martes, 25 de diciembre de 2012

BUENAS REFLEXIONES






UNO NO ESCOGE

Uno no escoge el país donde nace,
pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo,
pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad.

Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.

Todos tenemos un deber de amor que cumplir,
una historia que hacer,
una meta que alcanzar.

No escogimos el momento para venir al mundo.
Ahora podemos hacer el mundo
en que nace y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.

GIOCONDA BELLI




MENSAJE AL FINAL DEL AÑO 2001

Las campanas doblaron tantas veces este año
que preguntamos -retóricamente- por quién doblaban,
sabiendo demasiado bien la respuesta.
Ha llovidofuego sobre Nueva York, Tora-Bora, Gaza, Tel-Aviv.
Uno busca plumas y abanicos para espantar el humo de los incendios
y abrirle el ojo a la claridad por donde mirar más allá
de cráteres y ruinas.
Pero los bordes de la ciudad de los días por venir
son como espejismos que se alzan y se difuminan.
En la polvareda desaparecen las certidumbres,
igual que los perfiles de los rascacielos
que hace tan poco parecían llamados a sobrevivirnos.
En este paisaje quebrado donde las vidas quedan sobre la tierra
como caña de azúcar cortada antes de la miel o del ron,
los que permanecemos corremos a refugiarnos
en la roja palpitación de la única certidumbre segura y cálida:
el abrazo, el pecho de los que amamos.

GIOCONDA BELLI
 

                           Me ha costado mucho este año decidirme a escribir algo para estas fechas. No me parecía adecuado sucumbir a la ola que exige seguir como si nada (la realidad en cualquier calle, en cualquier centro comercial, en las familias es muy diferente), pero me parecía más oportuno que nunca reflexionar sobre lo que está ocurriendo precisamente estos días. No me apetecía hablar de las costumbres navideñas, ni en serio ni en broma. Todo me parece gris, deslucido, de plástico malo. Al final he recurrido a dos de mis refugios seguros: la poesía de Giconda Belli y la lúcida acidez de Mafalda.
                   No me atrevo a desear Feliz Año a nadie, ya lo hicimos hace doce meses y qué decir del resultado... Buenos deseos sí, los que hagan falta; la realidad y las posibilidades y empeño de cada uno dirán el resto.