jueves, 1 de enero de 2009

Ya hemos traspasado oficialmente la barrera que separa un año de otro, segundo de propina incluido. Más de uno habrá tomado las uvas a destiempo, supongo que todos hemos brindado con alguna bebida espumosa y alguno habrá cumplido con los ritos que marca la superstición para asegurarse un buen año. De todas las tradiciones que rodean esta fecha, la que más me gusta es el Concierto de Año Nuevo desde Viena. Durante años creí que no podía ser en directo, que toda aquella gente no podía estar tan bien vestida y tan arreglada a esas horas de la mañana tras una noche que se supone de juerga, y que la sala dorada, magníficamente engalanada, estaba sacada de una película de Sissi. Pero es real y en directo, y aunque repitan piezas del programa año tras año no pierden ni un ápice de elegancia o buen gusto. Grandes directores han movido su batuta en ese escenario mágico, y aunque no entiendo gran cosa de música clásica me encanta ver cómo cada uno tiene sus gestos peculiares y disfruta con la calidad de las melodías y la complicidad de un público incondicionalmente entregado. Hoy se ha estrenado en ese menester el gran Barenboim, argentino de origen judío que ha ofrecido un concierto maravilloso. Ha dirigido más al público que a la orquesta en la gran Marcha Radetzky, que a mi padre le encantaba. Ha sido todo un espectáculo. Suelen gustarme menos los números de ballet, algo recargados. Barenboim, según la tradición, ha felicitado el nuevo año en inglés (otros directores lo hacen en varios idiomas) y se ha acordado del conflicto entre palestinos e israelíes, pero, a juzgar por las últimas noticias, de momento han hecho poco caso a sus peticiones de paz. Ojalá pronto encuentren una salida pacífica, aunque no satisfaga a todos, algo punto menos que imposible.

Con el concierto de fondo he empezado a preparar la primera comida del año: crema de calabaza, langostinos, volovanes rellenos de besamel de merluza, lomo de cerdo con salsa de oporto y piña y mango con Cointreau de postre. Dicho así parece complicado, pero no lo es. La verdad es que a estas alturas ya estamos todos saturados de comida y sólo pensar en ella nos entran náuseas, por lo menos a mí. Y aún queda el roscón de Reyes, otra dulce tradición que no puede faltar. Eso sí, merece la pena comprarlo de buena calidad, como el de Viena Capellanes, que está de lujo. Mi marido suele traer uno por estas fechas.

Así que ya estamos preparados para empezar un nuevo año con toda la lista de buenos propósitos habitual: gimnasio, inglés, no al tabaco... lo normal. No sirve de nada, pero seguimos creyendo que empieza un año más en blanco, como si todo lo demás no contara. Si al menos tuviéramos alguna intención de cumplir tan idílicos deseos noNegrita nos iría mal, pero mucho me temo que un cambio de fecha no garantiza nada. BastNegritaaría, creo yo, con intentar (sólo intentar) ser un poco más amables con los demás, desempeñar nuestro trabajo con más interés y ganas, cuidarnos un poquiNegritato en todos los sentidos y, sobre todo, ser más felices. Los que no tengan una meta importante y clara (aprobar unas oposiciones, por ejemplo) podemos conformarnos con seguir más o menos como hasta ahora. Los que tenemos una vida más o menos segura y estable aspiramos a no perderla, aunque nadie está a salvo de nada y en cualquier momento el destino puede darnos un zarpazo inesperado. En la SERNegrita han hecho algo curioso: han recordado algunos de los vaticinios que hicieron hace justamente un año y resulta curioso comprobar que acertaron bien poco, vamos, como el cantamañanas de Rappel o quizá menos, y eso que eran asuntos bastante lógicos. Por ejemplo, Nadal ha arrebatado el primer puesto del tenis mundial a Federer, Rajoy no ha dejado la política a pesar de haber perdido (otra vez, ¡bien!) las elecciones, USA tiene un presidente negro (y la otra alternativa clara era una mujer, toma ya...), ni El Orfanato ni Las trece rosas triunfaron en los Goya (lo hizo La soledad, contra todo pronóstico, que también me gustó a pesar de su lentitud y su ausencia de banda sonora)... y así unos cuantos "patinazos" más. Por suerte, en algunos pronósticos se equivocaron. El futuro es por definición imprevisible, por mucho que queramos asegurarlo y controlarlo. Nuestra mortalidad nos impide fijar nada para el día de mañana, así que mejor vivir sin hacer grandes planes, no vaya a ser que se cumplan. Recordad lo que se vaticinaba para el año 2ooo, o lo que se creía iba a ser el nuevo siglo hace unas décadas. ¿Quién podía adivinar el auge de los móviles, o de internet, o la avalancha de nuevas tecnologías? Por eso, mejor no jugar a ser dioses. Mortales y bien mortales somos, así que disfrutemos del mundo tangible a nuestro alcance.

Feliz Año Nuevo a todos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Yolanda:

Vengo a devolverte visita y me encuentro con un espacio tremendamente interesante. Me gusta tu blog. Esta entrada en concreto me parece fantástica, nos haces viajar desde la maravillosa percepción de la música, con referencias del gran Barenboim a la cada vez más difícil paz y convivencia, a los deleites gastronómicos y sensitivos de la comida, para deteniéndonos luego en esas declaraciones de intenciones (buenas) que siempre y regularmente hacemos en estas fechas, llegar a los apuntes de actualidad del año.

Excelente post e interesante tu espacio que, sin duda, habrá que visitar con asiduidad y más despacio.

Gracias por todo ello. Salud, paz, amor y libertad para ti y los tuyos, ahora y siempre.

Sarashina dijo...

Yolanda, yo también vengo a felicitarte el año Nuevo y a lamentar haberme perdido este año el concierto de Viena, que he visto casi todos los años. Estaba en el campo y allí no tenemos televisión; radio nada más, y periódicos si alguno se aventura a ir a Archena a comprarlos.
Baremboin es un pacifista convencido. Supongo que sabes que dirige una orquesta de jóvenes palestinos e israelitas, todos juntos haciendo música. Ojalá hubiera más gente como él y otro mundo sería posible. Un abrazo.

simalme dijo...

Gracias, y menuda comida de año nuevo, suena muy, muy bien (y mejor habrá sabido). Feliz año¡

Miguel dijo...

Me gusta tu disposición en ese cambio de año. Todo nuevo con todos los rituales antiguos. Un cambio de todo empezando por no cambiar lo bueno y arraigado. Es un canto a la imaginación, a echar la vista lejos, hasta el infinito y aventurarse allí, sin compromenterse a nada, porque lo nuevo, en el fondo, nos da miedo. Como tú bien dices, el mejor de los deseos siempre viene a ser que me quede igual que el año pasado, y que los grandes designios (paz, amor, amistad...) se repartan por todo el mundo.
Gracias por estar ahí, tan próxima. Y feliz año nuevo.

Lola dijo...

Si.Definitivamente me gusta tu blog. Es la manera de contar cosas cotidianas.
Yo siempre espero con deleite el concierto de fin de año, bueno, del primero de Enero. Si no lo veo, que lo veo siempre, me siento peor, mucho peor, que si no me como las 12 uvas la noche anterior. Ademas este concierto me recuerda a mi madre que siempre aparte de la musica se fijaba en las flores del escenario y disfrutaba con ello.
Tengo 75 años pero mucha vida por delante que vivir. Besos Lola