domingo, 13 de diciembre de 2009

LA MUJER ES VIDA

Tenía muchas ganas de ver Fugadas, aunque tuve que ir sola porque no había más entradas, y además me tocó en la última fila, pero mereció la pena. María Galiana (Carmen), la admirable abuela de Cuéntame, y Rosario Pardo (Marga) son dos mujeres de diferentes edades que coinciden de madrugada en un arcén porque quieren huir de sus respectivas vidas insatisfechas. Una ha escapado de un asilo de ancianos vestida con un camisón horrible y la otra ha dejado a su marido e hija, que ese día ha cumplido dieciocho años, con una sola palabra escrita: "Mierda". Con eso lo resume todo. Y juntas emprenden una huida sin destino, pero lejos de lo que les impide ser felices. Tienen sueños, deseos, anhelos, ganas de vivir.
Me gustó la escenografía, muy original. Me encantó el texto, ingenioso y profundo, con esa manera de decir cosas importantes bajo una capa de ironía y sencillez. Y me parecieron fabulosas las dos actrices, con una veteranía que llenaba el escenario sin más aditamentos. María Galiana, sobre todo, estaba pefecta en su papel de mujer ya mayor de vuelta de todo pero ansiosa de seguir viviendo, de huir de un geriátrico feo lleno de gente fea y aburrida. Rosario Pardo se ha hartado de ser una criada para los suyos, egoístas y desentendidos de cuanto signifique comprensión o amor de verdad. Forman una pareja curiosa que hacen frente a varias situaciones insólitas (ordeñan vacas en un granja, comen sobre la tumba de una amiga de Carmen, se instalan por una noche en una casa tras forzar la entrada...) hasta decidir, en la última escena, que la libertad no tiene precio, pero es sumamente valiosa.
Es una obra optimista, falsamente simple, que provoca sonrisas y alguna carcajada. Me gustan las obras protagonizadas por mujeres fuertes, alejadas de los estereotipos de muñequitas decorativas o encasilladas en su papel más tradicional. Las mujeres, según Mafalda, "hemos desempeñado un trapo en la Historia de la Humanidad", en lugar de "un papel". Qué razón tiene... Seguimos siendo menospreciadas e infravaloradas. A estas alturas ya se puede decir poco nuevo sobre nuestra condición, lo que falta es llevar a la práctica las leyes de igualdad y tantas otras que duermen en el limbo porque aún hay demasiados intereses en nuestra contra. Unas veces por miedo, otras por ignorancia, las más por mala intención y sempiterno machismo, no conseguimos hacernos valer como deberíamos. Algunas sentencias judiciales son vergonzosas, otras hacen valer un derecho que antes fue negado. Nunca he sido militante feminista, entre otras cosas porque algunas de ellas llevan a cabo acciones que me parecen tan radicales como las que pretenden combatir. Reconozco, sin embargo, que siglos de injusticia no se borran ni superan sólo con buenas palabras. La religión (no sólo la católica) nos relega a un puesto "honorífico", cuando no degradante. Luchar a codazos a veces es la única salida. Aún nos queda mucho por hacer y aprender.
Una mujer totalmente distinta es Renée, la portera de El erizo, preciosa película basada en la novela La elegancia del erizo, que no he leído. Las críticas se dividen: o la ponen por las nubes o todo lo contrario. No sé cómo es la novela, pero la película es un derroche de sensibilidad, mimo y cuidado por las imágenes y los personajes. En un edificio de lujosos pisos vive Paloma, una superdotada de doce años que se empeña en levantar acta de cuanto ve y oye, con implacable crueldad a veces, ayudada por una vieja cámara de vídeo que le ha regalado su padre. En el libro, según he leído, lo hace a través de un diario. Su padre es un influyente ministro, su madre una neurótica colgada del psicoanálisis y las pastillas que habla más con las plantas que con su familia y su hermana una joven superficial y algo histérica también. Nadie se fija en Renée, la portera, una mujer casi invisible a los ojos de los inquilinos hasta que llega Kakuro Ozu, un japonés rico y refinado que descubre en ella una lectora empedernida, admiradora de Anna Karenina y dueña de una vida interior rica y cultivada que contrasta enormemente con su apariencia vulgar y descuidada y su nula actividad social. Entre ellos se entabla una relación diferente, bonita, sincera, ajena a los condicionamientos sociales y culturales que les separan. Paloma visita asiduamente la portería y encuentra en Renée el cariño y el calor que su familia le niegan. Los tres forman una sociedad aparte del resto, un paraíso ajeno a la mediocridad que les rodea. Sus vidas son muy diferentes, pero confluyen de un modo mágico y misterioso para demostrar que las apariencias casi siempre engañan, que no sabemos nada de quienes nos rodean y que la felicidad puede estar a la vuelta de la esquina, tesis defendida por no pocas obras más que estimables (Si la cosa funciona, por ejemplo).
Ha comparado El erizo con Amélie, no sé por qué. Ésta no he sido capaz de verla entera, me parece cursi e ininteligible, un falso cuento de hadas. Alguien me dijo que es como un largo anuncio de compresas. El erizo está llena de detalles bonitos y significativos, como ese pez que revive en el retrete o ese chal que realza un vestido estrenado para una cena, o los dibujos que realiza Paloma al estilo japonés. Tiene un gran "pero" para mi gusto, pero no puedo desvelarlo. Lo intuirán quienes hayan leído el libro. Es una película intimista que habla de sentimientos, de vida y de esperanza, algo de lo que estamos muy necesitados. Me hizo pensar, aparte de provocarme sentimientos encontrados. Tendrá sus detractores, por lo que veo por ahí, pero era lo que yo necesitaba el viernes por la tarde tras una semana odiosa, llena de trabajo y de reuniones no siempre gratas. A veces, no muchas, el cine saca a relucir su magia y se convierte en imágenes hipnóticas capaces de hacer olvidar lo más aciago y trasladarte a un mundo distinto y distante, quizá ése que llevamos dentro y tenemos tan olvidado.
Feliz semana a todos. ¡Ya queda poco para las vacaciones!

6 comentarios:

Joselu dijo...

Me gusta comentarte cuando he participado como espectador de alguna de las obras de teatro o películas de que hablas. En este caso no es así. Puedo decirte -eso sí- que comparto la admiración hacia esa exprofesora que es María Galiana que descubrió su vocación de actriz tras la jubilación y nos deslumbró en 1998 con aquella magnífica Solas, u otra película que he visto en que ella actúa, Tapas. En cuanto a la consideración de la mujer, me parece tan obvio que representáis muchas de vosotras el coraje, la voluntad, la fuerza y que tantas veces ha pasado desapercibidas por unas consideraciones que supeditan a la mujer a un papel irrelevante o secundario. Mis grandes amigos son mujeres, y son las personas que más me han enseñado. También pueden ser las más terribles y ominosas. Creo que los hombres han tenido miedo de las mujeres y por ello las han apartado o han pretendido hacerlo. La gran revolución del siglo XX, aparte de la científica, ha sido el descubrimiento o la emancipación de la mujer. Un recuerdo desde aquí a Aminetu Haidar que está llevando hasta el final su lucha con un coraje deslumbrante.
No he leído la Elegancia del erizo ni he visto la película, pero me la apunto como otras veces para verla algún día. La que vi el otro día fue El secreto de sus ojos que me pareció extraordinaria. Creo que habías hablado de ella. Realmente el cine es un lugar donde podemos vivir más intensamente y evadirnos de la cruda realidad. Lamento que esta semana haya sido tan odiosa como dices. Pero ya las vacaciones están a la vuelta de la esquina. Un fuerte abrazo, colega.

Miguel dijo...

El tema de la mujer es para mí un tema sagrado. Yo admiro a las mujeres. A todas, sí a todas. Las creo superiores al hombre en casi todo. Yo, como Joselu, tengo a amigas como mis mejores amigos. Ya te dije en otro comentario, que mis amigos, más que amigos son amigotes. También te diré que de todas mis amigas, la mejor, la más amiga de todas, es mi mujer. Para mí ella lo es todo. Todo le cuento y todos sus consejos escucho y acato porque ella tiene otro sentido (el de la intuición) que yo no tengo, o lo tengo muy atrofiado. Yo no sé vivr sin mujeres. Por eso, cuando leo las cosas que pasan por ahí, es que no entiendo a la sociedad.
En otro orden de cosas, querida Yolanda, ya tomamos la recta final del trimestre, ya hemos cerrado las notas y ya estamos adelantando contenido del otro trimestre. Nos irán bien estos días de descanso.

Un abrazo.

Sarashina dijo...

Has puesto esa película, "Fugadas", de tal modo, que me ha dado gana, no de verla, sino de fugarme yo, vamos, salir corriendo y escaparme como ellas. Y eso que a mí no me va tan mal. Quizás me escaparía por un tiempo, un mes o dos, algo así, que con el susto, lo que me iban a querer al volver. Porque es verdad, que somos, como decía Yoko Ono, los negros del mundo. Hay que seguir luchando, todos los días, ya ves.
No he leído la novela del Erizo, como que me rebelo contra esa novela que está de tanta moda, pero quizás la película me cueste menos verla.

Agradezco a los dos caballeros anteriores sus entusiastas declaraciones sobre las mujeres, pero también les digo que los hombres son una maravilla y que yo tampoco sabría vivir sin ellos. Los que me rodean me han acostumbrado a lo bueno.

Yolanda dijo...

Joselu, no sé si has oído o leído alguna entrevista de María Galiana, es toda sensatez y conocimiento, un gustazo y un lujo como persona y como profesora que fue. Qué suerte que haya encontrado ahora otra vocación y lo haga tan bien, me encanta.
Gracias por lo que me toca respecto a lo que dices sobre las mujeres. Somos todo eso y mucho más. Ya te contaré más despacio porque aún no he acabado con las notas. Mañana últimos ensayos, lunes la función, martes la comida... ¡y a casita, que llueve! ¡Qué ganas tengo!
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Miguel, es cierto que las mujeres somos grandes amigas, cómplices y comprensivas. No nos da reparo expresar nuestros sentimientos, al contrario, por eso nos cuesta tan poco sentir empatía por el otro. Y no somos tan difíciles de entender como dice la leyenda, aunque sí las hay muy especiales.
Yo necesito un descanso ¡ya! Estoy "atacá" del todo y sigo con la tensión alta, un último esfuerzo y a disfrutar.
Un abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Clares, yo empecé a conocer hombres interesantes después de conocer a mi marido, lo que son las cosas. Hasta entonces me había topado con cada elemento que mejor olvidarlos. Ahora sé que hay hombres estupendos, inteligentes, comprensivos, sensibles, tolerantes, respetuosos, cariñosos... Hay que acabar con los tópicos, con todos.
Sí es cierto que a veces dan ganas de fugarse, pero yo huyo "hacia dentro", me refugio en el silencio y me aíslo de todo. No tengo que huir de mi familia (mi marido y mi hijo, se entiende, los demás son otra cosa), pero sí necesito independencia, la que ya tengo. Creo que lo mejor que se le puede decir a tu pareja es: "Contigo me siento libre". Y yo lo soy.
Un abarzo, colega.