lunes, 5 de octubre de 2015

UN OCTUBRE DIFERENTE

                         ¡Hola! ¿Os acordáis de mí? Hace tantos meses que no aparezco por aquí, salvo para comentar algunos posts, que quizá hayáis pensado que he desaparecido. Pero no, sigo aquí, aunque con un cambio importante en mi vida: ¡me he jubilado! Sí, amigos, sí, llegó septiembre pero para mí no hubo vuelta al cole por primera vez en treinta y ocho años, que se dice pronto. Durante meses estuve preparándome para dar este paso. No os cuento el proceso porque no creo que sea especialmente relevante. El caso es que aquí estoy, jubilada y feliz. 
                      El último curso fue bastante difícil. Cada vez llevaba peor lo antipático de ser maestra: papeles, reuniones, protestas, denuncias, quejas, actas, entrevistas odiosas... Muchos días pesaba más todo eso que lo gratificante de las clases y el trato con algunos padres y alumnos. Como dice alguien con toda razón, lo dejé en lo mejor de lo peor. La nueva ley me parece demencial y a corto o medio plazo no veo esperanzas fundadas en el horizonte. Viví todos mis años de docencia con total entrega, con grandes satisfacciones pero también no pocos problemas. Cerré mi clase por última vez dejándola bastante ordenada. Creí que iba a llorar, pero no, me fui satisfecha porque sé que lo he hecho razonablemente bien, como atestiguan no pocos exalumnos y padres. ¿Siento nostalgia? Ahora mismo no, necesitaba vaciarme de tantas emociones. Desarrollé una actividad muy intensa que me llenó mucho, pero ya no debía continuar. Hasta ahora no he sido consciente del tiempo y las fuerzas que he dedicado al colegio. Ya no siento esa presión de tener siempre algo que hacer incluso robándole horas al sueño. Preparar, corregir, imprimir, buscar... eran tareas diarias y con frecuencia apremiantes. Adiós a los madrugones, yo que soy tan dormilona. Puedo levantarme con tranquilidad, desayunar leyendo el periódico, planificar la jornada sin prisa... Desde el principio decidí que no iba a pasarme el día en bata y zapatillas viendo telebasura, de eso nada. Me propuse desde el principio ir tres días a la semana al gimnasio o dar un largo paseo, hasta que la ciática me ha tenido más de dos semanas bastante fastidiada. Mañana empiezo un taller de escritura creativa y me he apuntado a un club de lectura, dos actividades que me apetecían desde hace años y que por fin voy a poder realizar. Voy todo lo que puedo al cine  al teatro o a conciertos y en vacaciones he leído mucho. La prisa ya no manda en mi vida, puedo elegir lo que deseo hacer y lo que puede esperar. A veces paseo a mediodía pero prefiero ver la puesta de sol, siempre diferente y mágica.
                        Estoy leyendo la cuarta parte de Millenium, que continúa en la misma línea de las anteriores. El autor contratado ha captado bien la esencia de Larsson. No es un prodigio de estilo,evidentemente, pero entretiene.
                        La llamada novela negra siempre me ha gustado. En agosto disfruté con Historia de Dios en una esquina, Crímenes que no olvidaré, Nunca ayudes a una extraña, El asesino de la Pedrera y, en un registro totalmente diferente, Música para feos, de mi admirado Lorenzo Silva, que por cierto visitará el IES de mi localidad durante este curso. Haré todo lo posible por ir a verle y saludarle al menos.
                            Releo poesía y disfruto con los artículos de Elvira Lindo, Juan Cruz, Almudena Grandes, Javier Marías, Álex Grijelmo y otros muchos. Me gusta leer y escuchar voces inteligentes, estoy más que harta del vocerío de todo a cien de políticos infames y contertulios incultos y groseros. En agosto disfruté de la larga conversación mantenida entre Iñaki López e Iñaki Gabilondo, qué gozada... Debo decir que ETB ofrece unos programas de gran calidad, tanto documentales como los dedicados al País Vasco, llenos de cariño y de sincera alabanza hacia todo lo bueno de esa tierra. Ay, esos mercados, las setas, los tomates, los pescados, los pinchos, los helados, los paisajes, las playas, las montañas... Todo lo de allí me encanta.
                              De las últimas películas que he visto recuerdo lo fantástica que me pareció Inside Out, todo un viaje al interior de la mente lleno de color y magia. Se lo han currado de veras. No es para niños pero no importa, es maravillosa. Te imaginas así nuestro interior, lleno  de vericuetos y encrucijadas con las cuatro emociones dominantes: Alegría, Tristeza, Miedo y Asco. Todas son necesarias y cada una cumple su misión. Estamos acostumbrados a oír que debemos ser felices  a toda costa y se nos olvida que la vida es lucha, cambio, incertidumbre, elección, disfrute, sufrimiento... 
                               Vi la deliciosa Ático sin ascensor, con dos perfectos Diane Keaton y Morgan Freeman en el momento de tener que decidir si cambian su hogar durante cuarenta años por un piso más accesible. No es un peliculón pero hace pasar un rato agradable, que no es poco.
                                    Irrational Man, la última de Woody Allen, no es una obra maestra, desde luego, pero tiene su puntito. Debo reconocer que siempre voy al cine informada y predispuesta a disfrutar, por lo que suelo sacar cuando menos   una razonable satisfacción.
                                    Asistí a la proyección de B, la traslación a la pantalla, tras el éxito de la obra de teatro, de la declaración de Bárcenas ante el juez Ruz. Si realmente ocurrió así, y es cierto lo que se ve y se oye, no me explico que no haya ocurrido nada trascendente, que no haya dimisiones, explicaciones convincentes, petición seria de responsabilidades, no sé, no entiendo nada. Estamos adocenados, aburridos, hartos, pero no lo suficientemente indignados. Tras la película hubo un interesante coloquio entre el director, los actores y el numeroso público asistente. Yo charlé brevemente con ellos y les felicité por su trabajo.
                                     Ahora que ha sido seleccionada para representar a España en los Óscar espero que la preciosa Loreak (Flores) tenga una segunda vida en las pantallas. Es una película pequeña pero llena de delicadeza, sensibilidad y poesía, una historia aparentemente sin importancia que deja poso.
                                       En teatro vi la adaptación de La Soga, la inolvidable lección de cine de Hitchcock con un impagable James Stewart. No está mal, pero prefiero la película. 
                                        La que sí merece la pena de veras es Bajo Terapia, que ha tenido un gran éxito y espero que repita en otros escenarios. Arranca de un modo similar a la divertida Toc Toc: una psicóloga cita un viernes por la noche a tres parejas muy diferentes entre sí para que sin ella realicen la sesión terapéutica. Entre bromas y veras realizan la tarea, pero... hasta aquí puedo contar, y es una pena, porque da para un jugoso comentario, pero no quiero destriparla por si vais a verla.
                                        En fin, espero no haberos aburrido con mis andanzas de jubilada. Seguiré escribiendo, creo que con más asiduidad que antes.