jueves, 13 de noviembre de 2008







Ésta es la inscripción que se puede leer en el Mirador de Vicente Aleixandre, maravilloso paisaje de la sierra de Madrid que disfrutamos ayer en un largo paseo (entre diez y doce kilómetros, según mis colegas). Hizo mucho frío, pero no llovió. Tuvimos sol durante el recorrido, aunque las cumbres se veían nevadas y algo ocultas por la niebla. El aire era limpio y vivificante. Con 48 criaturas la excursión tiene sus inconvenientes, pero no tuvimos mayor problema que ir tirando de unos cuantos lentos. Hicieron cantidad de fotos, elegiremos las mejores y les daremos un premio.

Algunos llevaban preparados sus escritos y allí los dejaron, por lo que no tengo copia de ellos. A ver si los responsables de la página los publican. Yo no pude escribir nada, no hubo tiempo porque ellos se adueñaron del cuaderno, pero al fin y al cabo ése era unos de los propósitos de la excursión. Finalmente encontré algunos poemas que les han resultado atractivos:


ADOLESCENCIA


Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a este camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.
-El pie breve,
la luz vencida alegre-.
Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.

VICENTE ALEIXANDRE
VIVIR PARA VER
Todo era alegre en el claro
resplandor de la mañana
y al mirarte sentí el llanto
borrándome la mirada.
Llorar y ver son virtudes
que un mismo sentido enlaza
como acompaña en la nieve
el silencio a la pisada.
Todo era alegre y sentía
con la visión, la distancia;
le di descanso a mis ojos:
¡de sólo mirar lloraban!
LUIS ROSALES
En su mirador hay otros versos tallados:
Las noches de Cercedilla
las llevo en mi soledad
y son ya la última linde
que yo quisiera mirar.
Me habría gustado poder disfrutarlos más despacio, pero no pudimos porque íbamos apurados de tiempo. Cuando se va con niños no siempre se puede hacer lo que nos apetece, pero hay lugar para otras cosas. La convivencia en estas salidas es muy bonita y enriquecedora para todos. La Naturaleza es un marco incomparable para dar paso a nuevos contactos. Los chavales disfrutan de lo lindo y los profes somos casi uno más en el grupo. Hay que recoger lo que van perdiendo, atar cordones, repartirles la comida, ayudarles en algunos tramos... Hemos hecho cantidad de excursiones de este tipo y disfrutamos tanto como ellos. Todos estamos más relajados sin las limitaciones de las paredes del aula y aprovechamos para contarles cosillas del entorno: nombres de árboles y arbustos, algún animal que sale al paso o se sabe que está por allí, agazapado, los embalses, los picos... Aprender a respetar a la Madre Tierra es una asignatura más, y ninguna tontería en los tiempos que corren.
Después de cada excursión les mando un trabajillo para trabajar la expresión escrita, ya sabéis que contar lo que piensan o sienten no les resulta fácil. Les he dicho que lo hagan cuanto antes, y que si quieren recordar mejor cierren los ojos durante unos momentos y traten de revivir mentalmente lo que vieron porque el aislamiento favorece la concentración. Recuerdo que en tiempos les hacía algo de relajación antes de los controles y les funcionaba. Tendré que volver a esa práctica.
Cuando me vieron llegar ataviada con botas, chubasquero y demás uno de ellos, Daniel, me dijo: "Jo, seño, llevas completo el kit de exploradora de la Señorita Pepis". Ocurrente que es el crío.
Ahora sólo me falta librarme de las agujetas (soportables) que padezco y quedarme con el estupendo recuerdo de un día diferente. Menos mal que el fin de semana está ahí mismo...





2 comentarios:

Joselu dijo...

Me alegro mucho que la excursión al Mirador fueran tan bien. Ha dado para estirar las piernas, para conocer algunos poemas de Aleixandre y para un ejercicio de expresión escrita. ¡Es un gozo pasar un día así, como cabras, en el monte! Es bueno salir del aula porque descubres otros valores en los chavales que los estrictamente académicos. Eso de la relajación antes de los controles es una buena idea. Un cordial saludo, maestra feliz.

Miguel dijo...

Son gratificantes, y, pedagógicamente hablando, siempre positivas, las actividades extraescolares. Aunque en estos días los profesores trabajemos como diez veces más que en el aula, compensa el pasar unos momentos en otro ambiente y en otras circunstancias con nuestros alumnos. Se refuerza mucho el ámbito humano entre profesor y alumno, y, qué duda cabe, siempre se aprenden cosas que entre las cuatro paredes de clase son del todo imposibles de alcanzar.
Un saludo, maestra feliz, y sigue con estas ganas de enseñar... tus alumnos te lo agradecerán.