lunes, 14 de junio de 2010

FIN DE CURSO

Fin de curso. Los pajaritos cantan y las nubes se levantan. Los niños también se irán. Pronto dejarán de oírse sus voces, pero nosotros también gritamos. Estamos acalorados. Seguimos rodeados de papeles y yendo de una reunión a otra, ultimando notas, informes, ordenando las clases.
Miles de palabras escritas y otras tantas pronunciadas. Miles de páginas leídas. Miles de pasos dados. Miles de escalones subidos y bajados. Cientos de cafés. Cientos de bollos, pasteles, rosquillas. Cualquier celebración es bienvenida. Muchas comidas, algunas cañas. Muchos días de patio. Muchas rodillas curadas. Cientos de problemas solucionados. Incontables días de viento y de lluvia. Largo invierno. Renovación y continuidad con la primavera. Somos los mismos, somos diferentes. Hemos ido hilvanando día a día un curso más, un año más de nuestras vidas. Llega el momento de la recogida. Cuántas cosas hemos hecho... La Memoria está encuadernada, pero sólo son datos fríos, estadísticas, enumeraciones. No dice nada de los sentimientos, de las vivencias. Todo nuestro trabajo se reduce a unas escuetas notas elaboradas con la desgana propia de la obligación. Palabras y más palabras. ¿Dónde está el corazón? Hemos dejado en algún rincón las alegrías y los no pocos disgustos de un largo curso. Detalles y gestos. Tanto esfuerzo tiene una compensación inefable e intangible. Melancolía. Ansia de merecido descanso.
Cambiará el paisaje. Se irán unos alumnos, llegarán otros. Adiós. Hasta siempre. Bienvenidos. Seremos quizá más, trabajaremos con entusiasmo, pese a las malas lenguas y las zancadillas. Las caras conocidas son una garantía de estabilidad y de bienestar. Buen hacer. Volveremos a recorrer juntos un camino nunca antes transitado. Pasito a pasito llegamos a nuestra meta, que no es sino una etapa más, un capítulo más de un libro que vamos escribiendo día a día. Algunas líneas tienen protagonistas comunes, otras son personales e intransferibles.
Creemos en el "efecto mariposa". Si conseguimos inculcar en estos niños hábitos de estudio, trabajo y respeto contribuiremos a mejorar el entorno en el que más tarde se moverán. Satisfacción. Agradecimiento. Nuevas metas logradas. Otras aún se resisten. Lucha continua. Afán de superación. La vida.

14 comentarios:

Cabopá dijo...

Con una sencillez sin igual has dejado tu impronta en esta entrada en la que las palabras dicen todo,todo y todo...Tus hilvanes no necesitan costuras están cosidos con palabras llenas de sentimientos
respeto, responsabilidad y mucha "maestría".Gracias Yolanda por se una maestra feliz, impartes estoy segura además, alegría...
MUCHOS BESICOS.

Novicia Dalila dijo...

Querida Yolanda,
Me has emocionado. Ojalá todos los profesores tuvieran estos mismos sentimientos y dedicación. Ojalá los alumnos pudieran captar este cariño y esta entrega....
Disfruta de vuestro final de curso y carga las pilas bien para empezar el nuevo con la misma ilusión que este.

Un beso muy fuerte

Joselu dijo...

Ha sido un placer seguirte a lo largo del curso. Siento proximidad a lo que cuentas conociendo el enorme esfuerzo y desgaste que supone estar preparado para dirigir, educar, conducir, acompañar... a esos muchachitos cuya mente es esencialmente inquieta -cada vez más- y a los que cuesta tanto retener para que puedan construirse como ciudadanos pensantes y responsables en un contexto que no ayuda precisamente a ello. Hoy me ha parecido muy corta tu entrada. Es un gusto leer un castellano claro y bien organizado. Un abrazo, colega.

Javier S. Sánchez dijo...

Hola, Yolanda:
Este "trabajo" está tejido de encuentros y despedidas. Los años pasan a velocidad de vértigo y no dan tregua, no hay tiempo de crear todo el paisaje del cudro. Unas pinceladas, una sombra por aquí, un trozo de cielo por allá...Un dia, quizá lejano, un veinteañero, perdida su verguenza de la adolescencia, te abraza en plena calle y te llam por tu nombre. Tú no le recuerdas, ellos cambian, nosotros no. No importa, la historia ya está completa. Valió la pena.
¡ÁNIMO,MAESTRA!

Yolanda dijo...

Cabopá, siempre me invade un sentimiento agridulce al terminar el curso, acentuado cuando despido a otra promoción. Tengo deseos de seguir dándoles más, siento que necesito más tiempo, pero sé que lo fundamental está hecho, que les he dado las suficientes armas como para manejarse sin tropiezos de ahora en adelante si saben aprovecharlas. Soy una sentimental, qué le vamos a hacer... Y me gustaría ser más alegre, más justa, más ordenada...
Gracias por tus palabras. Un beso.

Yolanda dijo...

Novi, muchos de mis colegas comparten mis sentimientos, por eso me siento tan a gusto con ellos. Los niños captan gran parte del mensaje y de nuestra dedicación, pero cada vez es más difícil hacérselo entender, de ahí nuestra frustración. A veces nos fijamos más en los fracasos que en los éxitos, yo voy aprendiendo a relativizar tanto los unos como los otros para no perder la objetividad. Hacemos lo que podemos y mucho más, por eso volvemos cada nuevo curso con ganas e ideas diferentes. De momento toca descansar...
Gracias por tu aliento. Un beso.

Yolanda dijo...

Joselu, por fin he sido capaz de expresarme sin escribir un testamento, y me dices que te ha parecido corto, es que no acierto...
Cada final de curso me deja agotada, saturada. Necesito despejarme, vaciar mi mente, descargar la tensión acumulada. Por muy a gusto que haga mi trabajo resulta cansado en extremo, bien lo sabes. Pero no me siento desengañada, frustrada, decepcionada... Sé lo que puedo esperar a estas alturas. He dado mucho y he recibido bastante a cambio. No sé hacerlo de otro modo. Es mi forma de entender el trabajo y mi vida en general. Me gusta la calma, pero no me van las medias tintas, necesito poner pasión en lo que hago. Sigo creyendo en la importancia de lo que realizo, la educación es indispensable y hay que hacerlo bien porque nos jugamos mucho. Algunos, tanto padres como alumnos, lo valoran y aprecian de verdad, otros se darán cuenta más adelante, pero todos saben que es un trabajo necesario y en mi colegio lo hacemos a conciencia. Ojalá pudiera enseñarte el montaje audiovisual que ha hecho mi colega JA para mostrar toda nuestra labor del año...
Un fuerte abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Javier, es verdad que el tiempo nos devora, los días, meses y años pasan veloces, sin poder pararnos a recoger los frutos ni a dedicar más espacio y atención a cantidad de detalles importantes. Lo fundamental, sin embargo, está hecho. Muchos antiguos alumnos me dicen que recuerdan el viaje a Canarias, o las lecturas que les llevé, o los juegos de hace años. Ellos cambian muchísimo, nosotros no tanto. Nuestra vida es más monótona, la suya aún está a medio hacer. El hijo de una colega ha acabado 2º de Bachillerato con matrícula de honor en todas las asignaturas, y yo aún le recuerdo tal como era en 5º y 6º, su aire aparentemente despistado, sus dibujos, su afición por el teatro, su capacidad para disfrutar en cada excursión... Sí, vale la pena ser maestro.
Un abrazo.

Lola dijo...

Como tu dices al final: La Vida. Esa es la vida, con un principio y un final y para tí, el curso se ha acabado y llega el momento de descansar de tanto avatar durante tantos meses.
Que descanses y cojas fuerzas nuevas es mi deseo con todo cariño.
Lola

Miguel dijo...

Sé que eres una maestra feliz (a parte de la obviedad) porque lo manifiestas a través de tus palabras referidas a los alumnos. Los docentes que amamos nuestra profesión, amamos las imperfecciones de nuestros alumnos. Si no, no se puede ser un/a maestro/a, feliz.
Bueno, después está "lo otro". El papeleo. La memoria. Los datos. Esto me gusta menos. No me gusta nada. Y en ello estamos.

Un beso.

Yolanda dijo...

Lola, me da pena dejar a mis alumnos después de estar con ellos dos años. Hoy me han preguntado si les voy a echar de menos, creo que son más sentimentales que yo. Todos nos merecemos un buen descanso. Y menos mal que como no hace calor el final es más llevadero.
Un beso.

Yolanda dijo...

Miguel, al final todo son prisas y despedidas. Mañana tienen la competición de badminton, el lunes el pentatlon, el martes la graduación, la entrega de notas y la fiesta... buf... estamos ensayando a toda pastilla y yo escribiendo presentaciones, cartas... La burocracia al acabar 6º es terrible, la han cambiado este año y vamos a estar hasta el último día dando papeles a los padres porque tienen que firmar la entrega. Un rollo patatero. Y de recoger las clases mejor ni hablar...
Me va a dar pena despedirles, claro, siempre me da un bajón a final de curso por la relajación repentina y el subidón del término de una etapa. La verdad es que hace años lo pasaba peor, ahora lo relativizo más.
Feliz tú que al menos tienes la playa cerca y puedes dar paseos por la orilla para descansar, quién pudiera... Nosotros vamos el 24 a La Pedriza, no es lo mismo pero también es un paseo precioso.
Un abrazo, colega.

María dijo...

Así es la vida, vienen unos, se van, vuelven otros, aunque dentro del curso, con alguno tengas problemas, con otros nada, porque cada niño es un mundo diferente, y de distinta familia, la verdad es que tiene que ser duro ser profesora con tantos alumnos y de distintas familias.

Te deseo unas felices vacaciones, te las mereces.

Un beso.

Fernando Manero dijo...

No hay profesión en la que se perciba mejor el paso del tiempo que la de docente. Observando el ciclo de los cursos, se siente expresivamente el ciclo de la vida y la sucesión de las generaciones que año tras año revelan la secuencia del tiempo transcurrido. Cuando el profesor o la profesora se sienta, al final del curso, en su mesa y contempla el aula vacía, un cúmulo de sensaciones se agolpa en su mente al comprobar que lo que ha pasado es irreversible y que lo que ha de llegar traerá consigo nuevas experiencias, tan gratas y sorprendentes como las que acompañan al descubrimiento del sinfín de matices que encierra la juventud.