









"Déjame entrar" es una película distinta, sorprendente, enigmática, mágica. Cuenta la historia de Oskar, un chico de doce años que vive con su madre, separada del padre, en un suburbio de Estocolmo en 1982. Es solitario, inteligente y retraído porque sufre la crueldad de sus compañeros. Podría ser capaz de cualquier violencia extrema para vengarse (con razón) si no fuera por el inesperado y extraño amor de Eli, una niña pálida y misteriosa que vive en el piso de al lado. Inician una relación atípica a pesar de sus diferencias porque les une la soledad y la violencia de sus entornos respectivos. Son como dos náufragos que encuentran una tabla de salvación a la deriva y deciden qué rumbo van a poner a partir de ese momento.
Mañana empieza en mi cole la Semana Cultural. Coincide con el Día del Libro y por ello organizamos diferentes actividades relacionadas con esa celebración. Cada año tiene un tema diferente: un año fueron los cuentos infantiles tradicionales, otro Julio Verne, el pasado los juegos populares... Este año la hemos dedicado a la gastronomía (ahora que se han cargado mi taller de cocina, a buenas horas, mangas verdes...) Tenemos carteles de nuestra mascota Superleo, concurso de lemas, concurso de cuentos, exposiciones en los diferentes pabellones, visitas de autores, cuentacuentos, mercadillo de libros, elaboración de marcapáginas... Un aluvión de actividades y una trabajera de mucho cuidado, como os podéis imaginar. El último día los padres pueden ir a verlo, porque de eso se trata, de "vender" el colegio en estos tiempos de tanto desprestigio para la enseñanza pública.Un caluroso día de verano, una cigarra cantaba sin parar debajo de un árbol. No tenía ganas de trabajar, sólo quería disfrutar del sol y cantar, cantar y cantar.
Pasó por allí una hormiga que llevaba a cuestas un grano de trigo muy grande. La cigarra se burló de ella:
-¿Adónde vas con tanto peso? ¡Con el buen día que hace, con tanto calor...! Se está mucho mejor aquí, a la sombra, cantando y jugando. Estás haciendo el tonto. ¡Ji,ji,ji...!- se rió la cigarra.- No sabes divertirte.
La hormiga no hizo caso y siguió su camino silenciosa y fatigada. Pasó todo el verano trabajando y almacenendo provisiones para el invierno. Cada vez que veía a la cigarra, ésta se reía y le cantaba alguna canción burlona:
- ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!
Así pasó el verano y llegó el frío. La hormiga se metió en su hormiguero calentita, con comida suficiente para pasar todo el invierno, y se dedicó a jugar y estar tranquila. Sin embargo, la cigarra se encontró sin casa y sin comida. No tenía nada que comer y estaba helada de frío. Entonces se acordó de la hormiga y fue a llamar a su puerta.
-Señora hormiga, como sé que ene tu granero hay provisiones de sobra vengo a pedirte que me prestes algo para que pueda vivir este invierno. Yo te lo devolveré cuando me sea posible.
La hormiga escondió las llaves de su granero y respondió enfadada:
-¿Crees que voy a prestarte lo que me costó ganar con un trabajo inmenso? ¿Qué has hecho, holgazana, durante el verano?
- Ya lo sabes- respondió apenada la cigarra.- A todo el que pasaba, yo le cantaba alegremente sin parar un momento.
- Pues ahora, yo como tú puedo cantar: ¡Qué risa me dan las cigarras que no pueden comer! ¡Qué risa me dan las cigarras que van a pasar frío!
A partir de entonces, la cigarra aprendió a no reírse de nadie y a trabajar un poquito más.
Y ésta es la fábula original, la que escribió La Fontaine. Pero nosotros hemos pensado que la historia puede tener otro final más solidario.
La hormiga estaba en su hormiguero, calentita y tranquila, leyendo un libro y escuchando música. Un día, la cigarra, muerta de frío y de hambre, llamó a su puerta.
- ¡Hormiga, hormiga, déjame pasar, que tengo frío y hambre!
- Ah, ¿conque ahora quieres comer de lo que yo he conseguido trabajando durante todo el verano?
- Si me haces el favor...
- ¿Pero tú no te burlabas de mí mientras yo trabajaba duramente al sol y tú sólo cantabas y cantabas? ¡Pues ahora te aguantas!
- Por favor, hormiga, déjame pasar. Te prometo que te ayudaré si me das cobijo y comida. Además cantaré para ti para hacerte más agradable el invierno.
- Ya, pero eso no es suficiente. Tendrás que ayudarme también a limpiar el hormiguero y a hacer la comida, porque para comer hay que trabajar.
- Bueno, vale, está bien... Es justo que comparta todo contigo, el trabajo y la comida.
- Si te comprometes a ayudarme y hacerme compañía podemos pasar el invierno juntas. Pero aprende bien la lección: hay que colaborar y trabajar con los demás para que todos podamos comer y llevarnos bien .
Y así fue. La cigarra y la hormiga se hicieron amigas y trabajaron juntas desde entonces.
Y para que veáis que predicamos con el ejemplo, aquí tenéis un obsequio de parte de las hormiguitas trabajadoras de 5º PORQUE HAY QUE COMPARTIR (los niños reparten caramelos entre el público).
Escribí esta versión porque siempre me pareció una fábula con una moraleja injusta y cruel. No sé si recordáis que en la película Los lunes al sol Javier Bardem también la critica en una escena. Creo que muchos cuentos y fábulas necesitan una revisión, algo que ya han hecho otros autores. En cualquier caso, ya os contaré si tenemos éxito (representan otras dos cosillas también). Ah, el martes nos visitará Concha López Narváez, una mujer encantadora, y el miércoles Pilar Molina. Feliz semana a todos.
Otra vez he estado varios días sin ordenador. A ver si después de cambiar el disco duro se solucionan por fin los problemas. Estas maquinitas son una fuente inagotable de información y entretenimiento, pero puestos a dar problemas son únicos.
Me encanta el teatro. Es caro y menos accesible que el cine porque no hay salas en todas las localidades, a veces ni siquiera cerca, pero tiene un encanto diferente al de las imágenes enlatadas. Hay grandes actores que se crecen en escena, parece mentira lo que pueden llegar a ser en un espacio mucho más grande que el cuerpo humano sin el apoyo de un primer plano de varios metros de envergadura. La voz, ese instrumento actoral sin comparación, adquiere protagonismo y se convierte en la carta de presentación de los grandes profesionales. La expresión corporal suple a los efectos especiales y cada gesto, cada silencio, cada movimiento subraya el texto que simplemente leído parece vacío y carente de sentido. Cuando las luces de la sala se apagan el actor toma posesión de la escena y pone en pie unas palabras escritas para ese fin, para cobrar vida en un escenario.