miércoles, 1 de abril de 2009

TEATRO, LO TUYO ES PURO TEATRO

Me encanta el teatro. Es caro y menos accesible que el cine porque no hay salas en todas las localidades, a veces ni siquiera cerca, pero tiene un encanto diferente al de las imágenes enlatadas. Hay grandes actores que se crecen en escena, parece mentira lo que pueden llegar a ser en un espacio mucho más grande que el cuerpo humano sin el apoyo de un primer plano de varios metros de envergadura. La voz, ese instrumento actoral sin comparación, adquiere protagonismo y se convierte en la carta de presentación de los grandes profesionales. La expresión corporal suple a los efectos especiales y cada gesto, cada silencio, cada movimiento subraya el texto que simplemente leído parece vacío y carente de sentido. Cuando las luces de la sala se apagan el actor toma posesión de la escena y pone en pie unas palabras escritas para ese fin, para cobrar vida en un escenario.
Os he hablado hace poco de Arte y Un dios salvaje. No sé cuál será la próxima, pero lo estoy deseando. Supongo que sabéis que el pasado día 27 se celebró el Día Mundial del Teatro. Cada año un personaje relacionado con el arte escénico escribe un manifiesto que suelo buscar y leer. El de este año ha corrido a cargo de Augusto Boal, dramaturgo y director brasileño. Como no puedo realizar el enlace os lo transcribo:
"Todas las sociedades humanas son espectaculares en su vida cotidiana y producen espectáculos en momentos especiales. Son espectaculares como forma de organización social y producen espectáculos como éste que ustedes han venido a ver.
Aunque inconscientemente, las relaciones humanas se estructuran de forma teatral: el uso del espacio, el lenguaje del cuerpo, la elección de las palabras y la modulación de las voces, la confrontación de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en el escenario lo hacemos siempre en nuestras vidas: ¡nosotros somos teatro!
No sólo las bodas y los funerales son espectáculos, también los rituales cotidianos que, por su familiaridad, no nos llegan a la consciencia. No sólo pompas, sino también el café de la mañana y los buenos días, los tímidos enamoramientos, los grandes conflictos pasionales, una sesión del Senado o una reunión diplomática; todo es teatro.
Una de las principales funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida diaria donde los actores son los propios espectadores y el escenario es la platea y la platea, escenario. Somos todos artistas: haciendo teatro, aprendemos a ver aquello que resalta a los ojos, pero que somos incapaces de ver al estar tan habituados a mirarlo. Lo que nos es familiar se convierte en invisible: hacer teatro, al contrario, ilumina el escenario de nuestra vida cotidiana.
En septiembre del año pasado fuimos sorprendidos por una revelación teatral: nosotros pensábamos que vivíamos en un mundo seguro, a pesar de las guerras, genocidios, hecatombe sy torturas que estaban acaeciendo, sí, pero lejos de nosotros, en países distantes y salvajes. Nosotros que vivíamos seguros con nuestro dinero guardado en un banco respetable o o en las manos d eun honesto corredor de Bolsa, fuimos informados de que ese dinero no existía, era virtual, fea ficción de algunos economistas que no eran ficción, ni eran seguros, ni respetables. No pasaba de ser mal teatro con triste enredo, donde pocos ganaban mucho y muchos perdían todo. Políticos de los países ricos se encerraban en reuniones secretas y de ahí salían con soluciones mágicas. Nosotros, las víctimas de sus decisiones, continuábamos de espectadores sentados en las últimas filas de las gradas.
Veinte años atrás, yo dirigí "Fedra" de Racine en Río de Janeiro. El escenario era pobre: en el suelo, pieles de vaca; alrededor, bambúes. Antes de comenzar ele spectáculo, les decía a mis actores: "Ahora acaba la ficción que hacemos en el día a día. Cuando crucemos esos bambúes, allá en el escenario, ninguno de vosotros tiene el derecho de mentir. El Teatro es la Verdad Escondida".
Viendo el mundo, además de las apariencias, vemos a opresores y oprimidos en todas las sociedades, etnias, géneros, clases y castas, vemos el mundo injusto y cruel. Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible.Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida.
Asistan al espectáculo que va a comenzar; después, en sus casas con sus amigos, hagan sus obras ustedes mismos y vean lo que jamás pudieron ver: aquello que salta a nuestros ojos. El teatro no puede ser solamente un evento, ¡es forma de vida!
Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquél que vive en sociedad: ¡es aquél que la transforma!
Espero que los mandamases reunidos en el G20 sepan representar bien su papel y no sean unos simples comparsas baratos al servicio de los intereses espúreos de unos cuantos. Nos jugamos demasiado. ¿Nadie puede poner a su alcance palabras sensatas y razonables, ideas lógicas y justas? Faltan mentes pensantes y sobran avariciosos.
Espero que os haya gustado el texto. Un saludo a todos.

5 comentarios:

Miguel dijo...

Me encanta el teatro. El actor es para mí un ser privilegiado, porque puede vivir, a la vez, muchas vidas. Y puede contar todas las mentiras que quiera, aunque sean verdad. El el ser y no ser. Es la magia.

Un abrazo, y buenas vacaciones. Por cierto, en nuestra Comunidad Autónoma las vacaciones las empezamos un poco más tarde, el jueves día 9, pero volvemos más tarde, el martes 21.

Sarashina dijo...

Hola, Yolanda, gracias por subir el manifiesto. Me he permitido copiarlo para pasarlo al blog de mis alumnos de Artes Escénicas. Muy buena tu entrada sobre teatro, uno de mis temas profesionales ahora mismo y en otros tiempos. Un abrazo, y que tengas unas estupendas y merecidas vacaciones.

Joselu dijo...

El teatro fue muy importante en un periodo de mi vida. Durante cuatro años fui actor y a la vez espectador compulsivo de todo el teatro que llegaba a Barcelona. Pocas sensaciones tan intensas como las de salir a un escenario y también ser espectador de ciertas representaciones. Creo que amo tanto el teatro que me he alejado de él. Cuando pienso en ello, me invade una melancolía infinita. El texto de Augusto Boal es una maravilla. Somos profundamente teatrales, e incluso nuestros blogs en su textura textual son también intensamente dramáticos y llenos de vida y pasión interna. Me encantaría volver a ver teatro. El buen teatro, el que te llega muy adentro, al menos a mí, no es muy abundante, pero cuando lo encuentro, mon dieu, qué maravilla. Felices días, colega.

simalme dijo...

Muy buen texto. Y te haré caso y veré "El lector"

Elena dijo...

El teatro tiene algo mágico que invita a repetir una y otra vez. Los personajes cobran vida ante los mismos ojos del espectador, que se hace partícipe de una historia que se desenvuelve delante suya en el momento presente. Es algo mágico.

Espero que estés disfrutando de las vacaciones, aunque ya estén tocando a su fin.

Un abrazo