que reciben por otros medios son penosos tarde o temprano lo valorarán. Si no siguiera creyendo esto cambiaría de profesión, por duro que me resultara.
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Fernando, no sé si has leído el artículo de Emilio Lledó del sábado en Babelia. Merece una lectura detallada y un amplio comentario. Hay que defender la palabra bien dicha y la libertad que nos da, algo de lo que no siempre somos conscientes. Quienes tienen el poder saben lo que valen ciertas palabras en el momento y lugar adecuados. Malgastan su potencial y envilecen incluso las más nobles a fuerza de emplearlas mal. Hay que estar muy atento para diferenciar las voces de los ecos, como decía Machado, y eso sólo se aprende leyendo, estudiando y reflexionando.
Gracias por leerme. Un saludo.

Novicia Dalila dijo...

Yolanda,
Me ha encantado tu post. Muchísimo. Pienso exactamente lo mismo que tú. Hay una falta de urbanidad (yo lo llamo también civismo) alarmante. No sé en qué momento nuestra sociedad empezó a degenerar de esa manera. Aquí siempre hemos sido gente apacible, solícita, respetuosa... Pero ya no somos ni la sombra de aquello. La televisión, como bien dices, está llena de programas de esos que si no ponen a parir al famosillo de moda, o sacan los trapos sucios de alguien, o no se ponen a caldo en vivo y en directo, parece que les falta algo, y lo peor y más significativo ¡¡¡pierden audiencia¡¡¡....
Visto todo esto y la actitud cotidiana que se ve en la calle, en casa, en el cole ¿qué podemos esperar de los chicos de hoy que son el futuro de este país??? Muy poco.
Yo, por mi trabajo, tengo relación con colegas europeos y he tenido oportunidad de convivir algo con ellos y pasar algunos días en sus respectivas comunidades y lo que hay aquí no lo he visto en ningún otro sitio. Estamos asalvajados y hemos perdido el norte.
Hablo, por supuesto, en general, que gente "normal" sigue quedando, pero la imagen que damos fuera es penosa, de verdad.

Un beso

p.s. Por si no vuelves a mi casa a leer... por favor, mándame en un mail tu receta de la tarta de queso :D:D:D

amalia dijo...

Hola colegui......no voy a entrar en cuestiones políticas ni en insultos ni descalificaciones a nadie....hoy nos gobierna un partido y mañana otro.....¿cuál es mejor?? cada uno con sus creencias y mucha tolerancia y sacrificio tienen que hacer dia a dia todos aquellos parados que nos ha traído este período democrático.Parece mentira que todo se centre en un gesto (que yo también censuro, por supuesto)cuando, creo, hay temas mucho más actuales que el simple hecho de levantar un dedo. Por eso, en ese pensamiento diario hacia ellos prefiero no entrar a trapo y centrarme en cuestiones más mías, más de la calle, más humanas.
Prefiero ser de mi partido (A.B.V.) que creo que me irá mejor!!!
Respecto a la poca educación que tienen hoy en día los padres y madres de nuestros alumnos estoy completamente de acuerdo con todos los que han expuesto sus ideas al respecto. Nosotras, las maestras, podríamos escribir lo que no está escrito de "anécdotas" lingüísticas diarias que se producen en los colegios y aulas.
Yo, tengo la suerte, de que en mi clase, tanto padres como alumnos, tienen un gran respeto hacia todos los compañeros y hacia las profesoras.Se lo vengo inculcando desde hace 5 años dia a dia en la clase. Trabajo de tutoría en el aula que me cuesta unos veinte minutos diarios. De momento me da y me sigue dando buenos resultados, no te sabría decir si, el curso que viene, con otra tutora, será igual o si , por el contrario, todo lo enseñado en 5 años se va a ir al garete en menos que canta un gallo.
Mi conciencia tranquila, la verdad, pero me da mucha rabia ver que tu trabajo de 5 años se va al traste en , simplemente, un mes.
Qué le voy a hacer.....sólo espero que mis enseñanzas no queden relegadas al olvido y que algo se les haya quedado en su cabecita.
Por eso sigo luchando, por eso sigo siendo maestra.
Un abrazo fuerte!!!
Ya te llamaré algún dia....no desesperes!!!!Muá.

Miguel dijo...

Querida Yolanda, como siempre, te ha salido un post jugosísimo. Has tocado un tema importantísimo en las relaciones sociales. Como nos recordaba Fernando Manero en su comentario citando a Emilo Lledó, las personas somos personas en tanto en cuanto manejamos el lenguaje. Por eso, del uso de ese lenguaje depende la calidad social de las personas. Ni qué decir tiene pues, que es básico hablar bien, decir las palabras justas, decirlas en el momento oportuno, (o callar cuando se ha de callar). Hoy parece que todo se ha desmadrado. Hoy todos somos reyes del mambo. Nadie nos puede decir nada. La soberbia se ha instalado de tal manera en nostros que dar las gracias, pedir perdón, pedir permiso, parecen cosas de tiempos pasados, tiempos en los que se practicaba la humildad. Y no estoy hablando de política, que esto no tiene nada que ver con la política. Es simplemente la sociedad que ha dado otra vuelta de tuerca. Los sociólogos quizá le encuentren una explicación.
También diré que estoy totalmente de acuerdo contigo cuando hablas de los inmigrantes sudamericanos. Traen consigo de su país una dosis de humildad que contrasta con la arrogancia de estos nuevos ricos que somos los españoles. A este respecto me pasó una anécdota al principio de curso que quiero contarte. Una niña colombiana, recién llegada de su país, cuando se acabó la clase se me acercó hasta la mesa y con esa voz dulce y suave que les caracteriza me dijo: "Muchas gracias profesor por la clase que nos ha dado, me ha parecido muy interesante..."
Menos mal que como en todas las reglas hay excepciones, y de eso vivmos los docentes.

Un abrazo y feliz semana.

Yolanda dijo...

Novi, me resisto a dar totalmente la razón a Pérz Reverte y otros cuando nos llaman de todo menos guapos a los españoles, pero la verdad es que estamos perdiendo puntos a pasos agigantados. Una colega que ha pasado muchos años en Europa, sobre todo en Suiza, no soporta ya nuestros malos modales, nuestro griterío, nuestra suciedad, y es que todo eso es cierto, por desgracia.
Muchos de mis alumnos están muy al tanto de la vida de los personajillos que salen por la tele, luego dicen que no les do tiempo a hacer los deberes. ¿Y los padres qué hacen mientras tanto?
Hay que recuperar esa amabilidad que nos caracterizaba.
Ya te he mandado la receta, a ver si te gusta.
Un beso.

Yolanda dijo...

Amalia, lo de menos es el partido político de cada uno, en todas partes cuecen habas, lo importante es el mensaje que transmiten personas que deberían ser modelo para muchos. Como no podemos hacer nada a gran escala, mejor centrarnos en nuestra labor diaria, que sí sabemos es eficaz, a medio y a largo plazo. Todo lo que siembras en tus alumnos no se perderá, tranquila, aunque a veces parezca que sí. Siempre he defendido la actividad de tutoría, aunque no todos lo ven igual porque supone meterse en camisas de once varas y prefieren dedicarse a la enseñanza pura y dura. Yo creo que los chavales necesitan normas y atención, demandan ser escuchados porque no se atreven a preguntar a sus padres o porque en las clases surgen preguntas de todo tipo. Los buenos modales se transmiten con el ejemplo más que con las palabras, pero las charlas también dan resultado. Así que ánimo y adelante, hacemos lo que debemos y lo hacemos bien.
A los padres no se les puede educar ya, pero sí se les puede poner en su sitio cuando se pasan de la raya. Resulta desagradable, pero qué le vamos a hacer.
Un fuerte abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Miguel, estaba terminando mi respuesta a tu comentario y se ha ido de repente, maldita técnica... Te decía que sé que mucho pensamos lo mismo, sobre todo los docentes, pero no sé a qué es debido el alarmante aumento de la mala educación. Un colega mío diría que es uno de los males del capitalismo atroz en que vivimos, que deshumaniza y mercantiiza las relaciones. Muchos creíamos que con la crisis nos volveríamos más solidarios y más humanos, pero creo que ha sido al contrario. No falta quien no duda en pisar el cuello del compañero si con ello mantiene su propio puesto de trabajo. Hay que poner más amabilidad en el día a día, en todas partes. A nadie le gusta que no respondan a su saludo, y eso se aprende, no es innato (por una vez la genética no influye). No cuesta tanto ser educado, la verdad. Nosotros hacemos lo que podemos en las aulas, ojalá todo el mundo nos imitara.
Un abrazo, colega. ¡Mañana es jueves! Si el fin de semana hace sol por allí, disfrútalo. Por aquí creo que se nos acerca otra borrasca.

Lola dijo...

La mala educación es lo que prima ahora. Es horrible ver y escuchar las televisiones, a los políticos, a los padres en los colegios....
Yo, la palabra "urbanidad" la tengo metida en el cerebro de tanto que insistían en ella en mis tiempos y pienso que porque no hay una asignatura que hable de la buena educación, de saber hablar y saber escribir. Un beso Lola

Javier S. Sánchez dijo...

Nuestra tarea, ya lo hemos comentado en otras ocasiones, parte de la "deseducacion" de lo que el alumnado recibe del mundo. A partir de ahí, con algunos recursos y nuestro saber hacer, intentamos recomponer un puzzle difícil; la calle está ahí mismo, a la salida. ¡Y vuelta a empezar! Es triste que quienes peor ejemplo ofrecen sean personas públicas, representantes de los ciudadanos, a quien se les supone cierta formación y algo de educación. Pues no, chulean, insultan, descalifican, presumen de prepotencia, alardean de mal gusto. Y todo ello con la impunidad de una sociedad que dedica más tiempo a trifulcas que a educación, a programas rosas y amarillos que a civismo.
Mañana, comenzaremos otra vez de cero, siendo contraejemplo de obscenos, corruptos, insensibles, pasotas, provocadores y demás fauna.
Un saludo.
También tuve a Víctor García de la Concha de profesor, en Salamanca. Y tiene una memoria portentosa, por cierto. No debe olvidar una cara, jajaja

Yolanda dijo...

Lola, no sé si la culpa de la mala educación generalizada la tiene la ausencia de una asignatura llamada urbanidad. En los centros escolares enseñamos continuamente buenos ejemplos, de palabra y de obra, pero el mal está en otro sitio. Es una marea imparable, no tiene solución. No confío mucho en una solución a corto plazo. Nos hemos vuelto groseros en cuatro días, pero no hay marcha atrás. No sé cómo se puede educar a tantas personas que han perdido el buen gusto, peor aún, se alegran de revolcarse en el griterío, los insultos y la falta de respeto. Habrá que ser optimista...

Yolanda dijo...

Javier, no tengo nada que añadir a tu comentario, tienes toda la razón. A veces tengo la sensación de que escribimos en el agua, y sin embargo sé que algo queda, aunque no lo parezca a corto plazo. Debemos seguir insistiendo, aunque nos cueste y nos desanimemos. Algunas cosas cambiarían si ciertos personajes públicos dieran mejor ejemplo, pero eso es pedir peras al olmo. Creo que muchos se han acostumbrado ya a la bronca y no entienden otro lenguaje.
Un saludo.

Juliiiii dijo...

No me extraña que hayas necesitado este desahogo, después de los ejemplos de "deseducación" que nos han mostrado importantes dirigentes. Si estos impresentables nos representan, menudo panorama nos espera... Menos mal que nuestros alumnos tienen otros modelos a seguir, como Belén Rueda, Jorge Javier Vázquez o el iluminado de turno de Gran Hermano... ¡Estamos rodeados!

En fin, siempre tenemos excepciones a esa mala educación generalizada que se está instalando en este país, bien esos sudamericanos que tú comentas, bien otras personas que conocen ese saber estar por donde quiera que están.

¡Buena semana!