
La crítica se ha dividido en sus valoraciones sobre Ágora. Todas coinciden en alabar el gran trabajo de Raquel Weisz, bellísima y perfecta en su papel, y el del resto del reparto, así como la ambientación y el vestuario, a los que no hay que poner ningún reparo. Se lo han trabajado de verdad, no es cartón piedra barato ni túnicas de todo a cien. Los peros empiezan en el guion, demasiado discursivo para algunos, con exceso de datos y discusiones sobre astronomía, religión y el saber en general. Sin embargo, yo creo que todo eso es necesario para entender la historia, bastante compleja, centrada en Hypatia, sus enseñanzas, sus inquietudes y sus deseos de independencia. Parece ser que en realidad murió a edad avanzada, no en plena juventud y hermosura, pero no creo que importe demasiado. Según tengo entendido, no dejó nada escrito, pero la importancia de sus estudios ha perdurado a través de los siglos.
La historia se sitúa en el siglo IV, cuando el cristianismo ya era la religión oficial del Imperio Romano, lejos de las persecuciones anteriores. Su nuevo status les volvió intolerantes y crueles con las demás religiones, actitud que se mantiene hoy en día. Con razón la Iglesia católica prohíbe a sus fieles verla, como ya hizo con El Código DaVinci y tantas otras, lo cual supone una propaganda excelente y gratis, además. ¿Por qué la Iglesia teme tanto a las críticas fundadas y a los hechos históricos que no la favorecen? Se puede ser creyente sin ser ciego o sordo, pero las verdades que defienden como fundamentales no soportan el más mínimo análisis racional. Ninguna religión lo hace. Deberían servir para unir a todos los seres humanos, para ser mejor con los demás, para ayudarles, y en lugar de eso son instrumentos del poder, medios para manejar los cuerpos y las almas y excusa para iniciar crueles guerras. Hay tantos episodios espantosos relacionados con la religión a lo largo de toda la Historia que da miedo sólo recordarlos.
Hypatia se pregunta el porqué de las órbitas de los planetas, el misterio de las estrellas, qué lugar representa la Tierra en el universo. Estudia, observa, reflexiona. Siente pasión por los libros de la legendaria Biblioteca de Alejandría, donde ocurre la acción. Intenta inútilmente salvarlos de la destrucción provocada por unos fanáticos. Pobres libros, depositarios del saber, tan perseguidos y destruidos en tantas ocasiones que están en la mente de todos. He leído en algún sitio que aquella fabulosa biblioteca llegó a almacenar tal cantidad de tesoros porque cada vez que llegaba un barco en el que se hallaba algún manuscrito se requisaba, se llevaba a la Biblioteca, donde era copiado, y se devolvía a su portador. Pero todo aquel esfuerzo desapareció, para desgracia nuestra. Entonces, como ahora, el saber suponía una amenaza para el Poder.
Ya en aquella época había divergencias en el seno de la incipiente Iglesia. Carlos Boyero, a quien la película no consiguió emocionar, aunque reconoce su factura impecable, hace notar que los cristianos van de negro absoluto, utilizan la lapidación como pena de muerte y muestran modales muy parecidos a los integristas musulmanes actuales. ¿Casualidad? No lo creo. Son fanáticos de su Dios, creen a pies juntillas en los libros sagrados (no escritos por Jesucristo, como es bien sabido) y no toleran ninguna crítica. Devuelven con creces la crueldad que soportaron tiempo atrás, envalentonados con su nueva situación. Las razones que llevaron al auge del cristianismo son tema para otro post.
El Imperio Romano ya se tambaleaba en aquella época, lejos de su esplendor de antaño. No sabe manejar la nueva situación, con religiones enfrentadas, sin querer tomar ninguna decisión arriesgada, lo que supone un fracaso seguro. La Historia se ha escrito así, a base de errores monumentales, de luchas encarnizadas por una idea, un trozo de tierra, riquezas... Muchos han muerto por defender a otros, su sangre empapa el suelo que pisamos.
Hypatia renuncia voluntariamente al amor carnal para centrarse en sus estudios, aunque no le faltan pretendientes. Como mujer no comparto esta decisión, incluso me cuesta entenderla. En tono de broma dije a mi amiga Blanca: "Si lo que quiere es ver las estrellas, que haga el amor de una vez". Pero no cede a los requerimientos de su esclavo Davo (estupendo Max Minghella) ni a los del prefecto Orestes (Oscar Isaac) . A pesar de lo que algunos han dicho, estas historias frustradas de amor sí me resultaron emocionantes. Entendí la pasión de los enamorados, y quise entender las negativas de ella, absorta en su ciencia, dando mil vueltas a los conocimientos que poseía y buscando respuestas a sus preguntas. El Universo siempre ha fascinado al hombre, incluso hoy que está mucho más explorado. Hypatia observa maravillada el cielo noche tras noche intentando desentrañar sus misterios. Pero, ay, es una mujer sabia y eso ha sido un serio peligro en muchas épocas y culturas. Fue lapidada, descuartizada y vejada tras su muerte (no desvelo nada al decirlo, está en cualquier información sobre la historia). Sin ser cristiana (no quiso someterse a ninguna religión, lo que demuestra su inteligencia) se convirtió en mártir porque suponía una amenaza para la intolerancia que representaba Cirilo. Hay tantas escenas significativas, tantos detalles... Es la magia del cine, decir con una imagen lo que las palabras apenas esbozan.
Ágora está teniendo excelentes resultados de taquilla. Yo la vi en una sala con más de seiscientas butacas y estaba prácticamente llena. Me alegra esta buena acogida de público, se la merece, aunque no sea una obra maestra. La considero interesante, atrayente, bonita. Contiene muchos datos fundamentales para entender incluso situaciones actuales porque las inquietudes humanas son atemporales. Me encantan esas escenas de la Tierra vista desde el cielo para ir acercándose poco a poco al escenario de la película, son toda una metáfora de lo quiere contar: somos apenas una gota en el universo, pero ésta es nuestra casa, la única que tenemos, y poseemos las armas necesarias para vivir felices en ella y llegar a atisbar qué se esconde mucho más allá. Sin embargo, nos empeñamos en destruir este tesoro, inconscientes y fatuos, orgullosos de nuestro mínimo poderío, egoístas y crueles. No creo que aprendamos nunca, por desgracia. Hypatia lo sabía, y la mataron. Si alguna lección se desprende de Ágora es que debemos ser humildes, comprensivos, generosos. Por supuesto, os la recomiendo.
Feliz semana a todos.