martes, 16 de marzo de 2010

¿CUÁNTO DURA EL DOLOR?

Llevo más de veintitrés años, que se dice pronto, pasando por la misma carretera para ir al colegio. Ha experimentado alguna mejora en su trazado, pero básicamente es la misma. No tiene demasiado tráfico, pero es engañosamente segura. Resulta difícil adelantar en ella y de vez en cuando ocurren accidentes. No sé cuándo, pero sí sé que han pasado muchos años, me fijé en una cruz colocada bajo una de las encinas que jalonan su recorrido. No sé qué pone en ella, nunca me he parado, sólo sé que siempre tiene flores frescas. Alguien las repone periódicamente, y no tiene un solo ramo, sino dos o tres. Día tras día me fijo en esas flores y en esa cruz. En otro punto han colocado otra cruz, más grande, de color rojo, también con flores de vez en cuando, y durante un tiempo vi flores amarillas atadas en uno de los quitamiedos que hay a la entrada de una curva. Cada vez que veo esa cruz bajo la encina me pregunto qué vida quedó segada allí, quién era, cuántos años tenía, cómo se llamaba, qué ocurrió, y, sobre todo, quién mantiene vivo su recuerdo año tras año, semana tras semana, renovando esa ofrenda silenciosa y elocuente. Pienso que tras esas flores hay una mujer, una madre o una viuda, que no olvida a esa víctima a pesar del tiempo transcurrido. Las mujeres somos más tenaces para esas cosas, y que me perdonen los hombres, no pretendo establecer diferencias ofensivas.

Pensé escribir esto el 11M, tan emotivo y tan lleno aún de reproches y de incógnitas para algunos. Seis años después algunos siguen hurgando en la herida buscando una justificación que no existe, como si no fuera suficiente con el dolor de los familiares de las casi doscientas víctimas y los miles de heridos. Fue tan duro, tan terrible, que no cabe sino indignarse ante el recuerdo de aquellas sesiones en las que Pilar Manjón tuvo que soportar las risas de algunos parlamentarios. "¿De qué se ríen sus señorías?", les preguntó en una ocasión. No sé si todo aquello, lo que se dijo, se especuló y mintió durante los meses que duró el juicio resulta más vergonzoso que indignante o viceversa. Parece que hay heridas que nunca pueden cerrarse porque siempre queda alguien empeñado en sacar partido del dolor ajeno y en hace prevalecer su opinión por encima incluso de la ley. Nunca quedarán conformes si no se les da la razón, "su" razón. Qué puede extrañarnos, al fin y al cabo tampoco les parece bien recuperar la memoria y los restos de miles de desaparecidos durante la Guerra Civil y años posteriores. Dolor y más dolor. Algunos piensan que todo eso acabará cuando no quede nadie superviviente o descendiente directo de aquellas víctimas. Yo no estoy tan segura. Dejar que sea el tiempo quien cierre las heridas es cruzarse de brazos, no hacer nada. Las ideas sobreviven pasados los años, y a algunas sí que hay que temerlas porque ya sabemos en qué se convierten llevadas a la práctica.


Apenas superado el aniversario del terrible atentado se nos fue el gran Miguel Delibes. Fue una fría mañana invernal. Pocas horas antes ya se sabía que el desenlace era inminente. Llevaba años sin escribir debido a su enfermedad, pero empezó a morir, a dejarse ir, en 1974, cuando murió Ángeles, su mujer, su amor, su fuerza. Dijo de ella que "se ha ido mi mejor mitad", antes de escribir Señora de rojo sobre fondo gris, su novela quizá más personal, aunque no la más difundida. ¿Qué puedo añadir a todo lo dicho y escrito sobre él en estos últimos días? Mucho bla, bla, bla, muchos tópicos, pero también bellos recuerdos, emotivas anécdotas, sentidas palabras. Era tan austero, tan castellano, que nadie podrá sacar sucio provecho de su memoria, al contrario de lo que ha ocurrido con otros escritores, carne de cañón para especuladores y cotillas. Delibes era grande, pero callado, modesto, frugal. Nunca le gustó la vida pública ni el brillo de las entrevistas o los premios. El Nobel no le contará entre los suyos, lo que dice muy poco en su favor . No le hizo falta para escribir en el castellano más puro obras inmortales como El camino, la que más he releído. Nos quedan todas sus palabras, sus historias, sus personajes, la ternura y la dureza condensadas, inseparables. Su última novela, El hereje, es un alegato contra la intolerancia. Parece que quieren llevarla al cine, esperemos que la cuiden para tratarla como se merece.



¿Cuánto dura el dolor? ¿Hasta cuándo perdura el recuerdo? ¿Desde cuándo alguien cuida esa cruz bajo la encina? ¿Hasta cuándo lo hará? ¿Cuándo dejaremos de hablar del 11M como de un asunto pendiente? ¿Cuándo dejamos de recordar a los que se han ido? ¿Siguen ahí, a nuestro lado, mientras les recordamos? Yo creo que sí. Pasado el duelo queda aún cierto dolor durante un tiempo indefinido, y luego el vacío, y después la memoria se va diluyendo hasta casi perderse. Seguimos viviendo, y nuestra propia vida nos impulsa a olvidar porque no podemos sobrevivir con ese sufrimiento durante tiempo y tiempo. Hay quienes no conocen el descanso porque ni siquiera tienen constancia de la muerte de los desaparecidos, supongo que es la peor de las incertidumbres. ¿Se puede pedir esperanza, serenidad, normalidad, en esas circunstancias? Me temo que no.



Estamos en vísperas de la deseada primavera, pero yo sentía la necesidad de reflexionar sobre esto, sin un motivo concreto. Los días nos atropellan con sus mil quehaceres, andamos siempre ocupados y presurosos con la sensación de hacer menos de lo que deberíamos a pesar de nuestra incesante actividad. Nos quejamos de falta de tiempo para quedar con los amigos, dar un paseo relajante, leer con calma... Pasamos sin ver, sin disfrutar. Termina de repente otro trimestre y nos preguntamos en qué hemos empleado tantos días, tantas horas, más allá del trabajo ineludible. Siempre estamos posponiendo tareas que no consideramos urgentes. ¿Qué es "urgente", más allá de comer y beber y cuatro cosas más? La vida no se detiene, pero nosotros deberíamos parar un poco con más frecuencia.






Uno de los Machado, Manuel, también escribió un poema titulado
EL CAMINO
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida...
En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.
Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.
De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.
Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.
No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina...
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.


















16 comentarios:

Joselu dijo...

No sé por dónde empezar a comentar. El 11-M ha pasado sin demasiada relevancia. Pocos blogs lo han recordado y los homenajes oficiales hechos están marcados por el partidismo y la intolerancia. Asociaciones de víctimas enfrentadas, las afines al PP y las próximas a la izquierda. ¡Qué espectáculo ominoso que se utilice aquella enorme tragedia para enfrentarse! Tenemos como paradoja una derecha profundamente antipatriótica. En todo caso, detecto que la sociedad no quiere volver a ello, no quiere revivir esas escenas. No es como Estados Unidos en que el recuerdo del 11S es sagrado y concita la unidad de los americanos que no olvidan a las víctimas. España es extraña. Por eso figuras como la de Miguel Delibes o la de Gonzalo Torrente Ballester, tan sabios, tan delicados, tan elocuentes, pero a la vez tan sencillos y alejados de los focos... son aleccionadoras. Hace años leíamos en clase El camino y les gustaba mucho a los alumnos. Luego les pasaba la película de la que se han hecho dos versiones que yo conozca. Mucho mejor la que estaba filmada en blanco y negro que la de Josefina Molina de 1977. Mi hija me ha pedido ejemplares de novelas de Delibes y le he pasado cinco imprescindibles. Me he quedado en casa maravillosos libros como Diario de un cazador, Diario de un emigrante, La hoja roja y el que citas, que no he leído, Señora de rojo sobre fondo gris. Quiero releer Las ratas que leí en mi época de estudiante de filología.
¿Cuánto dura el dolor? No sé, pero hay que saber guardarlo, tras el periodo de luto, para abrirse de nuevo a la vida. No puede ser eterno. Sólo hay una vida y es muy corta. El dolor no puede determinarnos. Eso sí, guardar en nuestro corazón ese recuerdo. Esta semana fui a ver Precious. Me gustó más que la de Di Caprio, pero en ningún momento me llegué a creer demasiado el drama que se nos exponía. Había algo en la película que me lo hacía increíble. Eso sí, rescato de la película de la maestra de Precious, que les contesta al test que les propone a aquellas alumnas terribles y desahuciadas por el sistema que es maestra porque le gusta enseñar. Creo que es lo que más me gustó de la película. Me recordó a ti, maestra feliz. Yo no sé si puedo decir todavía lo mismo. Un placer el cine. Un abrazo, colega.

Fernando Manero dijo...

El dolor es una sensación personal que dura mientras quien lo padece sienta las motivaciones que le lleven a perpetuarlo en el sentimiento. Pero el dolor evoluciona, queda modulado por el paso del tiempo y adopta las formas que las experiencias de la vida le van dando hasta quedar asumido más como un recuerdo que como un trauma insuperable. Miguel Delibes lo comentaba a veces en las entrevistas que le hacían en Valladolid. El recuerdo de Angeles de Castro nunca se diluyó en su memoria, pero más que como dolor quedó incorporado en su ser como un estímulo para seguir viviendo y justificar que la ausencia de su mujer la compensaba con las obras que concebía como homenajes continuados hacia ella. Por lo que repecta al 11 M creo que la sociedad española lo ha asumido como una tragedia que ocurrió y que evoca con respeto, deseosa de que jamás vuelva a suceder algo tan terrible. Sólo quienes han convertido aquel horror en un negocio siguen escarbando en la herida, sin encontrar otra que la indiferencia de los más o la sonrisa cómplice de los que, siendo una franca minoría, desean que la responsabilidad siga abierta. Pero el tema está definitivamente cerrado. Excelente reflexión. Un fuerte abrazo

Yolanda dijo...

Joselu, gracias por tu extenso comentario. Ya ves que enlazo unos temas con otros, debería centrarme en uno o dos como mucho para no enrollarme tanto, pero una idea me lleva a otra y no sé cómo parar el río de mis pensamientos.
España en extraña, desde luego. Aquí identificamos patriotismo con derecha carpetovetónica porque es lo que han demostrado durante demasiado tiempo. Debería existir una derecha civilizada, razonable, educada, tolerante, y tenemos todo lo contrario. He vivido entre ellos y sé lo que me digo. Sé de lo que son capaces y por eso les tengo tanto miedo.
No faltan personas inteligentes y sensatas que pueden aportar luz en medio de tanto caos, como los que citas y muchos más, pero no interesan, critican el sistema y proponen medidas que no gustan a casi nadie. Saramago, Punset, Marina, Sampedro... son sólo algunos ejemplos. ¿Quién les hace caso? Nos domina la economía de mercado, el capitalismo feroz. Si nos contenemos es por la fuerza, porque no queda otro remedio, no porque en realidad creamos que es bueno hacerlo. Y de ahí sale todo lo demás. ¿O es al contrario? ¿Perdemos los valores y nos volvemos materialistas o al revés? Recuerda "El disputado voto del señor Cayo": con qué pocos mimbres Delibes elaboró toda una radiografía de nuestra realidad. Es una fábula real, actual.
Celebro que te gustara "Precious", a pesar de resultar algo increíble. Ya me gustaría ser tan animosa como la maestra de la película, no tengo tanta mano izquierda y mis circunstancias no son las suyas. Espero que los padres reaccionen ante los malos resultados de esta evaluación, menudo chorreo de suspensos... La falta de responsabilidad de ellos y de sus hijos es alarmante. Quiero que vayan bien preparados a la ESO, pero parece que me interesa más a mí que a ellos. Encima la ley permite que pasen con algún suspenso, lo que me parece una aberración, y me da vergüenza que mis colegas del IES tengan que empezar por cosas básicas con algunos. Se preguntarán, y con razón, qué demonios hacemos en Primaria. No saben que soportamos las mismas presiones que ellos y que no podemos presentar un alto porcentaje de suspensos. El fracaso se fragua en los primeros años, pero aunque nosotros lo advertimos nadie parece darle importancia: que si ya madurarán, que si sólo son unos niños y deben jugar y ser felices, que si las actividades les quitan mucho tiempo y por eso no hacen los deberes... En definitiva, cerrar los ojos a la realidad. Las primeras víctimas son los propios alumnos, y luego todos los demás.
Vi por fin el final de "Millenium" y "En tierra hostil", ya te contaré más despacio o las comentaré en el blog.
Un fuerte abrazo, colega.

Yolanda dijo...

Fernando, del dolor se puede aprender mucho, una vez sedimentado el tiempo del duelo. La muerte de alguien querido siempre es terrible, pero hay que saber aprovechar lo que nos dejó y lo que aprendimos a su lado.Lo malo es cuando es utilizada con fines poco limpios, como creo que aún nos ocurre. Delibes supo seguir creando tras perder a su mujer. Cuando se conoce a alguien realmente especial nos impregna con su esencia, y no desaparece ni siquiera tras su muerte. Es el valor de la pareja, la transformación que puede obrar si es la adecuada. Por desgracia, en sentido contrario también ocurre. Quizá es una lotería, yo creo más bien en una lenta construcción que no se acaba nunca. Muchas parejas ya funcionan mal de novios, ¿por qué siguen? No es un tema fácil, lo sé.
Un abrazo. Gracias por leerme.

Cabopá dijo...

Tus entradas son para leer y releer varias veces. Están tan llenas de contenido que merece la pena venir varias veces...Y yo lo hago.
Unes los temas de una manera muy coordinada y con mucha didáctica...
Todos tienen algo en común y eso las hace más interesantes todavía..
Me gusta como hablas porque al escribir hablamos para que los que nos leen nos entiendan.
Sólo he pasado por aquí para decirte esto: estoy muy de acuerdo con todo lo que dices aunque no haga referencia a los temas....Creo que ya nos vamos conociendo....
Ah, vengo de ver "El Concierto" A mi me ha gustado....
Besicos.

Novicia Dalila dijo...

¡¡que post más precioso, Yolanda¡¡¡
Me has emocionado. Te lo prometo.
Hay dolores que no se pasan nunca. Estoy convencida. Y lo más triste es tener que defenderlos delante de gente, no que no lo hayan pasado, que no sería impresncidible, sino que no son capaces de sentir la más mínima empatía por el sufrimiento de la otra persona...
Yo también me fijo mucho en esas cruces caseras en las carreteras donde casi nunca faltan flores frescas que se van marchitando hasta el siguiente aniversario, o el siguiente mes, que no la siguiente lágrima, porque hay despedidas que no se superan nunca y hay que frenar estas manifestaciones por el bien de los que quedan, que sufren contigo....
La frase de Delibes hacia su mujer me ha emocionado tanto.... Muchísimo.

Un fuerte abrazo Yolanda, y gracias por provocarme estos sentimientos.

El Doctor dijo...

Desde aquí mis más sinceros ánimos,mi querida Yolanda,para que todo llegue a buen puerto,te lo digo de todo corazón.

Besos y un fuerte abrazo.

Miguel dijo...

Como siempre, querida maestra feliz, nos propones un post magnífico. Denso y delicado, profundo en cualquier caso, como todas tus entradas. Un placer leerte. Y, modestamente, ahí va mi granito de arena que quiere humildemente sumarse a los brillantes comentarios de nuestros contertulios.
Has tocado varios temas y quiero empezar por la memoria, esa memoria que se ha politizado hasta extremos sonrojantes. Que se quieran poner sobre la mesa de cada partido político "sus" muertos para quitar votos al otro partido me parece aberrante. No añado nada más en este punto. Por lo que respecta a cuánto dura el dolor, yo creo que el dolor se difumina por el paso del tiempo, pero nunca se llega a apagar del todo. Las cruces, esas luctuosas cruces que inquietan al viajante, son señales de que la memeoria es pertinaz y casi infinita. Y por otra parte está la misteriosa sensación de no saber qué anónimo ser humano tiene depositado su recuerdo en este punto espacial.
Y ya por fin, se nos ha ido el gran Miguel Delibes, su muerte por anunciada (ya tenía una edad que era premonitoria, a parte de su enfermedad) no ha sido menos sentida. Yo tengo una nostálgica relación con su obra. He leído varias de sus obras. La primera que leí me la recomendó mi profesora de Literatura en el instituto, se trataba de "La hoja roja". Y después, ya en COU hice un trabajo basado en "Cinco Horas con Mario", obra que he releído en más de una ocasión, además de verla en teatro magistralemente interpretada por Lola Herrera. Más tarde leí "La sombra del ciprés es alargada" y "El hereje". Queda en la memoria el gran Delibes.

Un abrazo.

Yolanda dijo...

Cabopá, qué gusto me da coincidir contigo cuando escribo. Al escribir buscamos eco y complicidad con los lectores, sean los que sean. En mi caso reconozco que me salen posts un poco largos porque un tema me lleva a otro. Creo que en la vida todo está unido y por eso no hay sucesos aislados.
Creo que esta tarde (otra vez lluviosa y casi fría) iré a ver "El concierto", me paetece escuchar buena música apoyada en una historia bonita, según he leído. Ya te contaré.
Un beso.

Yolanda dijo...

Novi, en estos tiempos es difícil provocar emociones, remover los cimientos del alma. Creo que estamos algo endurecidos por la velocidad que nos rodea, las noticias apenas duran unas horas o unos días porque rápidamente llegan otras quizá peores y nos inmunizamos de alguna manera contra lo que no nos gusta o nos hace sufrir. Por eso me alegro de poder despertar sentimientos en personas como tú, es un placer hacerlo. No queremos sufrir, huimos del dolor, pero nos acompaña siempre, está ahí de un modo u otro. Lo importante es no estar o sentirse solo, el calor humano es fundamental. Yo tengo que pasar una época difícil por la delicada operación a la que debe someterse una hermana mía, en el mejor de los casos le espera una larga recuperación y trataré de estar con ella lo más posible.
Un beso.

Yolanda dijo...

Francisco, gracias por tus buenos deseos. Han retrasado la operación hasta el miércoles. Es larga y la recuperación será penosa, pero es lo que hay. Mi hermana está asustada, claro, pero también decidida a pasar el trago. La pobre tiene un historial médico de lo más complicado. Ya os iré contando.
Un abrazo.

Yolanda dijo...

Miguel, siempre me emocionas con tus comentarios. Escribo lo que siento, y la realidad que me rodea despierta mis ideas, enlazadas quizá de manera algo caótica. Hay épocas más tranquilas, ya sabes, otras son pródigas en sucesos. El simple día a día ya es de por sí movido, sobre todo si mantienes los ojos y los oídos bien abiertos. No todo lo que nos rodea es agradable, pero es la vida, al fin y al cabo. En eso Delibes fue un maestro. Sus personajes no son grandes ni famosos, son personas aparentemente normales y corrientes pero excepcionales si se las conoce a fondo. Un pueblo pequeño es escenario de grandes misterios y ocultos dramas, como en "El camino", por ejemplo, y la vida del jubilado aparece con toda crudeza en "La hoja roja", aunque yo creo que es más bien la visión de la vejez. Recuerda que el viejo Eloy dice algo así como que "ya tengo más amigos dentro que fuera de esos muros", refiriéndose al cementerio. Que la esperanza de vida sea mayor hoy no quita verdad a esas palabras. En cualquier caso, qué felicidad poder leer y releer a alguien como Delibes.
Un abrazo, colega.

amalia dijo...

Hola guapa..... no sabía que tu hermana estaba enferma. Espero que se recupere pronto , seguro que consigue lo que se proponga, al igual que tú.
Y tú preguntas en tu blog..... ¿Cuánto dura el dolor?... hay veces que yo también me lo pregunto. Pero puedo distinguir varios tipos de dolor: el de una madre con su hijo, el de un hijo que pierde a su madre/padre y viceversa, el dolor de la pérdida de un gran amig@, el de la traición, el del desamor, el físico...... en fin, podría enumerar muchos más pero no tengo mucho tiempo hoy.
Podría mirar y elucubrar cúal es el más importante o el más doloroso pero no lo voy a hacer. Sólo decirte que todo dolor SIEMPRE es importante, SIEMPRE es intenso, SIEMPRE piensas que no podrás soportarlo, SIEMPRE parece que no acaba...... por eso SIEMPRE hay que estar al lado del que sufre, por un motivo o por otro...a su lado .
Un besazo guapa.

Yolanda dijo...

Amalia, qué alegría me da que me leas y me contestes. Es verdad que el dolor nunca desaprece, aunque puede llegar a amortiguarse porque si no no podríamos seguir viviendo. Yo me siento cerca de las personas que sufren, quienes sean, por eso a veces lo paso muy mal con los problemas ajenos, no sé establecer la distancia necesaria. Me identifico con las madres preocupadas, con las mujeres maltratadas, con los abandonados por cualquier motivo, con los desheredados, con las víctimas de abusos, con los enfermos... Creo que algún día me apuntaré a alguna ONG que trabaje con enfermos en hospitales. Precisamente ayer estuve viendo a una antigua colega que estuvo en el colegio hace años, tú no la conociste. Seguimos viéndonos, cada vez con menos frecuencia por su situación personal. Ha tenido mala suerte. No aprobó las oposiciones, aun siendo valiosísima, y ha cuidado toda su vida de dos tías con las que vivió desde pequeña. La mayor murió hace un mes y la otra sobrevive malamente a un cáncer que la está comiendo poco a poco. Y Pilar, mi amiga, es la que está ahora enferma sin esperanza. Varios tumores hacen imposible la recuperación. Salí del hospital hecha polvo. Me parecía estar viendo a mi madre, que se fue en cuarenta días tras el diagnóstico definitivo. A veces la vida es como una patada en el culo, según dijo algún escritor famoso.
Mi hermana será operada el miércoles, si no hay más cambios. La recuperación será penosa y larga, habrá que tener confianza y esperar con paciencia. En fin, de alguna manera el dolor siempre está presente. Ya te contaré.
Un besazo, colega.

Lola dijo...

Yolanda querida: me ha gustado mucho tu post.
Es verdad que no se ha notado mucho el aniversario del 11M pero creo que todos lo llevamos en el corazón. Cuanto dura el dolor? Creo que de la pérdida de un hijo una madre no se recupera nunca pero de todas maneras los dolores van aminorándose con el tiempo.
Tengo terror a cualquier dolor físico, mi umbral del dolor es muy bajo, pero lo prefiero a ese dolor de dentro, dolor del alma, que te corroe y no te deja vivir....
Me lo conozco muy bien y no quiero volver a pasarlo.
Te mando un beso muy fuerte y voy a leer ahora mismo los post que me he perdido en tu blog. Lola

María dijo...

Después de los años que han pasado, aún seguimos con el recuerdo vivo del 11-M, yo creo que jamás se podrá olvidar aquel fatídico día, y menos quiénes hayan perdido a alguien, o lo hayan presenciado en vivo y en directo. Gracias por este bonito homenaje.

También por el que has hecho a Delibes, que se nos fué uno de los grandes, aunque siempre permanecerá su recuerdo y sus obras, porque un genio jamás puede morir.

Yolanda, creo que desde que nacemos estamos marcados para sufrir, cuando no, por la pérdida de un ser querido que se nos ha ido, y cuando no por algún desengaño, todas las pérdidas son muy dolorosas, y de gran agonía, son fuertes emociones que debemos ir superando porque la vida es lo que nos trae.

Como siempre tus posts, son profundos, un placer estar aquí.

Un beso, Yolanda.