lunes, 10 de septiembre de 2012

LA VIDA, PESE A TODO, NO SE DETIENE

Nuevo curso, nuevos alumnos, nuevos retos... Llevo sintiendo la misma inquietud, la misma expectación, quizá menos inseguridad y la misma fuerza que en septiembre de 1977 (santo cielo, cuánto tiempo...), cuando empecé mi andadura como maestra en Móstoles. Cada año es diferente, y éste pinta en principio muy difícil, no me atrevo a decir negro pero sí poco atractivo. Los nefastos recortes nos ahogan e indignan, digan lo que digan nuestros ínclitos dirigentes. Todos saldremos perdiendo y muchos profesores ni siquiera podrán pisar un aula, siendo tan necesarios. ¿Hay lugar para la esperanza? ¿Y qué otra cosa nos queda? Nos apoyaremos en los compañeros, intentaremos trabajar con menos medios sin perder la sonrisa (¿hasta cuándo?) y solventaremos como podamos los mil escollos administrativos (qué mal llevo la acumulación innecesaria de papeles, el exceso de justificantes, estadísticas, proyectos...) Para empezar este curso hemos elegido el tema del bosque, y ésta es mi humilde aportación literaria. Espero que os guste.

EL BOSQUE Y LA VIDA

En nuestra casa, la Tierra,
del agua nació la vida,
albergó seres y plantas,
aves, flores, encinas,
todo bello, tan variado,
lleno de paz y armonía.

El aire y el agua,
las rocas y el fuego
fueron formando paisajes
como en un mágico juego,
de los hielos al desierto,
de los valles al azul cielo.

Todos los colores
surgieron cual paleta de pintor,
del amarillo al naranja,
del blanco al bermellón,
de la mañana a la noche
todos hacían su función. 

Para que todo viva su ciclo
sólo algo no puede faltar:
las plantas, los bosques,
los prados, la selva triunfal,
de los fresnos a los arces,
de los pinos al nogal.

Renuevan el aire,
atrapan la luz del sol,
transforman en alimento
sin cansancio y sin error
lo que era materia inerte
cumpliendo su gran misión.

Troncos firmes, fuertes raíces,
ramas como brazos,
hojas laboriosas,
la savia arriba y abajo,
siempre en marcha
en incesante trabajo.

En los bosques nunca falta
el suave rumor del viento
acompañando a la luz,
arrullando con su acento
a las mil criaturas
siempre en vivo movimiento.

Del roble sacamos madera,
del naranjo la dulce fruta,
del nogal las duras nueces,
del pino la sombra pura,
de las hayas disfrutamos
su fantástica hermosura.

Según cuentan las leyendas,
en los bosques viven gnomos y hadas,
seres mágicos, misteriosos,
ocultos entre sus ramas,
rompiendo con sus susurros
el silencio de tantas almas.

Dorado, rojizo, verde,
cuantos tonos imagines
podrás disfrutar a gusto
como en todos los jardines
sintiendo latir la vida
como los pájaros libres.

Aprende del árbol,
niño que llegas con ilusión
a empezar un nuevo curso
sabiendo, de corazón,
que tu esfuerzo dará el fruto
que merece tu tesón.

Siéntete abrazado por el bosque,
no temas perderte en él,
es un refugio seguro
porque de él sale el papel
que llega en forma de libro
para que puedas leer.

Mantén los ojos abiertos,
la vida es un rico manantial
que esconde grandes tesoros
y fluye y fluye sin parar
para ayudarte a descubrir
maravillas, novedades y sorpresas sin final.