sábado, 1 de noviembre de 2008



¡Hola a todos! Estoy contenta porque he sobrevivido al maldito Halloween sin soportar tiradas de huevos en mi casa o en mis coches. Parece que los monstruitos importados esta vez no me han elegido como blanco. Quizá contribuyó la noche, que estaba muy poco apetecible y a lo mejor les disuadió de la excursión gamberra. En cualquier caso, me alegro. Eso sí, Equinoccio estaba plagado de ellos y los locales parecían la reproducción de la casa de los Monster, aquella fantástica serie de nuestros años jóvenes.
Fui al cine, como cada viernes. Vi Sólo quiero caminar, de Agustín Díaz Yanes. Muy distinta de su anterior trabajo, Alatriste, desde luego, que me gustó mucho a pesar de que recibió críticas de todos los colores. Se empeñan en decir que ésta no es la segunda parte de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, no sé por qué. Es del mismo corte, pero con mujeres más de armas tomar. Todos los actores son estupendos, ellas como ladronas y vengadoras aguerridas y ellos como matones sin escrúpulos bastante cabrones, salvo Diego Luna, del que te enamoras sin querer. El mundo de la delincuencia mejicana es terrible, hombres y mujeres sin escrúpulos para quienes la vida de una persona no vale un higo. La fotografía y la música (el título es de un tema de Paco de Lucía, guitarrista genial) acompañan perfectamente la acción. Ellas están soberbias. Por lo visto el personaje de Victoria Abril no era tan duro, pero ella insistió en hacerlo así. Elena Anaya es la más frágil. Ariadna Gil lleva el sufrimiento en la piel y Pilar López de Ayala es el contrapunto necesario. Entre ellas hay unos lazos indestructibles, establecen una relación como sólo las mujeres unidas en la adversidad saben crear. Así somos las mujeres: podemos ser las mejores aliadas y las peores enemigas. Fuertes y quebradizas a la vez, soportamos las mayores adversidades sin llegar a rompernos y raramente aceptamos la derrota. Incluso cuando caemos en la depresión o en alguna grave enfermedad no nos permitimos hundirnos del todo. Me encantan las historias de mujeres auténticas y fuertes, y por supuesto nos soporto a las frívolas y coquetas. Creo que ya os recomendé Mil soles espléndidos, una historia dura y maravillosa. Hace tiempo leí Madres e hijas, una recopilación de Laura Freixas de relatos de diversas autoras en Anagrama, así como Atlas de geografía humana y Modelos de mujer, de mi admirada Almudena Grandes. Por suerte abundan las obras sobre mujeres excepcionales simplemente por serlo, sin llegar a ser heroínas imposibles o personajes de cartón piedra. Cuántas mujeres corrientes son ejemplo de valor y arrojo sin dárselas de nada, sirviendo de pilares de toda la familia, cuidando de disminuidos e inválidos y multiplicando los escasos recursos de que disponen. Y antes de que se enfaden los hombres, aclaro que me molestan igual las críticas infundadas hacia ellos. No soporto los estereotipos como "todos los hombres son iguales" o las críticas infundadas. Aparte de que hay de todo, evidentemente, conozco muchos hombres que no tienen nada que ver con esa imagen de machistas egoístas que muchas mujeres se empeñan en proclamar. Hombres y mujeres estamos condenados a entendernos, queramos o no. Basta con un poco de sentido común y de flexibilidad.
Hablando de hombres y mujeres, os debo contaros cómo conocí a mi marido. Yo trabajaba en 1982 en el "Antonio Machado" de Majadahonda. Era tutora de 5º y una de mis alumnas, Almudena, era hija de una colega, Lali, a la que por cierto vi ayer. Un día me dijo que un vecino suyo preguntaba por mí, y yo, lógicamente intrigada, le pregunté por qué. Me contestó que eran "cosas de Almudena". Unos días después se me acerca con un sobrecito y me dice: "Oye, que la cosa va en serio, que el chico te quiere conocer". Dentro de él había una foto de carnet en cuyo reverso ponía: "¡Hola, Yolanda! Soy Paco, me gustaría conocerte pronto." "¿Y ahora qué hago?", pregunté a Lali. "Pues no sé, contéstale o vete una tarde a casa y os presento" (eran vecinos). Así que le mandé una foto a través de Almudena con mi teléfono y aquella misma tarde me llamó. Yo por aquel entonces iba a la Universidad y no tenía libre hasta el fin de semana, pero tenía prisa por conocerme y como al día siguiente, martes, teníamos Claustro quedamos a las 7, cuando él salía de trabajar.Fuimos caminando hasta la Plaza Colón y al poco empezó a llover. ¡Nos pusimos como sopas! Pero nos caímos bien y... hasta ahora. Nos casamos en 1985 y nuestro hijo César nació en 1987. Somos muy felices.
Tiempo después me enteré de cómo se le había ocurrido a Almudena que podíamos congeniar. Al parecer, una mañana se le estropeó el coche a Lali y mi marido se ofreció a llevarlas. Por el camino le iba diciendo a la niña algo así como: "Vaya rollo el cole, tendrás un maestro viejo y antipático..." Y Almudena, que me quería mucho, le contestó: "Pues no, es una maestra joven y muy guapa". Mi marido, ocurrencias suyas, le dijo: "Pues a ver si me la presentas". Y dicho y hecho, como os he contado. Ya veis qué caprichoso es el destino, de qué manera más casual una encuentra al hombre de su vida. Realmente es cierto eso de que nunca se sabe cuándo un día puede ser realmente especial.
Mañana os contaré por qué he puesto la imagen de nuestro maltratado planeta, hoy me he ido por otros derroteros.
Feliz domingo a todos.

4 comentarios:

Miguel dijo...

Eres clara y franca en tus escritos, y uno se reconforta leyéndolos. Estoy de acuerdo contigo, los hombres y las mujeres, con sus defectos y virtudes, nos complementamos, y nos sentimos atraídos por una misteriosa fuerza. Por cierto, preciosa tu historia de amor.

Saludos.

Joselu dijo...

Ayer noche tuvimos ocasión de ver Sólo quiero caminar, película de la que hablas en tu post, pero no sé por qué entramos a ver otra titulada Transiberian, un thriller bastante convincente. Me gustó, pero más me hubiera agradado haber coincidido en haber visto la película a que haces mención. Tu blog bien podría tener el subtítulo de Retahílas, como la novela de Carmen Martín Gaite (muy buena) en que dos personajes conversan y una cosa lleva a otra como tus reflexiones sobre cine, las mujeres y esta sorprendente y final sobre cómo conociste a tu marido. Un cordial saludo.

amalia dijo...

Yolanda............como siempre FANTÄSTICA!!! qué más puedo añadir a tus palabras.
Eres muy clara en todos tus escritos.
La verdad es que nunca se sabe dónde uno/a va a encontrar al amor de su vida.....
Gracias por compartir tus impresiones de la vida y tu vida con todos nosotros.
Un abrazo wapa!!!

Yolanda dijo...

Miguel, me han formateado el ordenador y he perdido parte de la información. Entre eso y que estoy haciendo un curso que me deja medio atontada ya no tengo claro cuál es tu blog. ¡Perdona! Gracias por leerme y contestarme, a ver si esta noche escribo algo.
Un abrazo.