martes, 4 de junio de 2013

RETAZOS DE VIDA

Muchas veces he intentado, en los últimos meses, escribir nuevamente en el blog. Antaño era una necesidad imperiosa la que me llevaba a contar mis pensamientos y ocurrencias, a recomendar una película, obra de teatro o exposición o a relatar hechos curiosos relacionados, fundamentalmente, con la enseñanza. ¿Por qué esa súbita pérdida de interés por mi parte? No lo sé. Casi de repente sentí que mis palabras carecían de atractivo para los demás. ¿Qué podía contar yo que otros no hubieran dicho ya? Joselu expone magníficamente temas interesantísimos y suscita cantidad de comentarios. Y sigo trabajando, claro, pero mis intereses son dispersos, diferentes. A mi desánimo inicial de principio de curso se sumó la realidad dura e inflexible que nos invade sin asomo de esperanza, digan algunos lo que digan. Basta echar un vistazo a quienes nos rodean. La muerte de mi hermana fue un mazazo del que me costará reponerme. ¿Qué decir entonces, qué contar que anime a alguien a leerme y contestarme? No estoy deprimida, es otra sensación diferente, desesperanzada, rabiosa, indignada. He hecho varias huelgas y he ido a no pocas manifestaciones. Hay quien dice que no sirve para nada, pero, entonces, ¿la única respuesta es la mansedumbre, la pasividad, la conformidad, repetir machaconamente es lo que hay, no se puede hacer nada...? ¿O, por el contrario, seguir como si no pasara nada mientras nos mienten descaradamente y nos toman por idiotas? Hombre, ¿no es suficiente con que nos esquilmen y nos roben nuestros derechos? ¿Hay que aguantar además sus argumentos falaces y sus insólitas justificaciones? Los Príncipes reciben una sonora pitada en el Liceu y algunos se escandalizan: no son modales, qué falta de respeto, hay que ver a lo que hemos llegado... Pues sí, señor, se merecen eso y más. ¿No están a nuestro servicio (algunos ingenuos seguimos creyéndolo)? ¿No deben dar ejemplo de honestidad y rectitud ante el pueblo que les paga todos sus privilegios? Y ahí les tienes, atónitos todavía porque alguien les dice a la cara lo que son.
¿Hacia dónde mirar para encontrar algo de luz? Me gusta ver jugar a los niños, siempre me ha gustado, aunque me da mucha pena que ya no jueguen en la calle o hayan abandonado los juegos populares, que les encantan, dicho sea de paso, cuando se los enseñamos. Sin embargo, su rendimiento académico cada vez es más deficiente, cuesta un mundo despertar su interés por el estudio y no digamos el esfuerzo, palabra que no entra en su ya de por sí menguado vocabulario. Están alterados, nerviosos, el ambiente general es de alboroto, no atienden, no escuchan. Conseguimos pequeñas victorias, pero perdemos todas las batallas. La solución no es la terrible LOMCE que se nos avecina. El problema es tan complejo que nadie puede intentar solucionarlo con una ley clasista, segregadora e injusta ya desde su preámbulo. 
Acaba un  curso escolar difícil y movido. El siguiente no se prevé mejor. Sabemos que habrá menos dinero y que las familias deberán hacer frente a gastos que antes corrían a cargo de los colegios. Sin embargo, yo he encontrado un dato optimista: mis alumnos de 5º han leído, aparte de los libros de clase, un total de 269 títulos de la Biblioteca del colegio, a la que van voluntariamente una vez a la semana. Algunos incluso colaboran de manera entusiasta con mi querida Agustina. No todo es negativo, la lástima es que las buenas noticias como ésta escasean y no salen en ninguna foto, pero yo lo haré constar en la Memoria, si es que hay algún apartado para ello, porque válgame el cielo qué cantidad de chorradas hay que consignar, reflejar y recordar. Y todo sin poder decir la verdad, lo que realmente interesa, o debería interesar. Parece que algunos viven felices en los mundos de Yupi. ¿Soy yo la equivocada? No lo sé. ¿Nadie ve lo que se nos viene encima?
Como no he perdido la buena costumbre de ir al cine, hecho que se está convirtiendo en artículo de auténtico lujo y, a este paso, en una excentricidad porque cada vez cierran más salas (en Pontevedra parece que no queda ninguna, qué mierda de país...), os recomendaré las dos últimas películas que he visto, interesantes aunque no llamativas, muy diferentes entre sí: Un amigo para Henry, con mucha miga bajo su apariencia inocente, una original reflexión sobre la vejez, la memoria y la soledad (terrible final) e Hijo de Caín, una española muy digna entre la intriga psicológica y el terror, muy correcta e imprevisible. Me gusta ese rito semanal en la oscuridad de una gran sala (cada vez están más vacías). ¿Hasta cuándo podré disfrutarlo?
El buen tiempo se hace esperar y mi garganta acusa los bruscos cambios de tempartura. Soporto una nueva faringitis, no tan aguda como para pedir la baja pero suficiente para sentirme molesta. Pequeños avatares de la vida... Y así transcurre mi existencia, con pocos cambios pero con la amenaza de nuevas subidas de impuestos, peores condiciones laborales, mengua de la calidad de vida que creíamos intocable...
Y, sin embargo, seguimos, hay que seguir... Como esos jóvenes que han decidido no estrechar la mano del ministro de ¿Educación? en la entrega de diplomas por su excelente expediente académico. Bravo por ellos. Les llamarán maleducados, groseros y varias lindezas más pero han demostrado tener dignidad y coraje para hacer patente su disgusto por una actitud que hipoteca su futuro y les convierte en meros peones al servicio del sistema. Menos mal que algunos siguen despiertos y alerta...

7 comentarios:

Joselu dijo...

Es refrescante asistir a este vendaval de pensamientos en hilera que se van sucediendo al ritmo de tu pluma (bueno, es una forma poética de decirlo) y de tu mente. Pero a la vez es difícil recoger tantos motivos que sitúan tu estado anímico entre la rabia y la esperanza. Yo veo el colectivo de profesores desunido ante las asechanzas que nos afligen, y los más desmovilizados por contra son los más jóvenes que provienen de otra cultura diferente a la que nosotros conocimos de la resistencia en otros tiempos.

Pero no quiero hacer más hincapié en ello. Me ha alegrado la noticia de los alumnos premiados que han negado el saludo al ministro WERT, pero no tanto el abucheo en el Liceo a los príncipes. Dicho abucheo tenía un trasfondo menos social y sí más nacionalista. Los príncipes representaban la monarquía española. Es el mismo rechazo cuando se ponen banderas españolas en los balcones ante los triunfos pretéritos de la selección y se gritaba en la calles: "Fora, fora, fora, la bandera espanyola". No me gustó el abucheo porque los que lo hicieron no eran pobres desahuciados que protestaran por los desmanes de Urdangarín o el poder en general, sino porque representaban a España los príncipes.

Hace ya dos meses que no voy al cine. Diferentes circunstancias me han llevado a alejarme (caminatas, trabajo de fin de semana) pero espero volver pronto a él. Tomo nota de tus recomendaciones.

Me alegro mucho de que tus muchachos sean voraces lectores. Es muy importante que tengan una relación fluida con los libros porque luego cuando llegan a secundaria los huyen como a la pólvora. Cuesta dios y ayuda que lean algo, con el agravante de que ahora no se compra un libro nadie. Con eso de la crisis y la falta de costumbre pues hay poco que hacer.

Me ha alegrado mucho verte de nuevo publicar. Tus palabras eran más seguidas de lo que creías. Yo tenía alguna compañera que te conocía como la maestra feliz que esperaba tus críticas cinematográficas porque eran y resultaban interesantes.

Es curioso porque yo me estoy replanteando ya el hecho de publicar. He perdido el mordiente y las ganas que tenía al principio. Y es que voy camino de los ocho años de publicación. Es normal que el proyecto ya esté cansado. Y veo que me cuesta debatir, pues he perdido interés en el debate.

Lo dicho, Yolanda, una enorme alegría volver a leerte por aquí. Eso sí, cuando dejamos de publicar perdemos a lectores que nos olvidan y se van a otros lugares o abandonan la blogosfera.

Un fuerte abrazo.

Yolanda dijo...

Gracias por tus estimulantes palabras, Joselu. Es cierto que escribo como un torrente, tocando varios temas sin profundizar demasiado en ninguno. Me gusta expresarme según me siento, una cosa me lleva a otra. La vorágine que nos rodea no facilita en absoluto la reflexión, el diálogo sosegado y tranquilo, por eso comprendo el estado actual de la blogosfera, influido también, cómo no, por el estado de desánimo generalizado que nos tiene asfixiados y cabreados. Paradójicamente, a más información no corresponde mayor formación, no sabemos dsicriminar lo importante de lo accesorio, lo verdadero de lo falso. Si no tengo claro qué decir, mejor me callo. Si mi campaña en pro de la lectura da frutos en mis alumnos, me siento satisfecha, aun siendo consciente de que el hábito lector se pierde mucho en Secundaria, por múltiples razones que conoces tú mejor que yo.
Los tiempos cambian, las costumbres también. Si acaba una época vendrá otra no necesariamente mejor, pero tampoco irremediablemente peor. Los buenos libros, las palabras ajustadas siempre serán bienvenidas porque son imprescindibles. No pueden quitarnos esa arma que también es un placer.
Un fuerte abarzo, colega.

Miguel dijo...

Hace ya más de una semana que no puedo conectarme a internet; por fin me han solventado el problema y aquí estoy. En esta veraniega y apacible tarde de verano (aquí en Benicàssim ya se vive la época estival)me pongo a bloguear y aparece mi querida y entrañable maestra feliz publicando un post. Ya hacía tiempo que esto no sucedía. Lo leo y te veo rabiosa, pesimista. Y es que siempre hay motivos para ello. No hay más que mirar la vida y aparece un motivo para dejarse llevar por el desánimo y el pesimismo. Pero yo soy cabezón, y pese a todos los pesares, he decidido ser optimisista. Me va a salir igual de caro mirar en negativo que en positivo...
En fin, Yolanda, que sí, que tienes razón, pero piensa que hay millones de razones en esta España nuestra que cantaba Cecilia, y hay quien ve con buenos ojos la ley Wert, y a los príncipces... La verdad es que contentar a todos es imposible. Pero al final eres optimista. Nos lanzas un rayito de luz con la buena voluntad de tus alumnos. ¡Bravo Yolanda!

Un beso gordo.

Yolanda dijo...

Te aseguro, Miguel, que me cuesta encontrarmuchos días motivos para sonreír y estar alegre. Los niños transmiten vitalidad, pero no son ajenos a la terrible situación que nos rodea. Lei hace poco que los padres son más permisivos y tolerantes con sus hijos ahora porque como saben que les espera un futuro de mierda y muchas dificultades piensan que deben ser felices mientras puedan. Claro que si eso incluye toda clase de caprichos, ausencia de esfuerzo, nula tolerancia al fracaso, tiranía consentida y otros disparates tenemos un panorama desolador. ¿Quién puede poner límites en estas circunstancias? Así que en épocas de notas, como ésta, nos tenemos que armar de paciencia para convencer a más de uno de que su suspenso es merecido. ¿Por qué cuesta tanto encajar un fracaso? ¿Qué será de ellos cuando deban afrontar problemas realmente graves?
Nuestros alumnos de 6º y dos colegas están esta semana en Benicássim. Parece que hace buen tiempo y están disfrutando. Quizá el año que viene cambiemos de destino, no sé.
Disfruta del sol y del mar, al menos tienes buenas vistas mientras pones las malditas notas. Un fuerte abrazo, colega.

Roy dijo...

Gracias. Curioso que a fin de curso a muchos nos coja un estado de ánimo así. Quizás aprendiendo cada vez de nuevo a disfrutar de lo bello al tiempo que se pone lo que esté al alcance para lo demás.

Por cierto, la película se llama "Un amigo para Frank" ;)

Yolanda dijo...

Gracias por la aclaración, Roy. Es fácil meter la pata en cosas así. De paso, te recomiendo "Un invierno en la playa" (espero no equivocarme esta vez) y "360, Cruce de destinos". No han tenido mucha publicidad pero merecen la pena.
¡Dos días, y adiós a los chavales! Buf, qué ganas tengo... Abrazos.

Yolanda dijo...

Gracias por la aclaración, Roy. Es fácil meter la pata en cosas así. De paso, te recomiendo "Un invierno en la playa" (espero no equivocarme esta vez) y "360, Cruce de destinos". No han tenido mucha publicidad pero merecen la pena.
¡Dos días, y adiós a los chavales! Buf, qué ganas tengo... Abrazos.