

La tradición manda tomar un delicioso helado antes o después de los fuegos y tomar parte en la verbenas, conciertos o espectáculos que se ofrecen en numerosas plazas y calles, animadísimas durante las fiestas. Todo tiene un aire diferente, señorial, nada chabacano. La gente viste muy bien y disfruta con lo que ve. Abundan los komunak, los servicios públicos, algo muy de agradecer, y, salvo excepciones, están limpios y muy presentables. Me pareció curioso que en una gasolinera lo dijeran tan claro: "Entre, está limpio". ¡Y lo estaba!



Una noche cenamos en Guetaria, en el puerto, donde son tradicionales las parrillas a la vista del público, con unos estupendos amigos. Un rodaballo magnífico, langostinos y un bonito blanco y jugoso sabían a gloria bendita en semejante marco, y qué decir de la compañía. No sé si es la magia de las vacaciones, el entorno, la calidad de los productos, ese txacolí que entra sin ningún esfuerzo, el trato con personas queridas, el ambiente templado, quizá todo ello se confabula para ofrecer momentos inolvidables que te hacen decir lo de la canción: "Gracias a la vida, que me ha dado tanto..."
Pude incluso ir al teatro un par de veces. Por fin vi "Monólogos de la vagina", que me encantó. Aparte de momentos divertidos, gracias a tres actrices fantásticas, hace pensar. Os la recomiendo si se os pone a tiro. Otro día pude ver al gran Paco Valladares en "Trampa mortal", que me decepcionó un poco al final, pero sólo por escuchar la voz de este enorme actor y contemplar su dominio del escenario ya merecía la pena.

Quise asistir a algún concierto en el Kursaal, como el año pasado, en plena Quincena Musical, pero los elevados precios me hicieron desistir. Otra vez será.
El resto, lectura. Acabé La evolución de Calpurnia Tate, viajé a la Sevilla de mil seiscientos y pico con Matilde Asensi y su entretenida Venganza en Sevilla, leí en dos tardes No pidas sardina fuera de temporada, un clásico en los IES, según tengo entendido, releí algo de Mujercitas, tantos años después, y ahora estoy enfrascada en Los ojos amarillos de los cocodrilos, un superventas que ya necesita poca publicidad.
Como veis, un mes perfecto para descansar y cargar las pilas, según expresión mil veces repetida. Sin roces ni problemas, en un marco incomparable, sin grandes lujos pero con buenos productos, es la preparación ideal para un invierno que se supone largo, frío y gris. A todas las parejas, además, les viene bien un poco de intimidad y aislamiento, aunque, según los entendidos, tras las vacaciones aumentan las demandas de divorcio porque la convivencia prolongada a veces supone una dura prueba. Yo hablo según mi experiencia, pero no todo el mundo tiene que opinar lo mismo, evidentemente.
Así que aquí estamos otra vez. Mañana, primer contacto con los colegas, todos morenos y sin arrugas, presumiblemente. Qué buena cara traemos tras las vacaciones... ¿Cuánto nos durará? Yo, de momento, he de quitarme de encima una faringitis que pillé los últimos días, qué fastidio... En fin, un año más en nuestro haber que a todos os deseo lo más agradable posible.
Os dejo con algo que oí en la radio y me hizo gracia: La suerte está echada y hoy tampoco parece que vaya a levantarse.