domingo, 15 de febrero de 2009

EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON


¡Es una película preciosa! Dura más de dos horas y media, pero se pasan volando. Es una fábula sobre el amor y el paso del tiempo, en el sentido que conocemos o a la inversa, que es el original planteamiento de la historia, basada en un relato corto de F. Scott Fitgerald. Brad Pitt está genial, no sólo guapo, que ya es difícil. Cate Blanchett revalida su papel de gran actriz sobradamente demostrado.
Supongo que sabéis de qué va la historia: Benjamin Button nace ya anciano y va rejuveneciendo según avanza la película. Su madre muere al dar a luz y su padre le abandona, horrorizado. Una humilde cuidadora de un asilo le acoge y le cuida como si fuera suyo. Así Benjamin convive con la muerte desde el principio y no se diferencia mucho de esos viejos que son físicamente como él, pero que ya han vivido lo que él aún desconoce. Según va rejuveneciendo se convierte en marinero, combatiente en la Segunda Guerra Mundial, motero, navegante, aventurero, hippy... Se enamora de Daisy nada más verla cuando ninguno de los dos tiene la edad apropiada para ello. Sus vidas se cruzan varias veces hasta que coinciden en el momento adecuado y su historia de amor es maravillosa.
Toda la película es bonita, llena de detalles y de momentos emotivos. La labor de producción y de maquillaje es sensacional. Tiene efectos especiales fantásticos pero que no apabullan. La historia transcurre sin sobresaltos, de manera natural, y eso es algo que a algunos no les ha parecido bien. Muchos querrían más conflictos en lugar de la aceptación natural de algo que no lo es. La han comparado con Forrest Gump y Eduardo Manostijeras, y en cierto modo sí se parecen en cuanto muestran unos personajes alejados de lo real, pero nada más. Lo diferente siempre da miedo, o risa, o provoca desconcierto. ¿Y acaso no somos todos diferentes? La paradoja de llegar a tener la misma edad de nuestros padres, ¿no se asemeja a la realidad? ¿No nos convertimos en cuidadores, llegada cierta etapa, de aquéllos que nos cuidaron? El amor es intemporal: queremos a otros en la infancia, juventud y madurez, no nos importan las arrugas ni la decrepitud, queremos a los hijos cuando son bebés y lo seguimos haciendo cuando se convierten en adultos. A veces hay que renunciar al ser amado para no hacerle daño, pero el cariño sigue ahí. Qué escenas tan bonitas las del final... Hacía mucho que no me emocionaba tanto en el cine.
El tiempo no puede detenerse, pero sí podemos elegir cómo queremos vivirlo. Un momento maravilloso puede durar eternamente en la memoria y cada nuevo día es un reto diferente. ¿Quién sabe dónde está el final? Nada está garantizado, nada es eterno, sólo el amor y la bondad perduran . Hay sentimientos que no tienen edad, la unión de dos personas que se aman no tiene duración precisa, puede ser intemporal y traspasar toda lógica. Aceptar la propia vida con sus limitaciones y posibilidades es la gran lección que todos debemos aprender. Benjamin es el resultado, como todos nosotros, del roce y el trato con todas las personas que conoce. Todas dejan su huella. Yo vi esta película, cosa insólita, con tres maravillosos colegas que comparten y han compartido conmigo momentos estupendos, alegres, así como otros difíciles y duros. La compañía que elegimos o que nos es dada es a veces decisiva en nuestras vidas. Un paisaje no es el mismo según quién nos acompaña. Ninguna vida es insignificante. La gran lección de ¡Qué bello es vivir! es que una persona puede ser decisiva en la vida de muchas otras. Un alumno en manos de cierto profesor puede orientarse de modo adecuado o todo lo contrario. Muchas carreras se eligen en función del interés que despertó un profesor determinado por cierta asignatura. Acaso no somos conscientes de nuestro propio poder. En la película, cinco minutos son determinantes para el desarrollo de la historia. En la vida real, quizá a veces menos: un cruce inesperado, la asistencia o no a un evento, una llamada a tiempo... Si lo viéramos con la suficiente perspectiva nos daríamos cuenta de lo importantes que son los detalles.
Feliz semana a todos.

4 comentarios:

Joselu dijo...

¡Qué ganas me has dado de ver esta película! El planteamiento de decrecer en lugar de crecer es insólito. A veces lo he pensado, pero la idea me ha resultado demasiado fantástica. Ignoraba que alguien hubiera llevado esta idea al cine. Mi primer amor fue cuando yo tenía cinco años, y casi cada día me acuerdo de ella a la que no volví a ver desde mi primera comunión a los seis años, casi siete. Alguna vez he pensado escribir sobre aquel recuerdo. Me resulta sorprendente recordar con tanta nitidez una historia que tuvo lugar a tan temprana edad. Tus críticas cinematográficas me ponen al día de lo que me gustaría ver. Ahora en Barcelona está Un dios salvaje, aunque casi seguro que no podremos ir a verla. No tenemos abuela que se quede con las niñas. En todo caso me resultan muy interesantes tus comentarios sobre cine y teatro. Un saludo, colega. Buena semana.

Marian dijo...

Me encantan tus crónicas. Y después de leer ésta no queda otra que ir a ver la película, me he quedado con las ganas...Saludos.

Margarita dijo...

¡Hola!
Yo he visto la película y estoy totalmente de acuerdo contigo. Además en mi caso la vi con un chico que está siendo muy especial en mi vida (que aún estoy conociendo) y la verdad que mereció la pena. También lloré al final y me hizo valorar más la vida, apreciar los pequeños detalles que vivo día a día.
Te felicito y me parece que has plasmado mis pensamientos y sentimientos.
Un abrazo a la vida, como tú.

Te sigo leyendo...;)

Acuarius dijo...

buen film...