
Según cuenta Campanella, el director, la imagen de un viejo comiendo solo fue lo que le hizo volver a la novela de Eduardo Sacheri que le sirvió de base. ¿Cómo se llega a esa situación? Uno puede negarlo, tratar de olvidarlo, pero el pasado siempre vuelve. Y eso es el tema de la película: la memoria, acompañada de violencia, intriga, dolor, venganza, amor, lealtad, amistad... Hay que ser un verdadero maestro para hilvanar todos esos hilos sin fisuras, sin tropiezos, consiguiendo que todas las piezas encajen sin aristas y logrando que la historia fluya del pasado al presente con total naturalidad, sin sobresaltos ni trampas. El ritmo es pausado pero firme, intenso y subyugante. Una mirada es la clave de la historia, pero hay otras, expresivas y poderosas, la del propio Ricardo Darín y la de Soledad Villamil, unos ojos que llenan la pantalla. Los sentimientos contenidos se reflejan en los rostros y marcan sus vidas. Qué hermoso guión, cómo me gustaría leerlo, tan pleno de humor y amargura a la vez. La inquietud no decrece con el tiempo, la necesidad de cerrar capítulos que quedaron atrás es más fuerte que el tiempo. La historia va in crescendo, lenta pero inexorablemente. Detalles en apariencia nimios son claves en la historia y es que, al fin y al cabo, la vida es una sucesión de detalles y un suceso sin aparente importancia puede decidir el rumbo de toda una existencia.
Según Campanella, "hay que cerrar las heridas, porque el pasado tiende a volver. No es bueno no mirar atrás." La mezcla de comedia y drama con tintes policiacos y de suspense le ha salido redonda. El poder lleva con frecuencia a la corrupción y a la injusticia. No faltan las críticas al sistema judicial (será que es un mal endémico en todos los países), pero al parecer la gente que trabaja en los tribunales argentinos está contenta con la película.
Me encanta quedarme en la sala hasta que se queda vacía y se encienden las luces. Leo los títulos de crédito y si me voy con la sensación de felicidad de ayer creo que no hay mejor manera de olvidar los problemas y afanes de la semana. El secreto de sus ojos es sobria y lírica, verosímil y dura, emotiva y poderosa. Conmueve e inquieta por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Resucitan los horrores, los viejos enigmas siguen produciendo desasosiego. Tras largos años, ¿qué queda? ¿Cómo los ha vivido ese hombre tan prematura y trágicamente viudo? ¿Cómo se llena el vacío y se atenúa el dolor? ¿Cómo se olvida la injusticia? ¿Cómo se afrontan el miedo, el deseo, la duda, la rabia de la impotencia?
No importa que no haya recibido un merecido premio esta vez, estoy segura de que va a tener el éxito que merece. Ya lo está teniendo en Argentina y espero que aquí sea igual. El buen cine reina en las personas sensibles que saben apreciar una bella obra.
Feliz semana a todos.